IZQUIERDA, IZQUIERDA, IZQUIERDA
Eligio Palacio Roldán
Una gran amiga aprendió a conducir cuando ya sobrepasaba los 50 años. Fue un tanto complejo porque tenía problemas de ubicación entre izquierda y derecha. Un atardecer, tratando de estacionar su vehículo, casi atropella al encargado del parqueadero quien le insistía que lo dirigiera a la izquierda:
- Izquierda, izquierda, izquierda. Gritaba el hombre
Y ella lo dirigía a la derecha, haciendo caso omiso, hasta que tuvo que frenar alarmada.
La historia viene a cuento porque lo mismo sucede en Colombia: El país se divide entre unos dirigentes empeñados en seguir conduciendo a la derecha y unas voces que, a gritos, piden un giro a la izquierda. Pareciera que estar en el centro es un imposible.
A finales del siglo XX y comienzos del XXI, aterrorizados por una guerrilla cada vez más armada, violenta y delincuente, los legitimadores de opinión pidieron un giro del país hacia la derecha política. La mano fuerte y el orden eran el anhelo de los colombianos. No se admitieron matices y Alvaro Uribe fue el símbolo de esa era. En ese entonces, las voces que pedían prudencia y mirar hacia la Colombia marginada fueron acalladas.
Las cosas han cambiado radicalmente. Ahora está de moda ser de izquierda, pensar que los problemas del país se originan en los ricos, que las protestas y los paros son la solución para lograr reivindicaciones sociales y/o económicas. Los columnistas que defienden esta política son los preferidos por los lectores sin importar que tan tendenciosos sean. Es una especie de retorno al romanticismo de los años sesenta, acentuado por gobiernos débiles y sin liderazgo, como los de Juan Manuel Santos e Iván Duque.
Este cambio radical, no de Germán Vargas Lleras sino del país, de derecha a izquierda que podría generar un colapso de la economía y de las libertades personales al estilo Venezuela, Cuba o Nicaragua, de la mano de personajes tan controvertidos como Gustavo Petro, se debe a la miopía de los dirigentes de derecha, de Alvaro Uribe y sus seguidores, de Duque, que creen que favoreciendo al gran capital y castigando a la clase media, el país tendrá futuro. Igual sucede con el manejo del tema de la corrupción frente al que todos los gobiernos aplican, al pie de la letra, los estribillos de una famosa canción de Shakira, pues han sido brutos, ciegos, sordomudos, torpes y testarudos. Y esa corrupción, en la dirigencia colombiana, hace que muchos crean que no hay mayores diferencias, en el manejo del problema, entre los gobiernos de Maduro en Venezuela y el de Duque en Colombia.
Y es lo que no parecen entender los dirigentes políticos y económicos, los generadores de opinión y todos los colombianos es que los extremos no conducen a ninguna parte, que los más importantes planteamientos están en el centro. Un centro político que no parece tener un líder visible.
ANTES DEL FIN
Preocupación despiertan los bajos índices de favorabilidad del presidente Duque. Se le veían disposición e inteligencia, virtudes que se fueron al traste por su falta de liderazgo.
La navidad es sinónimo de felicidad; sin embargo, esto no siempre es cierto. Un abrazo para quienes no tendrán una FELIZ NAVIDAD.
Muy atinada columna Eligio… es para pensar, y depronto actuar. Felíz navidad…a pesar.
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