LA OTRA VERDAD

LA OTRA VERDAD

Eligio Palacio Roldán

Verdad resultó ser que esa guerrilla, que atentaba contra la sociedad, tenía cómplices en todas las ramas del poder público y privado…

Llevo casi toda mi vida buscando la otra verdad, aquella que se escapa de mis sentidos, de mis saberes, de la verdad de mis semejantes. No en vano soy periodista, ingeniero y auditor. Tras un recorrido de ya más de cincuenta años, buscándola, tengo que llegar a la conclusión que esa otra verdad no existe y que tan solo existen las verdades individuales que por tiempos se cubren de colectivo, agazapadas tras la manipulación de uno o varios líderes ya sean políticos, religiosos o científicos, entre otros. Manipulación con la exposición de razones, publicidad, propaganda, o a la fuerza.

Verdad han sido dioses como Jesucristo, Alá, Zeus  y hasta el Sol. Verdad fue la tierra plana y que el sol girara alrededor de nuestro planeta. Verdad fue que los niños los trajera la cigüeña y que en Navidad llegara el niño Dios, cargado de regalos… Han sido tantas verdades derrotadas por el tiempo.

En Colombia, verdad fue que hubo unas guerrillas que luchaban por reivindicaciones sociales, casi todas de origen campesino. Verdad que se convirtieron en bandas criminales, dedicadas al secuestro, la extorsión y a atentar contra la comunidad que decía defender. Verdad fue que el mismo pueblo se tuvo que armar contra ella, desencadenando la barbarie del paramilitarismo. Verdad que ese pueblo temeroso y maltratado encontró en Álvaro Uribe Vélez su salvador y como tal lo adoró.

Verdad fue todo eso, en nuestro país, hasta que un presidente, Juan Manuel Santos, comenzó a imponer soterradamente otra verdad: una en que la otrora guerrilla dejó de ser sanguinaria y pasó a hacer parte de la dirigencia nacional y en que el llamado salvador de la patria pasó a ser un detenido más; quizás el más ilustre de los detenidos, pero uno más.

Verdad resultó ser que esa guerrilla, que atentaba contra la sociedad, tenía cómplices en todas las ramas del poder público y privado y hasta entre los educadores de colegios y universidades y en el periodismo, del que siempre se enseñó debía ser objetivo y ajeno a intereses mezquinos. Si de algo ha servido el proceso de paz con las Farc, ha sido para evidenciar esa complicidad.

¿Cuál otra verdad nos deparará la historia de Colombia en los próximos años? ¿La de otro país socialista, sin libertades ni aspiraciones individuales? ¿La de la miseria sin esperanza? Tal vez sea la hora de hacer un pare, rectificar el camino y lograr un país, si no en paz, por lo menos libre y con oportunidades para todos. Para ello, se requiere pensar en el futuro y no en las próximas elecciones y sacrificar el individualismo en pro de la comunidad.

Vuelven a ser eco las palabras del gran Álvaro Gómez Hurtado: En Colombia es necesario lograr «un acuerdo sobre lo fundamental».

ANTES DEL FIN

¿Cuántas verdades se cuentan entre los políticos colombianos? ¿Será posible que coincidan en las fundamentales?

A propósito, ¿Cuándo conoceremos la otra verdad del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado?

¿Será premonitorio el nombre del programa radial de Fernando Londoño Hoyos, “La Hora de la Verdad”?

«Uno si creía bobadas», dice mi hermana. Uno si cree bobadas, digo yo.

Anuncio publicitario

DARIO CARDONA ALVAREZ – 82 AÑOS DESPUÉS

DARIO CARDONA ALVAREZ – 82 AÑOS DESPUÉS

  • Hago ejercicio todos los días, desde antes de las 5 de la mañana
  • Me dedico a vivir de balde
  • He tenido negocios de trago y comercio, toda la vida
  • Soy de Ituango, pueblo guerrillero
  • No soy de izquierda. Yo no soy del lado de Petro, sino Uribista
  • Tuve bares de 120 mujeres, cuando a los hombres le gustaban las mujeres
  • Todos los negocios a la hora de la verdad son mentiras
  • Dos hijos se hicieron matar. Eran necios
  • En este momento no me duele nada
  • A mí no me gusta ser viejo, no vivo contento viejo… porque el viejo no sirve pa nada…
  • El tipo que se amañe viejo es que es guebón
  • Que hagan ejercicio. El ejercicio es muy bueno
  • No hay que molestar a nadie, pa no tener problemas

LOS MISMOS CON LAS MISMAS

LOS MISMOS CON LAS MISMAS

Eligio Palacio Roldán

“15 altos funcionarios de Duque vienen del gobierno Santos” tituló el portal de internet “La Silla Vacía”, el pasado 20 de agosto, mostrando como la transición entre los gobiernos entrante y saliente “no había sido tan brusca”. Y si eso sucede entre los altos funcionarios, mucho más ocurre en los mandos medios y bajos, que pasan de una a otra posición sin que casi nadie lo perciba, sin que casi nadie se pregunte por sus idearios políticos. Esta característica de los gobiernos colombianos se origina, sin duda, en El Frente Nacional.

