CUANDO UN AMIGO SE VA. DIAN MEDELLIN
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CUANDO YO MUERA…
CUANDO YO MUERA…
Eligio Palacio Roldán
Tal vez en ninguna época, vivida por las generaciones que poblamos la Tierra en la actualidad, hemos sentido tan cercana la muerte, como «En Los Tiempos del Coronavirus». No hay semana en que no se conozcan informaciones sobre la gravedad o el fallecimiento de un ser cercano o conocido. Este hecho conlleva a que se piense con mayor certeza en ese momento y en lo que sucederá cuando uno ya no esté aquí.
Cuando yo muera, y el día esté lejano, como diría el poeta Porfirio Barba Jacob, no quiero escándalos melodramáticos de los que realmente me quieran, por esos días. Tampoco ceremonias pomposas, palabras hermosas que ya no serán oídas y por lo tanto no tendrán sentido y, mucho menos, “sapos” tratando de ver mi cuerpo comenzando su proceso de putrefacción o la actitud de mis seres cercanos frente a mi partida.
Mi sepelio debe ser discreto, si muero en un sitio donde no se pueda cremar mi cadáver. Nada de estar con el cuerpo de un lado para otro. Si me encuentro en una ciudad importante, obvio, mejor la cremación y ninguna ceremonia. De ser posible, mi cuerpo o mis cenizas, deben reposar en un pedazo de tierra que poseo en Entrerríos – Antioquia.
Mis escritos, en los computadores y cuanto papel haya por ahí deben ser eliminados sin mirarlos, con excepción de los documentos legales que estarán en un sitio específico. También, destruir sin escuchar, cientos de casetes que tengo de ya antiguos programas de radio de la DIAN realizados por mí. Los de Paisaje Estéreo, espero digitalizarlos y subirlos a mi página en internet… Y mis bienes materiales, pues bueno… No sé… Generalmente se quedan con ellos los más avaros como si tener más generara mayor felicidad, o como si olvidaran que en esta vida todo es oropel. La avaricia no tiene remedio, entonces, ni preocuparse por eso. Mi página en internet y mis redes sociales deben quedar vivas; es la forma que nos inventamos los humanos, que no somos grandes escritores o artistas, para ser eternos; aunque muchas veces seamos eterna basura en las redes sociales.
Todas estas “aspiraciones” para el día de mi muerte son un poco el reflejo de los deseos de mi madre, una mujer sabia y de avanzada en los últimos años de su vida.
Pues bien, estas ideas se están concretando, para todos los mortales, con motivo del COVID-19. Es el puntillazo final para los velorios y para el drama, los lagartos y el despilfarro de dinero que se veía en estos eventos sociales y que antes de la pandemia ya habían comenzado a declinar. (Ver: ÁNIMAS SIN VELORIO https://eligiopalacio.com/2016/11/10/animas-sin-velorio/)
El paso del coronavirus por la humanidad dejará grandes huellas. Una de ellas será la transformación de la cultura alrededor de la muerte y seguramente de la vida. La pandemia nos ha demostrado que somos frágiles, muy frágiles y como decía, también mi madre: “Lo único que tenemos seguro, es la muerte”.
Puede ver: TODOS POR ALGO LLORAMOS… LLORAMOS. https://eligiopalacio.com/2020/07/16/todos-por-algo-lloramos-lloramos/
ANTES DEL FIN
Gran conmoción generó la reunión, de esta semana, entre los dirigentes de las Farc y Juan Manuel Santos. No sé por qué, si toda Colombia sabe de los lazos de amistad o conveniencia que los une desde hace más de veinte años, como lo expuse en mi columna de mayo de 2016: EL «COMPLOT» DE SANTOS https://eligiopalacio.com/2016/05/19/el-complot-de-santos/
En Colombia una noticia sucede a la otra de una manera tal que se olvidan los hechos… La memoria es frágil y hay quienes se aprovechan de ello.
UN SÍMBOLO DE ÉTICA: MARGARITA SALAZAR
UN SÍMBOLO DE ETICA: MARGARITA SALAZAR
Eligio Palacio Roldán
En desarrollo de un diplomado con la Universidad Javeriana me solicitan escribir un “RELATO DE ADMIRACIÓN MORAL… de una persona, describiendo su carácter humano y explicando por qué puede servir de ejemplo en la educación moral de las nuevas generaciones…”, tarea bien difícil dada mi prevención sobre aspectos de la moral y la manipulación, casi siempre religiosa, que dicho concepto conlleva.
