LO BUENO, LO MALO Y LO FEO DEL TRABAJO EN CASA… EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS XIV
Eligio Palacio Roldán
Desde el pasado 19 de marzo estoy desarrollando el trabajo en casa, todo un descubrimiento para mí y diría que una experiencia muy cercana a la pensión, que llegará a mediano plazo. Como todo en la vida, la nueva modalidad de trabajo tiene sus pros y sus contras. Veamos:
LO BUENO:
Casa: Pasa de ser un lugar para dormir a convertirse en tu verdadero hogar. La sientes, la vives, la disfrutas.
Familia: Se comparte más, se descubren fortalezas y debilidades de cada uno de sus integrantes. Ante la lejanía de los amigos se estrechan los lazos familiares.
Amigos: Quedan los que son. Los oportunistas y los de “parranda y animación” pasan a un segundo plano, con los de verdad se fortalece la relación.
Responsabilidad: Nadie te vigila. Eres el administrador de tu carga de trabajo
Capacitación: La virtualidad posibilita recibir más horas de capacitación dado lo innecesario de la movilización hacia otros espacios, la facilidad para sumar asistentes y la cercanía de las presentaciones para prestar la atención debida.
Alimentación: Mejora ostensiblemente. Además de ser comida casera, si se conserva el nivel de ingresos, se mejora en la calidad de los productos.
Crecimiento profesional: La independencia hace que crezcas como profesional y como persona. Enfrentar el reto de tu trabajo en soledad te fortalece.
Dinero: El costo del vestuario que se usa, la reducción en los desplazamientos y la ausencia de bares, restaurantes y centros de diversión generan ahorro de dinero.
LO MALO:
Horario: “No hay horario, ni fecha en el calendario”: Jefes, colaboradores y clientes no saben el horario en que descansas, cumples con las labores domésticas, te dedicas a tus asuntos personales o vas al baño. El celular y las diferentes aplicaciones de internet te asfixian desde las primeras horas de la mañana hasta altas horas de la noche. Trabajas 24/7.
El acoso: Nadie sabe si estás disponible o estas atendiendo otro asunto. Entonces te buscan, te presionan, te acosan.
Atender varios señores a la vez: El aplicativo Microsoft Teams, Wassap, el correo eléctrónico y el teléfono piden tu atención a la vez y no sabes qué hacer, a quién atender. Sube el estrés.
La dispersión: Atender el hogar, los hijos, la educación de ellos y el trabajo a la vez hacen que te disperses y la concentración se diluya.
Falta de recursos: No tener al lado recursos logísticos como papel, impresora y hasta el jefe, generan tiempos muertos que afectan la productividad; sin contar con las continuas fallas en internet.
Retroalimentación: El no estar en un ambiente de trabajo hace que la retroalimentación del día a día sobre los asuntos laborales se limite, casi que no exista.
Compañeros de trabajo: se diluye el compañerismo que significa el relacionarte día a día con las personas con las que trabajas: el comentario, el gracejo, el “chisme” ya no están.
LO FEO:
El encierro: Desarrollar tus labores en un mismo lugar, no socializar con personas diferentes a las de tu vida familiar, no tener un espacio abierto para bajar las tensiones hace que la convivencia se haga más compleja y el estrés se multiplique.
Aumento de peso: La tentación de estar comiendo y el estar sentado todo el día frente al computador generan un estado físico deficiente y un incremento del peso corporal.
Descuido apariencia personal: El no estar frente al otro hace que actividades para estar bien presentado pasen a un segundo plano, comenzando por el vestuario que usas, el motilado, el peinado, el afeitarse, etc. En ocasiones, el descuido llega hasta la falta de aseo.
ANTES DEL FIN
El tiempo pasa y el Coronavirus comienza a hacer parte del diario vivir de los humanos:
El tapabocas es la prenda fundamental y la industria textil y de la confección mitiga sus pérdidas generando diseños y texturas que se adaptan a la nueva moda, que surge de la obligación de usarlos.
La industria de la muerte se transforma aceleradamente: Adiós velorios, ceremonias religiosas suntuosas, arreglos florales, salas de velación, etc.
Termina la guerra del centavo en el transporte público.
La congestión vehicular se reduce, la contaminación baja.
Cambia la manera de vestir. Ahora todos lucen trajes y calzado informales.