El Frente Nacional fue una extraña fórmula de alternancia en el poder entre los partidos Liberal y Conservador para “poner fin” a la violencia de mitad del siglo XX, en Colombia. Operó entre 1958 y 1974,  y sentó las bases de la repartición de la burocracia en las ramas del poder público  y, obvio, de la corrupción que nos agobia.

Desde los inicios del Frente Nacional Colombia ha sido gobernada por una misma clase política que se “renueva”, con el pasar natural de los años, con los descendientes de unas pocas castas políticas. Por eso es normal ver como en los medios de comunicación e incluso en la plaza pública los dirigentes de los “diferentes” partidos políticos se enfrentan en intensas e interminables discusiones para luego verlos trabajando juntos, sin importar la supuesta ideología de los gobiernos de turno.

También se ve, como los presidentes al iniciar sus mandatos recortan burocracia y despiden contradictores, para sintonizarse con el querer popular, pero que poco a poco van reubicando en otras instituciones estatales, en una repartición obligada de favores. Favores que generan una especie de clase social zángana que solo se dedica a vegetar mientras logra su jubilación, en un desgreño administrativo que carcome las instituciones públicas.

Lo que fue una solución para lograr la paz entre liberales y conservadores se convirtió con el tiempo en un hecho generador de exclusiones, debilitamiento de la democracia y de muchas otras formas de violencia similares y aún peores que las que se pretendían evitar. Como consecuencia de ello surgieron las guerrillas de izquierda Farc, ELN y EPL y el movimiento paramilitar de derecha. Esta fue una lección que no se aprendió o no se tuvo en  cuenta en las negociaciones de paz entre el gobierno Santos y las Farc y cuyo desconocimiento generó nuevos fanatismos y confrontaciones que, seguramente, desembocarán, otra vez, en la muerte de centenares de colombianos, repitiendo otra historia sinfín de nuestra Colombia.

Terminado el Frente Nacional, los liberales, conservadores y alguno que otro personajillo   tecnócrata o de izquierda en el poder, no fueron capaces de dejar de depender del estado  y entonces se fueron camuflando, gobierno tras gobierno, con la manida teoría de que “La política es dinámica”

ANTES DEL FIN

Terminado el Frente Nacional, en el comienzo de la era del camuflaje entre uno u otro partido, un conocido personaje de Entrerríos – Antioquia afirmaba: Yo soy el más liberal de este pueblo, pero el pueblo solo va hasta “vuelta bonita”. En Medellín trabajaba con un gobernante conservador, partido contrario al suyo, del que denigraba constantemente.

Lo mismo que le sucedía a mi paisano, le ocurre a centenares de colombianos que viven denunciando los gobiernos por corruptos, posan de decentes, organizan marchas anticorrupción y a la vez reciben ingresos de esos mismos gobiernos, que critican, por desarrollar costosos proyectos cuyos efectos nunca se hacen tangibles.

Las embajadas del gobierno Duque, al igual que las de Santos, Uribe y todos los demás son otra prueba de que siempre son los mismos con las mismas. No importa que se dediquen a negocios particulares o las reciban como un premio por su “lealtad” con el gobierno de turno y le aporten poco o nada al país.

LAS MALAS COMPAÑÍAS

LAS MALAS COMPAÑÍAS

Eligio Palacio Roldán

“Que pereza andar al lado de un tipo tan vanidoso y vacío como Sergio Fajardo”

Son incontables los recuerdos de la mamá. Uno de los más comunes es: “Mijo, ojo con las malas compañías”. Una mala compañía es aquel amigo que tiene alguna actuación non sancta que escandaliza, va contra las normas éticas y/o morales y que, como también dicen las mamás, “lo pueden llevar por el mal camino”.

Es tan común la recomendación que obviamente influye en el propio comportamiento y por eso hay prevención cuando algún conocido resulta siendo, por ejemplo, drogadicto, corrupto, “ladroncito”, paramilitar o guerrillero. Y al paso que vamos: político, magistrado, ingeniero…

En la política pareciera que no importan las malas compañías. Sin embargo, a la hora de votar, es fundamental el análisis para poder predecir el futuro del país tras la elección de uno u otro candidato. Veamos algunas malas compañías conocidas.

Los paramilitares que llenaron de sangre y terror los campos colombianos. ¡Qué miedo!

Las Farc que llenaron de sangre y terror los campos colombianos y desencadenaron el fenómeno del paramilitarismo. ¡Qué miedo!

Los parapolíticos que apoyaron a los paramilitares. ¡Qué miedo!