“La diferencia entre ética y moral es que la moral se refiere al conjunto de normas y principios que se basan en la cultura y las costumbres de determinado grupo social. Por otro lado, la ética es el estudio y reflexión sobre la moral, lo que permite que un individuo pueda discernir entre lo que está bien y lo que está mal.” https://www.diferenciador.com/etica-y-moral/
En ese orden de ideas, más bien, voy a hacer un relato de ADMIRACIÓN ÉTICA.
A Margarita la conocí cuando me trasladaron a Grandes Contribuyentes en Medellín, en 1992. Más allá de las prevenciones que pudiera despertar alguien nuevo, poco recomendado, como indicaría la moral de ese y de estos tiempos, en Márgara predominó su ética, ética nacida desde la convicción, y fue mi tutora dulce e implacable y no solo en materia de impuestos sino en mi formación profesional y personal. En un alto porcentaje, lo que soy como funcionario se lo debo a ella: responsable, estudiosa, cuestionadora, asertiva, analítica, perseverante y de una gran disciplina. En sus años de permanencia en la entidad fue una gran consejera, en lo técnico y en lo personal, de todo tipo de funcionarios, desde el más humilde hasta de los más altos directivos de turno.
Nunca le interesó el poder que otorgan los cargos de dirección. Jamás aceptó uno. Tenía el poder del conocimiento como nadie, el poder del trabajo, del análisis y del estudio de la norma. El poder de un comportamiento ético. Contadora de profesión tenía conocimientos en derecho, finanzas, economía y en otros temas menos relacionados con la actividad laboral como la política, el turismo, la sicología y, obvio, la ética. La moral, no era su interés. Nuestra moral está construida sobre grandes desaciertos.
Puede ver EL FIN DEL ESPEJO https://eligiopalacio.com/2013/05/03/el-fin-del-espejo-2/
La ética era la guía de su existencia. Ética construida desde la razón, desde el deseo de hacer el bien a los demás y en no dañar nada ni a nadie. En la defensa del estado. Enemiga de las medidas sin lógica, nacidas de la ambición de poder y del autoritarismo.
Fue humilde con el conocimiento, abierta a las críticas y las sugerencias, al diálogo basado en el análisis y el estudio como fuente de conocimiento. Cuando me le acercaba a preguntarle algo me recibía con un ¿Ya leyó?, ¿Qué posición tienes? Al comienzo, bajaba la mirada y me iba callado a mi puesto de trabajo a investigar. Después, nunca cometí el error, no tuvo que volver a preguntarme.
Convencida de su trabajo, jamás imponía su posición a pesar de ser la de mayor experiencia y conocimiento. Respetaba a los demás compañeros y a los contribuyentes y los animaba a defender sus posiciones con argumentos.
ANTES DEL FIN
Alguna vez, trabajó junto a mí, ayudándome, hasta las once de la noche. A esa hora, me dijo: “Bueno, me voy, a las 6:00 de la mañana estoy acá para revisarle lo que haga. Ante esa muestra de responsabilidad no tuve más remedio que trabajar hasta las tres de la mañana y regresar luego a las cinco, para esperarla orgulloso de mi esfuerzo. Le había aprendido algo.
Gratitud eterna, Márgara.
dian. uno vuelve siempre… 30 años de pequeñas cosas.
DIAN. UNO VUELVE SIEMPRE… 30 AÑOS DE PEQUEÑAS COSAS.
Eligio Palacio Roldán
DIAN. UNO VUELVE SIEMPRE… EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS XIII
DIAN. UNO VUELVE SIEMPRE… EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS XIII
Eligio Palacio Roldán
Se dice que el lugar de trabajo es el segundo hogar, máxima que se cumple a cabalidad cuando se llevan más de treinta años en una entidad, como es mi caso, en la DIAN. Si mi casa y las instituciones educativas fueron el camino para mi formación, la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales lo fue para hacerme realmente profesional, crecer y madurar como tal, como ciudadano y como ser humano.
