ATRAVESANDO LA NIEBLA
Eligio Palacio Roldán
La noche había pasado y el hombre no podía ver a su alrededor. La niebla lo cubría todo. Ni siquiera limpiando el parabrisas, con obstinación, lograba mirar a su alrededor.
Sin embargo, continuaba desafiando el camino, desafiando el destino. Su auto rojo volaba por los aires como si se tratara del de los Dukes de Hazzard, aquella legendaria serie de televisión de los años setenta, del siglo pasado.
El camino había sido sinuoso, misterioso, dificultoso. Miedoso. Y, ahora, estaba allí. Abriéndose paso entre la blanca neblina que también lo ocultaba todo, como en la noche sin fin de su existencia.
Estaba en lo alto de la montaña, con un leve rayo de sol en el horizonte que le permitía creer.
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