UNA MANO ADELANTE Y OTRA ATRÁS
Eligio Palacio Roldán
Para los desempleados de mi país y del mundo…
El hombre caminaba por la calle, como siempre, con una mano adelante y otra atrás. Sin mirar a nadie. No obstante todos lo miraban, como nunca.
Se sentía abrumado. Preocupado.
Había perdido su trabajo, después de 20 años sumando, restando, dividiendo, multiplicando. Ahora, no tenía nada. No sabía hacer nada.
Desde las ventanillas de los carros le miraban. Le silbaban. Le rechiflaban. Le gritaban obscenidades. El seguía su camino: cabeza gacha, una mano adelante y otra atrás.
Una larga fila.
Las gentes llenaban datos, preguntaban por teléfono. Diligenciaban hojas de vida.
El hombre quiso hacer parte de la fila.
No fue capaz. Alzó un poco su cabeza y descubrió muchos rostros conocidos. Rostros de gentes que le suplicaron, le pidieron, le lloraron.
Eran otros tiempos.
Siempre fue inflexible.
Todos le miraban, se reían, le silbaban, le rechiflaban, le gritaban.
El hombre estaba desnudo…
Con una mano adelante y otra atrás.
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