UN NUEVO AMANECER
Eligio Palacio Roldán
A unos 90 kilómetros, al norte de Medellín, en los límites entre Entrerríos y Belmira, cerca al Páramo de Belmira, Fabián Giraldo Callejas lucha con todas sus fuerzas para que, un día, el amanecer que presencien sus tres Marías sea mucho más hermoso, que el que las despierta cada mañana, en medio del monte.
Construir un rancho en medio del monte no fue problema para Fabián, quien ante la posibilidad de tener un trabajo para sostener su familia y ojalá hacer un ahorro para el futuro, no le importa afrontar dificultades. Dificultades como las de vivir en medio del monte, sin energía eléctrica y a merced de las inclemencias de la naturaleza. Solo fue pedir autorización a los dueños del terreno, conseguir con los vecinos unas latas, cortar alguna madera del mismo monte, unos clavos, y armar lo que hoy es su casa.
A él y a su familia, les hace falta la luz eléctrica, desde luego, y sobre todo un inodoro, pero cree, que esta situación es temporal y que a veces es necesario aguantar necesidades. El problema mayor es la conservación de la carne, cuando tienen la oportunidad de comprarla.
Fabían Giraldo y Ana María López decidieron compartir su vida hace unos tres años. Ahora, bordeando los 20 años, son padres María Alejandra y Marisol, dos niñas de tres y dos años respectivamente, por las que luchan con entusiasmo y para las que sueñan una vida mejor, a las que les ha tocado vivir a ellos.
Fabián llegó a la zona, siendo un adolescente. Buscaba el sustento para su familia. Desde entonces trabaja con los cultivadores de papa, provenientes del municipio de La Unión, en cosechas de dos años, que luego dan paso al verde del pasto para la ganadería lechera.
Se gana unos trescientos mil pesos al mes, trabajando a destajo. No le pagan prestaciones sociales aunque le cubren los gastos de salud primarios. Con ese dinero, compra el mercado para la quincena. A veces no le alcanza sino para una paca de pañales, afirma.
La familia Giraldo Callejas llegó a la zona desplazada del municipio de Toledo, norte antioqueño, por la violencia de la guerrilla. Fabián recuerda: “Yo nací en Medellín, me crié en Toledo de donde nos desplazó la guerrilla; mi mamá tuvo que abandonar la zona con sus tres hijos. Mi sueño es ir algún día a recuperar la tierra, que ahora me cuentan está también en monte… Antes cultivábamos café, yuca y plátano… Daba gusto ir, pero ahora no… Aún tenemos los papeles de esas tierras… Un día, hace unos siete años nos dieron cuatro horas para salir de la zona… Esa es una historia, muy triste.”
Fabian y Ana María se sienten tranquilos viviendo en el monte. El, con una sonrisa melancólica, afirma que “Estamos en este rancho, pero tenemos paz.”
felicitaciones que historia tan bonita…
esta familia nos demuestra que ante las inclemencias lo mas importante es la union y que lastima que nosotros teniendo tanto, a veces nos dejamos llevar por las situaciones negativas… te felicito!!! esta son las historias que necesitamos para tratar de hacer las cosas diferentes para un futuro mejor… Betty
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Refrescante historia señor Eligio.
pendientes de las proximas!! saludos
Deibyd Pérez
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