Laborar en la DIAN es, entre otras cosas, ver, comprender y concluir dentro de un mismo escenario el significado de ser servidor público, en dos frentes: el primero el servicio a la comunidad, al ciudadano que día a día acude ante ti para que le ayudes a solucionar sus dificultades frente al tema de los impuestos y el segundo, el servicio a un estado cuyo fin último es la protección de esa misma comunidad. Entender que trabajar con el estado es poner la mayor energía, dedicación y entusiasmo para el servicio de todos, que no es cierto que las instituciones sean un refugio para ineptos y corruptos. Trabajar con y para el estado debiera ser un servicio obligatorio para que todos los ciudadanos asuman el real significado de la palabra patria.
Esta semana volví a la DIAN después de casi tres meses de ausencia, la más larga en estos treinta años de vida laboral. El exterior similar al de un día domingo: tráfico y ruido, reducidos, sonidos de aves presentes tal vez como nunca antes, sol radiante y, luego, el encuentro con esos espacios que han acompañado tu existencia.
Volver, conlleva toda la ansiedad del reencuentro con lo que se ama. El corazón te late más a prisa, los pasos se aligeran, la mirada se vuelve expectante y quiere registrar hasta el más mínimo detalle. Ves, como nunca antes, en treinta años, la belleza del lugar que habitas y de los seres que te acompañan en el ejercicio diario de vivir.
“Uno vuelve siempre a los viejos sitios en que amó la vida. Y entonces comprende. Como están de ausentes las cosas queridas”. Tantas cosas queridas en esos espacios que se van quedando esparcidos en la memoria e incluso fuera de ella. En el aire. En la atmósfera que quizás conserve el ruido de tu voz, de tu risa, de tu rabia, de tu tristeza y de los seres que te han acompañado, por tanto tiempo, en este crisol donde se amalgamaron emociones, conocimientos, transferencias y pasiones para dar como resultado el ser que eres ahora.
Dice la canción que “Uno se despide insensiblemente de pequeñas cosas”. Esa insensibilidad la provoca la rapidez con que vives, la falta de “masticarlo más despacio”, de estar consciente de lo que ocurre con cada gesto, con cada palabra, con cada acción. Pero no hay tal, como lo dice la misma letra, esas mismas cosas quedan ahí, incluso más allá de los recuerdos, en el corazón. “Esas cosas simples que quedan doliendo en el corazón”, y salen a flote cuando estás ausente, cuando no puedes tener las rutinas de los días, cuando te marchas y dejas atrás lo que te ha acompañado por años, en una compañía con reciprocidad en la forma que das y recibes amor. Porque nadie está en un lugar más de treinta años sin amarlo, sin amar los seres y las cosas que contiene. Y si llegara a suceder, que no fuese así, sería la historia del ser y la vida más desgraciados que habiten el planeta.
“Que el amor es simple. Y a las cosas simples las devora el tiempo.”
ANTES DEL FIN
Desafortunado desde todo punto de vista lo sucedido con el Gobernador de Antioquia, Anibal Gaviria, un hombre en el que confío y a quien quiero como gobernante. Deseo seguir creyendo en él. También, en la justicia colombiana y ahí está mi dilema interno. Espero triunfe la verdad. Mientras tanto, ¿no será hora de que las investigaciones de la Fiscalía sean reservadas y que solo se tomen medidas de aseguramiento y se difundan las informaciones cuando exista un fallo de un Juez de la República? ¿Cuánto daño se hace a la gente y a la sociedad haciendo escándalos mediáticos con solo acusaciones? ¿No valdría la pena la reserva de las investigaciones?
EL TRABAJO… EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS VI
EL TRABAJO… EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS VI
Eligio Palacio Roldán
Los tiempos más aciagos de mi existencia han sido aquellos en los que no he tenido empleo (lejanos y escasos gracias a Dios y a la DIAN que me ha acogido durante30 años). El no tener empleo o trabajo, además de las consideraciones económicas que de hecho son muy graves, tiene serias implicaciones sicológicas: el desespero, la desesperanza, la sensación de inutilidad, la baja en la autoestima y hasta la depresión. Dejó tantas huellas en mi existencia, no tener empleo, que en muchas noches, en sueños, aparece este fantasma haciendo de las suyas.
El efecto más grave del coronavirus, después de la muerte, es la falta de trabajo y como consecuencia las necesidades básicas insatisfechas y los problemas sicológicos, descritos en el párrafo anterior, haciendo de las suyas en un ambiente cerrado que agrava las situaciones. Día a día, llegan noticias de familiares, amigos, conocidos y desconocidos que pierden su trabajo. Desde grandes ejecutivos y artistas famosos, hasta peluqueros, venteros ambulantes y gentes que se ganan el sustento con su esfuerzo diario.