Gustavo Petro por su mala alcaldía de Bogotá y sus tendencias chavistas. ¡Qué miedo!

Piedad Córdoba por sus innegables relaciones con la guerrilla. Bueno, aunque eso ahora está in.  ¡Qué miedo!

Iván Cepeda por su oscuro izquierdismo. ¡Qué miedo!

El Exprocurador Alejandro Ordoñez por su oscurantismo político y religioso. ¡Qué miedo!

Viviane Morales por pretender poner el estado al servicio de la religión. ¡Qué miedo!

Germán Vargas Lleras, por haber hecho parte del desgobierno Santos y haber permanecido callado. Le puede la ambición de poder sobre cualquier cosa. Además qué arrogante. ¡Qué miedo!

José Obdulio Gaviria, la perversidad al servicio de la política. ¡Qué miedo!

Fernando Londoño Hoyos, el dueño de la verdad sectaria y discriminatoria.

Ernesto Samper, punto de no retorno en la escalada de corrupción en Colombia.

Cesar Gaviria, símbolo del “manzanillismo” del siglo pasado.

Alvaro Uribe Vélez por sus “malas compañías”, por haber impulsado la corrupción en la búsqueda de la reelección, por sus ansias de poder enfermizas. Por su odio. ¡Qué miedo!

Juan Manuel Santos por haber hecho un mal arreglo con las Farc, por su arribismo internacional, por los ríos de mermelada con que “aceitó” la corrupción en el país.  ¡Qué miedo!

Hernán Andrade, Musa Besaile, Luis Gustavo Moreno, Alejandro Lyons, Leonidas Bustos, etc, etc, etc y los cientos de corruptos que se tomaron el poder en Colombia. ¡Qué miedo!.

Marta Lucía Ramírez, Ivan Duque, Humberto de la Calle y Sergio Fajardo parecen ser “buenas compañías” pero, ¿que resultan siendo los buenos que siempre andan con los malos, a su lado? Yo daría la misma recomendación de las mamás: Cuídense de ellos.

ANTES DEL FIN

Puede ser una buena compañía, a pesar de los líos de la biblioteca de Santo Domingo Savio, las pirámides de Medellín y los Parques Biblioteca, pero que pereza andar al lado de un tipo tan vanidoso y vacío como Sergio Fajardo.

Dirá la historia que entre los parapolíticos hubo gente decente que pagó cárcel. También dirá que los políticos auxiliadores de la guerrilla permanecieron en la impunidad como los asesinos que apoyaron.

Increíble ver un asesino de las Farc de candidato a la presidencia. (Vea  LA PAZ DE LOS VIEJITOS https://eligiopalacio.com/2015/09/29/la-paz-de-los-viejitos/)

GUSTAVO VILLEGAS, QUIEN ESTE LIBRE DE PECADO…

GUSTAVO VILLEGAS, QUIEN ESTE LIBRE DE PECADO…

Eligio Palacio Roldán

De vez en cuando las autoridades judiciales o los organismos de control, con que cuenta el Estado, descubren que el “agua moja”, que los miembros del gobierno local o nacional o los líderes del país tienen alguna relación con la delincuencia. ¡Vaya novedad en un país con cuarenta años de historia de narcotráfico! Es obvio que ese delito ha permeado nuestra sociedad, nuestra cultura y, claro, nuestra dirigencia, pero hay una doble moral al hablar de este drama de la Colombia que nos tocó habitar.

Sobre la captura del Secretario de Seguridad de Medellín, Gustavo Villegas, dice el diario El Colombiano, en su edición en internet: “Se pudo establecer que a través de una información que se brindaba a cabecillas de estructuras criminales como alias ‘Pichi’ y ‘Julio Perdomo’ se pretendía que esto favoreciera el sometimiento de algunas estructuras criminales ante la justicia con el fin de obtener beneficios en los procesos de paz y negociaciones que se vienen haciendo”, dijo Carrasquilla.”

Es lógico, necesario, obvio, evidente que quien se encargue de la seguridad de Medellín tiene que hablar con los delincuentes, para lograr algo de gobernabilidad. Las bandas criminales dominan la ciudad de norte a sur, de oriente a occidente y hay que estar ciego para no darse cuenta. Basta hablar con un tendero, con un transportador, con un propietario de algún vehículo. Esta situación es la misma desde hace muchos años y la única esperanza está en la inversión social y en la generación de educación, bienestar y empleo digno y bien remunerado para los habitantes de la ciudad, que transformen el modo de pensar de las futuras generaciones. La otra opción, la confrontación directa de las autoridades, ocasionaría miles de muertos.

