EL SECRETO DEL JARDIN
Eligio Palacio Roldán
Todo era perfecto en el Jardín: Las eras circulares, simétricas, uniformemente distribuidas, bordeadas de margaritas amarillas, cada una con rosas de diferente color en su interior. La grama verde intenso, cortada de manera milimétrica, pareja, simulando un tapete. La fuente de agua cristalina donde las aves hermosas y otras, que no lo eran tanto, iban a mirarse enamoradas de sí mismas. Y la majestuosa mansión.
Esa mañana, extrañamente una de las eras estaba rodeada de niñas, vestidas también de amarillo, que entonaban una ronda infantil. El hombre no recuerda muy bien que cantaban, solo que al final hablaban de muerte y señalaban un lugar, bajo el naranjo.
En un instante la mansión fue rodeada por patrullas de la policía. Unos hombres armados ingresaron al jardín. Llevaban palas y azadones en sus manos.
Cavaron bajo el naranjo y encontraron los restos de la niña. El hombre no recordaba lo sucedido. Una inmensa niebla le impedía ver en sus recuerdos. Se sabía homicida, se sabía culpable. Pero de su mente estaba borrado el recuerdo de la niña y de los hechos ocurridos. Incluso no sabía el sitio donde la había enterrado.
Y se entregó tranquilo.
Arrepentido.
Sereno.
Y allí terminaba su historia, una historia de perfección.
Ahora sería otra vida. La vida de un presidiario.
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