…EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS IV
Eligio Palacio Roldán
El sábado fui al pueblo a mercar. Si no fuera por la ausencia de borrachos, tendidos en las aceras, creería que era un primero de enero. Negocios y viviendas cerrados, música silente, uno que otro vehículo estacionado. Cuatro o cinco supermercados abiertos al público, empleados debidamente protegidos, y en cada uno una estricta fila, con una distancia entre uno y otro integrante de un metro. Más que a una tienda de víveres pareciera el ingreso a una clínica. Todo era extraño. Tal vez asistía a una película de ciencia ficción en mi propio pueblo y yo era uno de los actores
Al salir, con los víveres, no encontré transporte y como pocas veces en mi existencia pensé en la necesidad de poseer un vehículo. Bueno, no era el momento y entonces emprendí el camino hacia la vereda Tesorero, recorriendo “las travesías” que han transitado cientos de personas, con mercados y vidas a cuestas. Ese camino está lleno de historias y leyendas de las gentes y de mi propia familia incluso. La mía, ahora, era otra más que quedaba marcada con la huella de mis zapatos al andar, mi historia en tiempos del coronavirus.
La semana laboral fue bien intensa, como en los mejores días de estos 30 años de trabajo en la DIAN: Estudio a primera hora, múltiples reuniones y varias horas al frente del computador. Todo el tiempo una inquietud latente sobre el futuro laboral de millones de colombianos y uno más incierto aún, quizás, con economías de subsistencia como fue en el norte antioqueño antes de Jenaro Pérez y Colanta, un retorno al pasado de los años 50 y 60 del siglo pasado.
Puede leer COLANTA – JENARO PEREZ https://eligiopalacio.com/2015/02/04/colanta-jenaro-perez/
El trabajo en casa, en estos primeros días, ha tenido una dificultad: la idea de que estás disponible todo el tiempo y entonces trabajas mucho más. Incluso eso me ha impedido publicar algunos trabajos que tengo pendientes. Eso hace que a pesar de estar en casa termines el día más agotado. En un futuro cercano será necesario poner horarios, no estar disponible 24/7.
De todas formas el aislamiento en el campo tiene muchas ventajas: el aire puro, la vista solo limitada por tu propia mirada, el contacto con la naturaleza, el silencio y como consecuencia un mejor dormir. También un ambiente más propicio para la meditación y para el encuentro contigo mismo.
Imagino cómo será el encierro en la ciudad, en pequeños apartamentos o en el hacinamiento de las comunas y me estremezco. Se están pasando momentos difíciles y creo cualquier ayuda estatal será insuficiente. Pienso que el hambre desatará una nueva guerra, esta vez por la subsistencia.
Bueno, dejemos los malos augurios. Ahora ingreso a las vacaciones de Semana Santa más atípicas de mi existencia y, obvio de todos los creyentes que habitan la tierra en estos momentos. También le tocó a la Iglesia Católica modernizarse a la fuerza y dejar a un lado las tradiciones para concentrase en un mensaje de aliento, para un mundo en caos por la peste, inimaginable hasta ahora.
ANTES DEL FIN
Muy bien la radio en tiempos del coronavirus. Se siente su compañía y las nuevas tecnologías facilitan su producción sin arriesgar a sus estrellas, cosa que no ocurre con la televisión. Situación que también deja cientos de damnificados al no poderse realizar dramatizados y programas de entretenimiento.
Regresó la mítica radionovela Kaliman a la Radio Nacional. Creo que es el momento propicio para que, en tiempos del coronavirus, regresen los dramatizados a la radio colombiana.
Todo nos cambio y el proceso no es ni será facil
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