Invito  leer
MEDELLIN ILEGAL https://eligiopalacio.com/2014/07/01/medellin-ilegal/
EL ALCALDE DE MEDELLÍN https://eligiopalacio.com/2014/10/22/el-alcalde-de-medellin/

No sé cómo se escogen los chivos expiatorios de nuestra cruda realidad y no sé cómo, las autoridades, son ciegas ante evidencias como la relación del Presidente Santos con las Farc, desde hace más de 20 años, la de cientos de políticos con la misma guerrilla, la de las autoridades civiles y militares y los gobernantes con los grupos al margen de la ley, la de la sociedad colombiana con los paramilitares. Tampoco sé cómo vamos a enfrentar organizaciones criminales como el Clan Usuga, que logró lo que nunca pudieron hacer las Farc: dominar las ciudades.

Invito a leer
EL «COMPLOT» DE SANTOS https://eligiopalacio.com/2016/05/19/el-complot-de-santos/

Los recientes acuerdos entre el gobierno Santos y las Farc hablan de una paz utópica. La única posibilidad de paz en Colombia es el arrepentimiento real de los sectores involucrados y una ley de punto final para todos los grupos al margen de la ley, y digo todos, incluido el Clan Usuga y los miles de colombianos dedicados a la producción y comercialización de drogas ilícitas. Otra utopía, pues para ello es necesaria la legalización, de esas mismas drogas, a nivel mundial.

Soy reiterativo: la paz en Colombia se logrará, a largo plazo, si los gobernantes le apuestan a la educación y a la inversión social; mientras tanto, mientras se gana tiempo para vencer la guerra, la convivencia con la delincuencia es un hecho, un hecho que no podemos ignorar y sobre el que no tenemos ningún derecho a juzgar, porque como diría Jesús de Nazareth “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”.

Invito a leer
LA OTRA HISTORIA DE LA COMUNA 13 DE MEDELLIN https://eligiopalacio.com/2017/04/26/la-otra-historia-de-la-comuna-13-de-medellin/

ANTES DEL FIN

No conozco al señor Villegas.

Sobre Medellín:

  • Por primera vez en su historia reciente, las vías de la ciudad están llenas de huecos.
  • Los carriles exclusivos para buses, en las vías, podrían ser una buena opción para mejorar la movilidad en la ciudad, si no permiten que continúen siendo parqueaderos.
  • ¿Cuándo dispondrá Medellin de un buen restaurante y/o café bar en la vieja estación del tren en La Alpujarra?, el turismo creciente en la zona lo amerita.
  • Impresionante el desarrollo inmobiliario de El Hueco, se recuperó el centro, en se sector. Incluso el Parque de las Luces. Le faltan salas de cine.

PAZ: URIBE ENTRE EL AMOR Y EL ODIO. SANTOS EN EL MEDIO

PAZ: URIBE ENTRE EL AMOR Y EL ODIO. SANTOS EN EL MEDIO

Eligio Palacio Roldán

Pasión más viva que la amistad es el odio.

Marqués de Vauvenargues

Desde el gimnasio, al que fui aquel día 27 de junio de 2016, en la carrera 80 con 42 hasta mi casa, carrera 89 con 43, en la ciudad de Medellín, unas 12 cuadras y unas 15 cafeterías, tiendas o restaurantes, los televisores sintonizaban la televisión nacional. En las Pantallas Juan Manuel Santos y en las miradas y en las palabras, obscenas, la rabia y el odio por el presidente y su propuesta de paz con las Farc.

El cuatro de julio cumplió años el expresidente Alvaro Uribe Vélez y en twitter fue tendencia durante todo el día  @UribeParacoHP. También lo fueron #FelizCumpleanosUribe  y #UribeColombiaSiTeQuiere. El expresidente se mueve entre el amor y el odio. El odio parece crecer con el paso del tiempo. Ver ALVARO URIBE VÉLEZ https://eligiopalacio.com/2016/04/06/alvaro-uribe-velez/.

Nada nuevo, desde luego. Desde que tengo conocimiento sé que al hombre lo ha movido más el odio que el amor.  Es una pasión más viva que la amistad, dice el Marqués de Vauvenarguez y “Colombia es Pasión”.

Define la Real Academia de la Lengua Española odio como: “Antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea”. Y si, la historia de nuestra dirigencia está llena de historias de odio, a pesar de representar la misma clase social, o quizás por ello.

Hay  entre nuestra dirigencia una larga historia de odios: entre Bolivar y Santander, conservadores y liberales, laureanistas  y ospinistas, lopistas y lleristas, samperistas y pastranistas. En fin, tantos otros hasta llegar, y creo que por mucho tiempo, al odio entre uribistas y antiuribistas. Porque en esta nueva historia de odios el protagonista, creo que por primera vez en nuestra sangrienta historia, es el mismo personaje. Y es que a Santos no se le odia o se le quiere por dialogar por las Farc, ni por ser el nuevo mejor amigo del nefasto gobierno de la hermana república de Venezuela. No. A Santos se le odia por “traicionar” a Uribe. O más sencillamente por negarse a ser su ventrílocuo. Se le acepta por la misma razón. No se le ama.

