¿CUAL SERÁ LA REALIDAD?
Eligio Palacio Roldán
Desde hace muchos años, bueno, desde que emprendí el camino del psicoanálisis, o quizás mucho antes, me han inquietado temas como la objetividad, la realidad, lo real, lo imaginario, lo simbólico. Obviamente estas preguntas son, diría yo, el fundamento de mi existencia. De ahí, mi profesión de periodista y mi trabajo de auditor. Siempre tratando de ver más allá a pesar de mis limitaciones visuales. ¡Vaya paradoja! Ya son varios escritos sobre el tema: ¿CUÁL VERDAD? http://wp.me/p2LJK4-1k4, LA MAQUINA DE LA VERDAD http://wp.me/p2LJK4-1gg.
En un viaje a Los Ángeles–California (LOS ANGELES CALIFORNIA DEL CIELO AL… http://wp.me/p2LJK4-1vV) tuve la oportunidad de visitar el parque de los Estudios Universal donde se ha grabado películas como Tiburón, La lista de “Schindler’s, E.T., Jurassic Park y programas de televisión como Los Simpson, entre otros. Fue una gran experiencia visual y auditiva, pero ante todo perceptiva.
Recorrer el parque es caminar en medio de todos los personajes que han hecho “volar” la imaginación de millones de niños y adultos en el mundo, presenciar en vivo alguna escena de acción de una película; pero lo verdaderamente sorprendente son las atracciones en cuarta dimensión. Y fueron precisamente esas las que me hicieron confrontar, de nuevo, el concepto de realidad.
Para la real Academia de la Lengua Española, realidad significa “Existencia real y efectiva de algo, Verdad, lo que ocurre verdaderamente” y Realidad Virtual, “Representación de escenas o imágenes de objetos producida por un sistema informático, que da la sensación de su existencia real.” En mi experiencia, en el parque de los Estudios Universal, no encontré diferencia entre realidad y realidad virtual.
Sin saber muy bien hacia donde iba, (problemas del idioma), hice una larguísima fila donde se observaban imágenes de Los Simpson. Llegué a un estrecho cuarto y subí a un vehículo. Nos ajustaron una pesada protección metálica, el vehículo ascendió unos metros desde la superficie y, arriba, apareció “otro mundo”. Pronto fue el vértigo, las luces, la alta velocidad del vehículo y el encuentro con Los Simpson, con su ciudad, con su casa.
Pero no fue solo esta experiencia real; también estuve compartiendo con los dinosaurios de Jurassic Park y con Los Transformes, entre otros. Con estos últimos padecí toda la adrenalina de las persecuciones en la ciudad, de los saltos al vacío de los vehículos, de la destrucción que dejaban, a su paso, las confrontaciones entre buenos y malos. Sentí el calor del fuego, el olor a quemado, las cenizas sobre mi cabeza, el polvo de los escombros, el agua de los bomberos. Todo.
Un niño de unos tres años no hizo otra cosa que llorar de terror, no entendí por qué no prohibían estas escenas a los infantes y yo quedé sorprendido: ¿Qué tanto de lo que he vivido en estos 50 años de vida (¿si serán 50?) ha sido real, que tanto imaginario, que tanto simbólico? ¿Qué tanto he llorado por fantasías como aquél niño, en ese día de diciembre, en Los Ángeles?, ¿Cuáles otras me han hecho feliz y han sido solo fuegos fatuos? ¿Cuál es la realidad de nuestra existencia, de nuestra vida en la tierra, de la Colombia que padecemos y gozamos? ¿Qué tanto han distorsionado los sistemas informáticos, la publicidad y la propaganda, la realidad humana? ¿Qué tanto han distorsionado la realidad los periodistas, los medios de comunicación? ¿Qué tanto he distorsionado yo la realidad de los seres con que he interactuado? ¿Qué tanto distorsiono la realidad, de quienes me leen, con lo que escribo? ¿Cuál será la realidad de mi existencia, de la vida?
ANTES DEL FIN
Un año después, el tiempo terminó dándome la razón. Invito a leer mi columna del doce de enero de 2014, LA NUEVA ETAPA DE LA LUCIERNAGA http://wp.me/p2LJK4-1aB.
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