En medio de este panorama desolador los que continuamos laborando tenemos una responsabilidad mayor con el país, la sociedad, la empresa en que laboramos y con nosotros mismos. En mi caso, el trabajo, desde el pasado 20 de marzo, se convirtió en 24-7. Todo el tiempo en función de qué se puede hacer para mejorar las formas y los resultados del trabajo desde casa.
Leyendo sobre el trabajo en casa y haciendo uso de la intuición y, obvio, de las herramientas tecnológicas para comunicarse, decidí continuar con una rutina que induzca, al grupo de trabajo, a tener una rutina normal. Para ello, se plantearon reuniones diarias, a partir de las ocho horas, reuniones que fueron transformándose en capacitaciones que, en el momento, incluyen más de cien personas en línea, en un ejercicio productivo y motivador.
El día transcurre entre reuniones con cada uno de los integrantes del grupo, con dos o tres personas al tiempo, o con los jefes, También en la redacción y revisión de documentos. Ha sido tanto el trabajo, que cumplir con mi columna semanal ha sido complejo.
En medio de la cuarentena, las reuniones virtuales de trabajo se convierten en algo más productivo y fraternal. La posibilidad de vernos, saludarnos, saber del otro y de trabajar juntos en pro de un mismo objetivo, desde la distancia.
Lo que no tendría perdón de la vida, de Dios o del universo es que quienes tienen trabajo, en este momento, no cumplieran con el desafío que plantea la historia, de este año 2020.
ANTES DEL FIN
El Jueves Santo, un colaborador me llamó para consultarme una inquietud sobre su trabajo. Le indagué el por qué estaba trabajando ese día, a lo que contestó que era una forma de sentirse bien y útil, en medio del encierro.
Desde la Comuna 13 me escriben y me piden ayuda para conseguir trabajo. En lo que sea. Están desesperados. Igual que miles de colombianos.
En el sector rural, hasta ahora, todo normal. La pandemia aún no llega. En la región lechera de Antioquia, Colanta sigue apoyando, comprando la leche. Sin embargo, en la medida en que el hambre se extienda por falta de trabajo, no va a haber dinero para comprar leche y derivados lácteos. Entonces, los campesinos no tendrán a quien vender sus productos y el hambre podría cubrir los campos.
…EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS IV
…EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS IV
Eligio Palacio Roldán
El sábado fui al pueblo a mercar. Si no fuera por la ausencia de borrachos, tendidos en las aceras, creería que era un primero de enero. Negocios y viviendas cerrados, música silente, uno que otro vehículo estacionado. Cuatro o cinco supermercados abiertos al público, empleados debidamente protegidos, y en cada uno una estricta fila, con una distancia entre uno y otro integrante de un metro. Más que a una tienda de víveres pareciera el ingreso a una clínica. Todo era extraño. Tal vez asistía a una película de ciencia ficción en mi propio pueblo y yo era uno de los actores
Al salir, con los víveres, no encontré transporte y como pocas veces en mi existencia pensé en la necesidad de poseer un vehículo. Bueno, no era el momento y entonces emprendí el camino hacia la vereda Tesorero, recorriendo “las travesías” que han transitado cientos de personas, con mercados y vidas a cuestas. Ese camino está lleno de historias y leyendas de las gentes y de mi propia familia incluso. La mía, ahora, era otra más que quedaba marcada con la huella de mis zapatos al andar, mi historia en tiempos del coronavirus.
La semana laboral fue bien intensa, como en los mejores días de estos 30 años de trabajo en la DIAN: Estudio a primera hora, múltiples reuniones y varias horas al frente del computador. Todo el tiempo una inquietud latente sobre el futuro laboral de millones de colombianos y uno más incierto aún, quizás, con economías de subsistencia como fue en el norte antioqueño antes de Jenaro Pérez y Colanta, un retorno al pasado de los años 50 y 60 del siglo pasado.
Puede leer COLANTA – JENARO PEREZ https://eligiopalacio.com/2015/02/04/colanta-jenaro-perez/
El trabajo en casa, en estos primeros días, ha tenido una dificultad: la idea de que estás disponible todo el tiempo y entonces trabajas mucho más. Incluso eso me ha impedido publicar algunos trabajos que tengo pendientes. Eso hace que a pesar de estar en casa termines el día más agotado. En un futuro cercano será necesario poner horarios, no estar disponible 24/7.