Y en esta historia de amor y odio hacia o contra Uribe, Santos no ha permanecido como actor invitado. No, desde un comienzo de su primer gobierno trató de borrar a Uribe, trató desmitificar su nombre y de ahí, claro, las medidas contra sus más allegados, de la mano de una Fiscalía bastante cuestionada, bastante desacreditada. De ahí la aparición de hechos y personajes tan mediáticos como el espionaje del hacker Sepulveda, que se quedó en nada. De ahí, el cuestionamiento del proceso de paz con los paramilitares que, si a comparaciones vamos, resultó siendo demasiado oneroso para sus protagonistas comparado con lo que se negocia con las Farc.

Todos sabemos que el origen de los crímenes de los paramilitares está en los abusos de la guerrilla y sin embargo, los primeros resultaron pagando varios años de cárcel mientras que quienes son la causa inicial de sus desmanes van a ir al congreso a gozar de una vejez propia de los “próceres” de la patria. (Ver LA PAZ DE LOS VIEJITOS https://eligiopalacio.com/2015/09/29/la-paz-de-los-viejitos/)

En fin, vaya paradoja, la paz con la Farc la definirá el odio contra Uribe. Si el gobierno Santos y la misma guerrilla logran cambiar el inmenso amor de la mayoría de los colombianos por este personaje –como parece lo están consiguiendo con la ayuda del propio Uribe-, triunfará la paz. Lo dudo. Tendrán que acudir a otra traición con el pueblo y sin duda se originará una nueva guerra. Nuestra historia, nuestra misma desgraciada historia. (Ver LA GUERRA EN COLOMBIA (VIDEO) https://eligiopalacio.com/2013/10/25/guerra-video/).

ANTES DEL FIN

La inflación en Colombia sigue subiendo: En el primer semestre del año, se ubicó en el 5,10% presionada por alimentos con el 8,36%, salud 6.03% y educación 5,76%. La inflación acumulada en los últimos 12 meses 8.60%.  Preocupante.  La tasa de interés sigue subiendo en un intento desesperado del banco de La república para controlar la inflación. Adiós proyectos de construcción, de viajar. A reducir costos y gastos y a contribuir en la desaceleración económica del país. ¡Qué vaina!

EL LADO OSCURO DE LOS COLOMBIANOS DE BIEN

EL LADO OSCURO DE LOS COLOMBIANOS DE BIEN
Eligio Palacio Roldán

Escribe hoy en El Espectador, María Elvira Bonilla, una inquietante columna donde relata que el comisionado de paz Sergio Jaramillo alertó a un grupo de empresarios sobre los 13.000 folios con que dispone la Fiscalía General de la Nación en donde aparecen  involucrados cientos de empresarios por apoyar a los paramilitares, en sus acciones violentas. (http://www.elespectador.com/opinion/todos-cama-todos-el-suelo).

Dice la columnista que La información del alto comisionado a los empresarios puede entenderse como un llamado para empezar a entender el tema de la justicia de otra manera…”; casi que una amenaza, diría yo. El problema es que el comisionado tiene la razón y sus advertencias están bien fundadas.

Todos sabemos que los paramilitares y las bandas criminales involucran a comunidades enteras, de manera voluntaria o a la fuerza, cubriendo los espacios vacíos que dejó un estado incapaz de brindar seguridad a los colombianos. Todos sabemos que muchas organizaciones paramilitares nacieron de decisiones de los empresarios, apoyados por autoridades civiles y militares.

Ha sido tal la indefensión de los colombianos ante la guerrilla que, sin poder evitarlo, caímos en la rueda sin fin de la guerra y desarrollamos, quizás sin una conciencia clara, una maldad de la que aún no somos conscientes (Ver   LA MAQUINA DE LA VERDAD http://wp.me/p2LJK4-1gg)

Sobre la maldad presente en el ser humano escribió una estupenda novela Italo Calvino, EL VIZCONDE DEMEDIADO. En otra guerra de nuestra historia, esta vez entre cristianos y turcos, en el siglo XVII, el Vizconde es dividido en dos y cada una de sus partes toma su propio rumbo: una es la parte mala y la otra la buena. Tanto el bueno como el malo no recobran la paz hasta que vuelven a unirse en un solo ser, hasta estar completo, luego de un gran duelo entre ambos.

La lección de la novela de Calvino es la que quizás debiéramos aprehender todos los colombianos. Aceptar nuestro lado malo, nuestro lado mezquino en esta historia de una guerra que no termina. Aceptar que la maldad no está solo en Santos, o en Uribe, o en las guerrillas de izquierda, o en las de derecha, Aceptar que en todos los seres humanos y en sus acciones hay partes buenas y malas, que nada es blanco o negro, que existen matices.

