¡PÁNICO!
Eligio Palacio Roldán
Era una posibilidad tan remota que nunca la contemplo al estructurar su plan de vida. Es más, nadie siquiera la imaginó y seguían construyendo “Castillos en el aire” similares a los que describiera en su canción Alberto Cortez; pero “nada es eterno en el mundo” y se comenzaron a escuchar rumores.
Primero fueron unas cuantas voces de gentes fatalistas a las que “no se les puede prestar atención”; después, el rumor fue creciendo. Algunos incluso comenzaron a sacar las pertenencias de sus casas y el pánico fue cundiendo en todas direcciones.
Algunos dijeron que la catástrofe era imposible, que la ciudad estaba construida sobre una formación rocosa que cubría todo el valle y tenía algunas puntas en municipios cercanos.
Los movimientos comenzaron imperceptibles, la mayoría no los sintieron, pero con el tiempo se fueron agudizando. Las gentes presintieron el agrietamiento de las paredes de sus casas y comenzaron la huida, huida que fue creando una batalla campal pues nadie sabía cual camino tomar.
El pánico se apoderó de la muchedumbre mientras la tierra temblaba, los edificios se desplomaban y las gentes caían al piso de unas calles fracturadas, repletas de basuras, y en medio de nubes de polvo se iban fundiendo con los escombros en una masa sanguinolenta que atraía centenares de buitres.