De todas formas el aislamiento en el campo tiene muchas ventajas: el aire puro, la vista solo limitada por tu propia mirada, el contacto con la naturaleza, el silencio y como consecuencia un mejor dormir. También un ambiente más propicio para la meditación y para el encuentro contigo mismo.
Imagino cómo será el encierro en la ciudad, en pequeños apartamentos o en el hacinamiento de las comunas y me estremezco. Se están pasando momentos difíciles y creo cualquier ayuda estatal será insuficiente. Pienso que el hambre desatará una nueva guerra, esta vez por la subsistencia.
Bueno, dejemos los malos augurios. Ahora ingreso a las vacaciones de Semana Santa más atípicas de mi existencia y, obvio de todos los creyentes que habitan la tierra en estos momentos. También le tocó a la Iglesia Católica modernizarse a la fuerza y dejar a un lado las tradiciones para concentrase en un mensaje de aliento, para un mundo en caos por la peste, inimaginable hasta ahora.
ANTES DEL FIN
Muy bien la radio en tiempos del coronavirus. Se siente su compañía y las nuevas tecnologías facilitan su producción sin arriesgar a sus estrellas, cosa que no ocurre con la televisión. Situación que también deja cientos de damnificados al no poderse realizar dramatizados y programas de entretenimiento.
Regresó la mítica radionovela Kaliman a la Radio Nacional. Creo que es el momento propicio para que, en tiempos del coronavirus, regresen los dramatizados a la radio colombiana.
LA VERDAD Y LA DECLARACIÓN DE RENTA DE URIBE
LA VERDAD Y LA DECLARACIÓN DE RENTA DE URIBE
Eligio Palacio Roldán
“… lo que permite inferir que es más rentable ser escritor de novelas inspiradas en la cultura traqueta que empresario…”
“Por fin: Declaración de Renta de Alvaro Uribe, uno de los hombres más ricos y con más tierras en Colombia: Saldo a pagar $0 No sé si reír o ponerme a llorar. Esto es un insulto”. Así trinó esta semana el senador Gustavo Bolivar, no solo insinuando sino juzgando y condenando como evasor de impuestos al expresidente Uribe.
Yo trabajo en la DIAN desde hace 30 años y, a modo de ejemplo, investigué por más de seis meses un contribuyente y, luego de proferir el acto preparatorio, la discusión duró doce años hasta que el Consejo de Estado le diera la razón a la entidad y por ende a mi trabajo.
Ahora, a las pocas horas de ser publicada la declaración de renta del expresidente Uribe, el senador Bolivar, con un tendencioso análisis, desconoce la consistencia de las cifras. Digo tendencioso porque pasó por alto que realmente, el líder político, generó un impuesto de $83.761.000, mucho menos que quien lo cuestiona, $946.931.000, lo que permite inferir que es más rentable ser escritor de novelas inspiradas en la cultura traqueta que empresario. Esa sí, una triste posibilidad.
Al igual que Gustavo Bolívar, a Uribe, lo condenaron miles de colombianos por dos razones: la primera es que así como a comienzos de siglo XXI estaba de moda ser uribista, ahora es casi vergonzoso considerarse como tal. Una conquista sin precedentes en la historia de la izquierda colombiana, que permaneció camuflada, por muchos años, por la vergüenza de ser identificada con la guerrilla terrorista de las Farc, calificativo que “volvió trizas” el gobierno Santos al elevarle el estatus de padres de la patria, a sus más sanguinarios dirigentes.
La segunda, más grave aún, es la que se ve claramente en el contenido del trino del Senador Bolivar: El creer que la única verdad es la que se acomoda a nuestro sentir, verdad de vísceras y no de la razón o el conocimiento, verdad sin análisis ni investigación. Verdad aprendida de los generadores de opinión y de las redes sociales. Verdad que destruye y alimenta la parte oscura, envidiosa y pesimista de los colombianos. Verdad más cercana al engaño que la mentira misma.
Y esa verdad engañosa manipula con furor desde los medios de comunicación y las redes sociales a los ingenuos ciudadanos y a los mismos generadores de opinión.