No solo la guerrilla ha hecho derramar lágrimas sobre Colombia, ¿cómo olvidar los “falsos positivos”?, ¿cómo olvidar las desapariciones de estudiantes en los años 70 y 80?, ¿el desplazamiento?, ¿las masacres?.

Es el tiempo de preguntarse quién de nosotros no ha tenido algo que ver en esta guerra, ya sea por acción o por omisión. Cuál colombiano no tiene una historia de miedo, de silencio cómplice, de colaboración voluntaria u obligada con algún frente de la guerra.

Quien mide objetivamente cuál de los sectores ha contribuido más a esta violencia, cuáles son los buenos y cuales los malos. Yo creo que nadie y para qué…

Quizás debamos dejar todo atrás y tratar de olvidar o al menos superar lo que nos ha dividido, y volver a ser, o más bien ser, por primera vez, una sola Colombia, feliz, en una imitación de EL VIZCONDE DEMEDIADO.

ANTES DEL FIN

Italo Calvino, escritor nacido en Cuba, pero de origen italiano y residenciado en ese país casi toda su vida, es para mí el mejor escritor del siglo XX no solo por la calidad de las historias de sus novelas sino por los mensajes que pretende transmitir. Los cuentos de El Viajero, de www.eligiopalacio.com, están inspirados en su obra LAS CIUDADES INVISIBLES.

ESPERANDO LA MUERTE

ESPERANDO LA MUERTE
Eligio Palacio Roldán
Diapositiva2
 
Centenares de laparianos desfilaban hacia el cementerio, en esta tarde gris de septiembre, seguían un vehículo color negro, con una cinta morada y una corona de flores, aunque había silencio, no se percibían restos de llanto o desesperanza y no se vislumbraba la presencia de algún sacerdote.

 El Viajero leyó sobre la cinta: “Aquiles Pérez Santos 1889-2001”.  Sonrió y tarareó una vieja canción…

“Todo lo acaban los años 
dime que te llevas tu
si con el tiempo no queda
ni la tumba ni la cruz”

Siendo muy niño, alguna vez, Aquiles, escuchó que una pariente había fallecido por una hemorragia, fueron varios días lavando las sábanas para desmancharlas; un día tropezó y su rodilla comenzó a sangrar, entonces creyó que iba a morir. Lloró, sin consuelo, por varias horas, hasta que logró que su padre le comprara un ataúd. Su obsesión por la muerte les hizo pensar, a muchos, que su vida sería breve. Tenían razón, su existencia fue corta; se reusó a vivirla por miedo al “más allá”.

 Aquiles celebró 109 navidades con la muerte, ahí, debajo de su cama. Cada diez años cambiaba su deteriorado ataúd. Siempre tuvo presente que muy pronto se iría a morir, pero la muerte se demoró en llegar.

 En las noches, sin luna, la muerte invadía todo su espacio, la sentía tan próxima que solo atinaba a llorar, tanto que, sus lágrimas mojaban dos docenas de pañuelos de seda, blancos. Las luces artificiales se encendían con prontitud para evitar el terror; pero, afuera, la oscuridad lo dominaba todo.

 Nunca quiso cerrar sus ojos, le parecía que si lo hacía se iba a morir.

 Vio la muerte en cada animal, en cualquier corriente de agua, en los árboles, en los vehículos, en su casa. Caminaba lerdo tratando de descubrir las amenazas, los peligros. Su mirada recorrió, con pánico, cada hueco, cada precipicio, algún elemento punzante. Se la pasaba describiendo “las mil y una” formas de cómo llegaría la muerte, a terminar con su vida.

 En las noches de violencia, en Lapario, durmió debajo de la cama, entre su ataúd,  tratando de escuchar los pasos, primero de la chusma, luego de las guerrillas de izquierda o de derecha, de los narcotraficantes o de los delincuentes comunes, que llegarían por él, para matarlo.

 Nunca saludó a un enfermo, ni asistió a un entierro. Tal vez se contagiara.

 En las calles, se le vio siempre con un pañuelo, blanco, en la mano con el que cubría su boca y nariz. Algunos dijeron que era boquineto, otros que tenía una hermosa boca, que cubría por miedo a las infecciones.

 En su casa, nadie podía usar su vajilla y sus cubiertos; primero su mujer y luego quienes le cuidaron tenían que estar vestidos de blanco y desinfectados, para estar en contacto con él o con sus alimentos.

 Cuando hizo el amor con su mujer se desinfectó obsesivamente antes y después del coito, no fuera  que le contagiara alguna enfermedad. Nunca la besó.

 Tampoco besó a sus hijos, ni los acompaño en sus resfriados. Que tal que se enfermara.

 Nunca le estrechó la mano a alguien. Para el saludo de paz, en las épocas en que asistía a misa, usó guantes.

