EL MÁS O MENOS DE ROMINA PODEROSA

EL MÁS O MENOS DE ROMINA PODEROSA

Eligio Palacio Roldán

Terminó esta semana Romina Poderosa, la serie de Caracol TV inspirada en la clásica obra literaria de Alejandro Dumas, El Conde de Montecristo, o en La Usurpadora la telenovela venezolana que protagonizara Marina Baura por allá en los años setenta y tuviera varias versiones producidas en Venezuela y México, décadas después.

Romina, la Usurpadora colombiana, responde a las nuevas formas de contar historias a través de las plataformas de streaming: series narradas de manera ágil, con emoción y violencia, mucha juventud y belleza, cuerpos esculturales, escenarios y manejo de cámaras de película y flojas actuaciones.

Esa forma de contar historias, dirigida a una población joven, no es muy aceptada por el consumidor tradicional de televisión en Colombia y por ello es una de las razones para la caída del rating, de manera notable, de los canales privados. Romina, sin embargo, pasó de menos a más, estrenando con tan solo 5.54 puntos y marcando en el capítulo final 9.2, siendo la producción más vista en su capítulo final este año.

Lo más de Romina es el argumento siempre entretenido de la venganza y ese suspenso permanente en el proceso de ocupar el lugar de otro tratando de no ser descubierto, como poco a poco va quedando en evidencia, y el regreso a la pantalla de la actriz Zharick León, en el papel de su vida, con una actuación de antología en una interpretación muy parecida a la de Carolina Gómez en la serie antecedente, Ventino, que le merma brillo e impacto.

Lo menos de la novela, la actuación de casi todo el elenco, en especial la de los protagonistas Juanita Molina, el argentino Juan Manuel Guilera, Kevin Bury, el español Emmanuel Esparza y el siempre repetido Fernando Arévalo. Si alguna debilidad tienen las series de Caracol es desplazar el talento de actores de trayectoria por jóvenes, bellos e inexpertos principiantes, lo que le resta credibilidad a los personajes e identificación entre los televidentes de nuestro país. También, resulta desencantador la tendencia a dejar finales abiertos con miras a posteriores temporadas.

Se equivocan Caracol y RCN al dejar todas sus producciones dramáticas a merced del mercadeo y abandonar las novelas de autor, prueba de ello es la acogida de Ana de Nadie de RCN que ocupara el primer lugar en sintonía en el primer semestre del año y que de no haber sido por la mala imagen de RCN habría tenido un éxito arrollador. Todavía hay mucho espacio para este tipo de producciones en la televisión abierta e incluso en las nuevas plataformas como ha sido demostrado ampliamente con la repetición de íconos de la televisión colombiana como Betty la Fea, Pedro El Escamoso o Pasión de Gavilanes, entre otras.

Ahora llega a las noches de Caracol la segunda temporada de Pasión de Gavilanes, más internacional y desabrida que la primera. No sé por qué se entenderá internacional como acento mexicano, ese hecho demerita la obra de entrada.

ANTES DEL FIN

Que triste la política nuestra de cada día: corrupción y corrupción y acuerdos sobre lo mismo, la corrupción.

Se siente la crisis económica en esta semana de amor y amistad, menos comercio, menos industria, más desempleo, más pobreza… y menos amor, menos amistad.

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