Es tiempo que la sociedad misma haga un pare y exija verdades completas y no verdades a medias. Para ello, sería necesario que las autoridades mantuvieran una cautelosa reserva sobre sus investigaciones, que evite filtraciones, y que los medios de comunicación, los generadores de opinión y los ciudadanos en general se nieguen a revelar informaciones sobre casos sin fallos judiciales en firme. Los periodistas, en sus “entrevistas”, debieran por lo menos dejar hablar a los implicados porque, los medios informativos, condenan mucho antes que los jueces y no permiten la mínima defensa de sus interlocutores.
La Ley 2013, del 30 de diciembre de 2019 que pretendía “dar cumplimiento a los principios de transparencia y publicidad, y la promoción de la participación y control social a través de la publicación y divulgación proactiva de la declaración de bienes y rentas, del registro de conflictos de interés y la declaración del impuesto sobre la renta y complementarios”, se convirtió en otro elemento de división y disputa en nuestro país. Cada iniciativa positiva por mejorar la forma de ser y de estar en Colombia termina en un bochinche que genera malestar. Así no hay como salir adelante.
ANTES DEL FIN
La oposición no ha dejado gobernar al presidente Duque. Esa oposición ganó las alcaldías de Bogotá y Medellín, a los alcaldes de estas ciudades no los deja gobernar la oposición. También está de moda ser de oposición, así sea a la misma oposición. La proactividad era el futuro y lo poco que hubo en Colombia ya es pasado. ¡Así no se puede! ¡Que vaina!
MIS DEUDAS CON EL ESTADO
MIS DEUDAS CON EL ESTADO
Eligio Palacio Roldán
Hace una semana me llegó una afirmación que comparto plenamente, repliqué en redes sociales, y sobre la que recibí una serie de críticas. Decía: “Señores del paro, favor avisar cuando nos dejarán trabajar a quienes no estamos de acuerdo con el paro. Recuerden que para recibir gratis todo lo que piden, necesitan que los demás trabajemos”.
Las críticas indicaban que en mi había un cambio de posición y relataban los logros del sindicato de la entidad donde trabajo. Esas críticas, me hicieron reflexionar sobre mi posición frente al estado.
Yo he sido un consentido de ese estado que ahora critican férreamente y que parece no llenar las expectativas de la sociedad: mi educación primaria y secundaria la hice en Entrerríos, Antioquia, en la única escuela y colegio, públicos, que existían, me formé profesionalmente en las universidades Nacional y de Antioquia y he trabajado, durante 29 años, en la DIAN. Allí he sido formado, valorado y he tenido la oportunidad de aportar mis conocimientos y experiencia en bien propio y de la sociedad.
“En la fiesta me ha ido muy bien” y para ello no he tenido que recurrir a intrigas, ni padrinos de ningún tipo. Lo que soy y lo que tengo se lo debo, además del esfuerzo y algo de suerte, a mi familia, a algunos seres cercanos y al estado. A las instituciones donde he estudiado y trabajado ingresé de manera limpia y libre. Realmente, sin mayor esfuerzo. Solo presentando pruebas de selección, como puede hacerlo cualquier colombiano.
Ahora, obvio que hay que mejorar, yo mismo como funcionario público tengo que hacerlo día a día. Y, claro, las críticas y las solicitudes de la ciudadanía siempre serán bien recibidas y apoyadas por este servidor; pero eso no significa que para ello se tenga que paralizar un país y menos que entre los que lo hagan se encuentren verdaderos zánganos, que han vivido del mismo estado sin ningún esfuerzo.
He reclamado lo que considero justo, he criticado lo que no me parece acertado, he luchado por cambiar algunas cosas que hagan mis lugares de estudio y trabajo mucho mejores; pero de ahí a destruir, a quien tanto me ha brindado, hay un gran trecho. Es como dar al traste con el hogar porque no se esté de acuerdo con las reglas que lo rigen, en vez de tratar de transformar con razones y con el ejemplo. Y buen ejemplo es lo que he querido me den siempre los integrantes de los movimientos estudiantiles en las universidades que estudié y el sindicato en la entidad donde trabajo. Pero hasta este momento, de mi historia, solo doble moral he percibido.
Puede leer LA PRÓXIMA Y LAS DEMÁS PROTESTAS https://eligiopalacio.com/2019/11/17/la-proxima-y-las-demas-protestas/
En este momento, la primera figura del estado es el presidente Duque. Un presidente al que parecieran querer cobrarle toda la frustración acumulada por años y al que de verdad, en un poco más de un año, le veo mayor trabajo y honestidad que a sus antecesores.