 Y la muerte llegó tranquila, a pleno sol de mediodía, lo encontró durmiendo en su cama, con una dulce sonrisa en los labios.

 

MEDELL IN IN SOSTENIBLE

MEDELL IN  IN SOSTENIBLE
Miriam Matamba
Eligio Palacio Roldán

20140501_121616

Para la familia Valderrama el desplazamiento es su historia de vida. Todo comenzó 20 años atrás, en Turbo, vivían de los cultivos de plátano, cebolla y yuca en la finca del abuelo; un día llegó la guerrilla y los obligó a compartir su cosecha, también a brindarles alimento y techo, a guardarles sus provisiones y sus armas… Después, la historia fue la misma de la Colombia desplazada, llegaron los paramilitares, u otra guerrilla, o los militares, eso no importa, y unos decían que no podía proteger a  los otros y los otros que a los otros, y los amenazaron; dos días para desocupar, les dijeron. Un tío dijo que no, que primero muerto y lo asesinaron y entonces “tocó” huir hacia Medellín, dejando atrás su tierra, su razón de ser y de estar, en este mundo.

Al llegar a Medellín, la familia Valderrama estaba constituida por los dos padres, cuatro hijos, tres hombres y una mujer, también, dos tíos, la abuela y un amigo; de los hijos, uno está en Popayán, en la cárcel, otro murió de sobredosis de droga, con otros dos amigos, en El Popular I, Comuna Nororiental de Medellín, y dos residen en Altos de la Torre, sector centro oriental de la ciudad, con la madre; el amigo murió a los tres días de haber llegado de Turbo, “Pensó que uno se bajaba de un bus como de un caballo y no esperó que el vehículo frenara…”

Llegaron, sin nada, donde unas primas, a Manrique Las Cruces; luego, pidiendo limosna y vendiendo limones en el sector de Tejelo, en el centro de la ciudad, construyeron un rancho, primero de plástico y luego con tablas que les regalaban; allí vivieron durante tres años, hasta que llegó, de nuevo,  la guerra; tenían que permanecer encerrados desde las cinco de la tarde; hasta que, una noche, tuvieron que huir por miedo a ser asesinados; así arribaron a donde viven hoy, al barrio La Torre.

Otra vez, sin nada, a comenzar de nuevo, a donde una amiga de la mamá; después, también, pidiendo limosna, pudieron construir su rancho; ahora se sienten bien, trabajan limpiando parabrisas en los semáforos, reciclando, en construcción; como todos los del barrio.

BARRIO LA TORRE

Los niños del barrio asisten a una escuela a media hora de camino; no tienen que aportar dinero, tanto la matrícula como el uniforme, útiles y refrigerio son gratuitos; no obstante, solo estudian hasta sexto o séptimo grado, muy pocos terminan el bachillerato; se dedican a trabajar en lo que puedan: Reciclaje, construcción… otras fuentes de ingresos son las limosnas y la colaboración de la Fundación Las Golondrinas, que hasta les brinda mercado. Muy pocas veces, reciben ayuda de la alcaldía de Medellín.

“Lo más duro del barrio, después de la pobreza, son las escalas”, dice jocosamente uno de sus habitantes; no reciben ayuda del estado y si muchos engaños de los políticos. Ahora tienen energía y alcantarillado, aunque éste contamina una quebrada cercana. No disponen de agua potable, ni de espacios para la recreación; en las tardes  y los fines de semana los niños, jóvenes y adultos se reúnen en las callejuelas a jugar y conversar; no hay posibilidades de distracción; la drogadicción y la prostitución son pan de cada día.  Los senderos peatonales están pavimentados, como fruto del proyecto Jardín Circunvalar o Cinturón Verde, que se proyecta en la ciudad, y al que le temen por un posible desalojo.

“Para salir de la pobreza hay que buscar trabajo pero la mayoría de la gente se queda durmiendo, hay una problemática muy grande y es que, por ser desplazados, siempre están esperando que les den; no hacen nada por salir de la situación”, dicen algunos. Sin embargo, quienes logran terminar el bachillerato tampoco consiguen empleo. Están enfermos de nostalgia, de desarraigo.

El origen de las gentes del barrio, en su mayoría, es Urabá; llegaron huyendo de miedo a morir a manos de alguno de los actores del conflicto armado.

La convivencia es buena, el barrio es seguro; en la parte de arriba existe un CAI, pero cuando se presenta un problema, los agentes llegan, por ahí, media hora más tarde; por ello, la vigilancia está en manos de “los muchachos” que garantizan la tranquilidad del sector y cobran vacunas a los transportadores para su sostenimiento; antes había una guerra entre combos, pero ya está todo controlada.

En el barrio se consume mucho licor y droga, hay varios puntos de venta en la zona; gran parte de los jóvenes son drogadictos, desde los doce o trece años. La mayoría no terminan bachillerato; piensan y sienten que para qué estudian si no hay futuro; hay una negación a cualquier posibilidad. Algunos tienen la esperanza puesta en la Fundación EPM, aunque se sienten atrapados en la pobreza.

