ALASKA – LAS VEGAS, DEL GOCE AL DESEO
Eligio Palacio Roldán
Pensando en la manera de abordar lo que sentí en un reciente viaje a algunos parajes de Alaska, la ciudad de Las Vegas y El Cañón del Colorado y relacionándolo con otros como Caño Cristales, Inírida, Finlandia o Argentina, entre otros, me encontré en internet una definición de goce que me pareció muy pertinente: “El goce abre puertas hacia uno mismo mientras que el deseo las abre hacia el Otro. … Es esa la diferencia con el goce…”
Viajar y viajar especialmente solo, sin duda, abre las puertas hacia el ser interior; el deseo queda en un pensamiento pueril porque los escenarios que llegan a tus ojos y recorren tu piel llenan de euforia todo tu espíritu. Éste último viaje me trajo un contraste cuya percepción no tenía tan clara: la diferencia entre el esplendor que te regala la naturaleza (Alaska) y el que te ofrece el hombre (Las Vegas).
Aunque ambos tienen como elemento común el riesgo; por asistencia, por alegría, por la forma de aparecer en los diferentes espacios diría que los humanos se sintonizan más por lo que ofrece el hombre que por lo que brinda la naturaleza. Podría ser cuestión de costos, tal vez; sin embargo, creería hay algo más, algo que va del goce al deseo.
En el disfrute de la naturaleza hay un poco de miedo a los paisajes desconocidos, a enfrentarse con los misterios de la naturaleza, con alguna dificultad climática; con pasar malos momentos. En lo que brinda el hombre está el respaldo de la tecnología, el bienestar que genera la sociedad de consumo: hoteles, restaurantes, discotecas, etc. Ahora bien, el último espacio ofrece un ingrediente adicional, el poder mostrar al otro cuanto se disfruta, cuantos recursos se poseen, cuanto nos atienden como reyes. En fin, creo que en el bienestar que se obtiene con los recursos diseñados por el hombre está la satisfacción del deseo mientras en el de la naturaleza el goce.
Hablando de Las Vegas, impacta la ciudad: luces, artistas, avenidas y ese gigante casino multicolor que recorre hoteles, cuadras, avenidas. Creo que esta es la verdadera “Ciudad Luz”.
Colombia ofrece posibilidades para el goce y para el deseo: para el primero recomiendo Caño Cristales, Inírida, Chiribiquete, Sierra Nevada o Guajira, entre otros; para el segundo, Cartagena o cualquiera de las grandes capitales del país.
Antes del fin
Primero la pandemia del Coronavirus, ahora la guerra. A la crisis del sector agrario provocada por el costo de los insumos, se suma este nuevo ingrediente. Aumentarán más los costos de producción. El hambre parece inminente.
¿Tendrán la razón los profetas del fin del mundo?
En tiempos de crisis se hacen más apremiantes las buenas decisiones. Colombia, necesariamente tiene que elegir bien, de lo contrario la catástrofe será inevitable.