ANTES DEL FIN
Insisto con la telenovela El Sultán. Es sin duda la mejor obra televisiva que he visto en mi vida: profunda, conmovedora, bien hecha. Y, paradójicamente, sin sintonía.
Puede ver EL SULTÁN https://eligiopalacio.com/2019/08/23/el-sultan/
LA PRÓXIMA Y LAS DEMÁS PROTESTAS
LA PRÓXIMA Y LAS DEMÁS PROTESTAS
Eligio Palacio Roldán
“Cada uno habla de la fiesta según la viva” le decía esta semana a un gran colega, al referirme al gobierno Duque. En lo que me ha tocado a mí, va muy bien. Obviamente mis razones para esta afirmación son subjetivas como lo he expresado en todos mis escritos y no son motivo de esta columna.
Aquí voy a expresar mis ideas sobre las protestas, basándome en mis propias experiencias. Las primeras de ellas fueron en el colegio, en la década del setenta, y estaban encaminadas a exigir a algunos docentes mayor preparación y responsabilidad en las enseñanzas que impartían. Después he continuado con algunas luchas pero de manera individual pues de las masivas me desilusioné pronto.
La primera de ellas fue por allá en diciembre de 1983. El motivo, la visita del presidente de Estados Unidos Ronald Reagan. Luego de escasos dos meses de haber iniciado mis estudios en Ingeniería Industrial, en la Universidad Nacional sede Medellín, tuve que correr como nunca lo había hecho, ni lo hice en mi vida, cuando los estudiantes comenzaron a tirar piedra contra un carro de la empresa Coca Cola. Meses y años después no podía entender cómo quienes protestaban ese día consumían la gaseosa americana. Lo comprendí cuando asimilé el concepto de doble moral, porque quienes protestaban, ese día y todos los demás días, por la calidad de la educación, eran los mismos que se quedaban en la universidad, tomando pocas materias, por los años de los años, formando líderes de una izquierda enigmática, misteriosa y oculta.
La segunda ocurrió, en mayo de 1995, cuando la DIAN realizó audaces operativos en el sector El Hueco. Fue de tal magnitud que se paralizó la ciudad por varios días con disturbios y daños incalculables. Protestaban por el “derecho al trabajo” de los empleados del sector. Nunca he visto una protesta similar protegiendo el trabajo de miles de colombianos afectados por el contrabando que se vende en esa zona. Doble moral, claro
¿Por qué un adolescente, joven y adulto contestatario jamás hizo parte de una marcha, de su organización o de un sindicato? Una sola razón: La doble moral de quienes participan en ellas. Fueron muchos los coqueteos en la Universidad y muchos más en el trabajo, pero allí y acá los más perezosos, los buenos para nada y los más cuestionadas han encontrado un refugió y un arma de protección.
Siento y presiento que la marcha del próximo 21 de noviembre, será la oportunidad para que los personajes descritos líneas atrás se sientan útiles, pues además de protestar es muy poco lo que hacen. Y ese hecho deslegitima una protesta válida de miles colombianos, en especial jóvenes, que no tienen oportunidad de salir adelante, ejercer sus profesiones y tener la estabilidad económica que les permita alcanzar sus sueños.
Ahora bien, la falta de posibilidades para los colombianos no es solamente culpa del presidente Duque; lo es, también, de una clase política que actúa de espaldas a los clamores de la sociedad y de la misma sociedad que elige esa misma clase política para dirigirla y que acepta que la corrupción sea su norte.
Espero, algún día, una manifestación contra la corrupción y los corruptos. Una protesta contra nosotros mismos que nos consienta reinventarnos y generar mejores posibilidades de desarrollo para el país y sus ciudadanos, que nos permita dejar atrás la doble moral. Ese día, saldré a protestar de la mano de mis compañeros de la universidad y de los sindicatos.
Los líderes que organizan una y otra protesta contra el gobierno quizás consigan arrinconar al presidente, pero estoy seguro generarán el rechazo de gran parte de la ciudadanía que, en últimas, beneficiará a Duque.
ANTES DEL FIN
Entendible la “actuación” de Amparo Grisales en el programa Yo me Llamo, pero se está excediendo en el personaje y podría marcar el principio del fin de su carrera artística y del programa de Caracol Televisión.