Bienestar familiar va y hace censos, nada más; la Alcaldía y la Gobernación pocas veces se hacen presentes. La mayoría de las mujeres son cabeza de familia.

Todo en el barrio, La Torre, se origina en el reciclaje: las paredes, los techos, los pisos de las casas, las ropas que visten las gentes,y la misma gente que se recicla de desplazamiento en desplazamiento, entre violencia, pobreza y desesperanza sin que la sociedad y el estado hagan mayor cosa por un futuro diferente al de reciclar desgracias.

 

DESAPARECIDOS

DESAPARECIDOS
Eligio Palacio Roldán
¿Y qué hacemos el resto de colombianos para aliviar el dolor de las familias de los desaparecidos? Muy poco realmente.
20130508_125527[1]

En el transcurso de mi existencia ya contabilizo dos seres muy cercanos que han desaparecido, sumiendo a sus familias en la desesperación y la incertidumbre. El primero, Ramón Angel Villa Palacio, un primo que pasó los últimos años de su vida secuestrado y Juan David Torres Avendaño, hijo de una familia que quiero muchísimo. Muy pocos, dirán algunos de los lectores, pero demasiados, pienso yo, para percibir el desespero, la angustia y el dolor de las familias atormentadas por esta tragedia.

Recuerdo a la esposa y las hijas de Ramón, cada ocho días, todos los miércoles, en el atrio de la iglesia “La Candelaria” en Medellín, pidiendo al cielo la solidaridad de algún transeúnte que les ayudara a hacer algo, para lograr el regreso de su ser querido. También, su desesperanza creciente.

De esta semana, quedará en el recuerdo, la desaparición de Juan David, la unión de su familia, la persistencia en la búsqueda en todos y cada uno de los rincones de la ciudad, la desesperación, las conjeturas, la solidaridad de muchos, la imprudencia de otros y la maldad de unos pocos, con sus bromas pesadas.

Quedarán, también en el recuerdo, las reflexiones sobres las fuentes del dolor humano y la conclusión de que la desaparición de un ser querido es una de las principales, superior incluso al que produce la muerte misma.

Esta última desaparición, de Juan David, con final feliz, gracias a la solidaridad de un ciudadano me hizo aterrizar en la realidad colombiana y en la indiferencia de la mayoría de nosotros, ante este mal que aqueja a nuestra sociedad.

Según informó el diario El Tiempo, esta semana, en una columna de Gonzalo Castellanos, en el primer trimestre de este año en el país se cuentan más de mil desaparecidos y en bolsas plásticas permanecen unos 20.000 cadáveres que nadie reclama. Según el diario El Mundo, de Medellín, los desaparecidos en Colombia suman 75.350 y en Antioquia 9.000, 60% de ellos en Medellín.

Si multiplicamos 75.350 desaparecidos por unas 50 personas entre familiares y amigos que se ven afectados, tenemos 3.767.500 colombianos perturbados por este problema, un 8% de la población.

¿Y qué hacemos el resto de colombianos para aliviar el dolor de las familias de los desaparecidos? Muy poco realmente.

En Medellín, las familias de los desaparecidos exponen su dolor, como un grito silencioso, a través de la Corporación Madres de la Candelaria, en el atrio de la iglesia del mismo nombre, cada ocho días, los miércoles.

La Corporación se fundó en 1998 y pretende recordarle a la sociedad y al Estado que hay centenares de desaparecidos a quienes sus familias no olvidan y a quienes, a pesar del paso del tiempo, aún esperan. Según Mario Calle, uno de sus integrantes, la mayoría de las desapariciones se han dado por el reclutamiento de niños y jóvenes por la guerrilla y por la acción delincuencial de paramilitares y narcotraficantes.

La presencia de los familiares en el Parque Berrío y la exposición de las fotografías de los desaparecidos, desafortunadamente, se han convertido en paisaje y son muy pocos los ciudadanos que le prestan atención.

Tal vez sea la hora de encontrar una nueva dirigencia en el país, que canalice las buenas energías de la sociedad, y que a través de la solidaridad, como la demostrada esta semana en el caso Juan David, nos permita en un día, ojalá no muy lejano, erradicar las desapariciones, uno de los peores flagelos de nuestra época.

ANTES DEL FIN
Esta semana me exhortaron para que diferenciara entre desaparecido y perdido: Según la Real Academia de la Lengua Española, el primero corresponde a lo “dicho de una persona, que se halla en paradero desconocido, sin que se sepa si vive”, y el segundo “Que no tiene o no lleva destino determinado”. Los perdidos, generalmente están poniendo “cachos”, dice una amiga.

A %d blogueros les gusta esto: