Entidades sin ánimo de lucro
EL INDIVIDUALISMO COLECTIVO
Eligio Palacio Roldán
Tal como lo indica el artículo 363 de nuestra Carta Magna, “el sistema tributario se funda en los principios de equidad». Se habla de equidad cuando todos los ciudadanos son iguales frente a la ley. En materia tributaria se refiere a que el tratamiento fiscal está de acuerdo a la capacidad económica de cada uno.
La “equidad” es también uno de los valores más preciados por el cooperativismo. Allí se refiere a que a cada cual se le retribuye en la medida de su participación o aporte en el ente económico.
Después de muchos años perteneciendo al cooperativismo: Colanta, Consumo, Cooagropecuaria y Coopecrédito en el municipio de Entrerríos – Antioquia, no he podido asimilar por qué la equidad, en este sector, se da para recibir, más no para dar.
El Estatuto Tributario, que reúne las normas que regulan los impuestos en Colombia, en su artículo 19, establece que las Cooperativas pertenecen al régimen tributario especial. Esto implica, para esas organizaciones, no contribuir con la “equidad” del país, a través del impuesto sobre la renta, como lo hacen los demás contribuyentes.
Que está condicionado a que el veinte por ciento (20%) del excedente se destine a la educación formal, en instituciones autorizadas por el Ministerio de Educación Nacional, y que esa es su contribución a la equidad, dicen los más furiosos defensores del sistema. Olvidan que este aporte se hace “de manera autónoma por las propias cooperativas” y que “normalmente” se invierten en los mismos asociados o en establecimientos de educación donde asisten sus propias familias.
Y, claro, es muy bueno pertenecer a las cooperativas y, entonces, «dan» beneficios y ayudas para la educación y el bienestar de los asociados y te ayudan a crecer como ser humano, como profesional y a desarrollar tu propia actividad económica y a sacar tu comunidad adelante.
Lo mismo dicen los “dueños” de las demás entidades sin ánimo de lucro. Y, alguna vez, en el aspecto de seguridad, lo dijeron y lo hicieron las Convivir y los grupos armados para proteger los ciudadanos de la guerrilla y Colombia se llenó de sangre y desigualdad. Y en muchas oportunidades lo han dicho, también, en varios aspectos, las guerrillas de izquierda.
Y Colombia se divide en pequeñas colectividades que protegen sus propios intereses, sus pequeños grandes reinos, con sus propias luchas por el poder. Y, todos esos grupos: Cooperativas, Asociaciones, Fundaciones y Entidades sin Ánimo de Lucro; en fin, colectivos legales e ilegales se sumergen en su respectivo individualismo y se olvidan que Colombia es una sola, que hay pobreza y hambre en regiones enteras y que si algo se hace necesario es la solidaridad colectiva. Solidaridad entendida como equidad, no como equidad predicada y aplicada solo entre y para los cercanos, si no como equidad para todos.
Se acerca una reforma tributaria, la tercera de Santos. Sería bueno que en la nueva legislación tributaria si se aplicara el principio de equidad y se eliminaran los privilegios que genera el individualismo, así sea el individualismo colectivo de las cooperativas y similares.
ANTES DEL FIN
Hablando de equidad, no se entiende como miles de colombianos aseguran sus fortunas en paraísos fiscales y no piensan, por un momento, como con sus impuestos se podrían generar oportunidades de educación y empleo, para millones de colombianos que no encuentran como subsistir, en medio del hambre que los asecha. (Ver LA PRIORIDAD DEL OTRO DESENCANTO https://eligiopalacio.com/2016/05/04/la-prioridad-del-otro-desencanto/).
Cooperativismo o “paraestados”…
Por Norman Mesa Lopera
Han hecho carrera -especialmente en el pequeño municipio colombiano- las exenciones de impuesto de industria y comercio para empresas que se gesten en el territorio como manera de premiar su interés de generar riqueza y empleo allí.
La ley permite que mediante Acuerdos logrados por los Concejos Municipales, esas exenciones sean válidas, para atraer inversión y desarrollo.
Lo que no puede ser admisible es que dichas exenciones se conviertan en perpetuas con la amenaza poco creíble de que de no ser así, las empresas levanten su capacidad instalada y todo logrado para trasladarse a otros municipios que sí accedan a los caprichos.
El Cooperativismo, al haber logrado notoriedad como actor de desarrollo de las comunidades, no puede seguir predicando que su subsistencia y crecimiento queda condicionado a que las entidades territoriales renieguen de sus propio oficio como planificadoras, ejecutoras de su desarrollo y administradoras de sus recursos, para esperar que las entidades cobijadas bajo el manto de la solidaridad, resuelvan dónde, y en qué momento construir una escuela, o dotar a su antojo un Centro de Bienestar para las personas de la tercera edad.
El llamado entonces es a que las personas, entidades y empresas dentro de la sociedad hagan lo que les corresponda, y no más de eso, así que las cooperativas deben revisar el objeto mismo para el que se crearon, deberán estructurar los costos que la operación para la producción de su bien y servicio exijan, incluyendo allí el pago oportuno y real de sus Impuestos de Industria y Comercio, y que sean las Alcaldías las que -de acuerdo a sus Planes de Desarrollo- dispongan su aplicación.
Bienvenido el Cooperativismo, mucho ha ayudado, pero si deja a un lado su capricho de desplazar las funciones de las Alcaldías, mejor será el reconocimiento que la sociedad haga de ese movimiento.
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El coopertaivismo en Colombia es solo un remedo del cooperativismo de Israel. Las cooperativas en colombia son manejadas por una serie de avivatos que se perpetuan en los consejos de administración y en las gerencias para hacer usufructo personal de los bienes colectivos, préstamos y prebendas. La mayoría de las Cooperativas pertenecen al sector financiero o al sector de consumo y se han convertido en una competencia desleal para el comercio y la banca ya que en lo único que se diferencian es en que las cooperativas no pagan impuestos. Algúnas cooperativas tienen dueño como el caso de Colanta o de La universidad Cooperativa de los Pérez..Si gravaran a las cooperativas, asociaciones, fundaciones y todo tipo de entidades » sin animo de lucro», no se necesitaría una reforma tributaria que afecte al pueblo.
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