DAÑO PATRIMONIAL EN LA ADMINISTRACIÓN DE PERSONAL
Eligio Palacio Roldán

“Los funcionarios, ustedes, son el bien más preciado de esta institución”, dicen y repiten una y otra vez los directivos de las entidades del estado sin ni siquiera dimensionar el contenido de sus palabras, palabras que resultan siendo huecas, falsas, sin sentido.
“Que el bien más preciado de las empresas son las personas” debería ser verdad, las personas con su esfuerzo, su trabajo diario y sus iniciativas, las crean, las fortalecen, las hacen exitosas. Las empresas generan a los trabajadores los ingresos que les permiten desarrollar su vida personal a la par con su crecimiento como profesionales. Ese crecimiento, los hace valiosos para si mismos, para la sociedad y para las mismas empresas, a tal punto que para estas últimas se convierten en un verdadero activo, activo intangible por supuesto.
Mucho se habla en los medios de comunicación y en los mentideros políticos del detrimento patrimonial: un elefante blanco acá, otro allá, un contrato para favorecer a algún amigo sin una ejecución presupuestal acorde a lo esperado, una decisión insensata que genera costos o gastos poco razonables, etc
El artículo 6º de la ley 610 de 2000, define el Daño Patrimonial en los siguientes términos: “… se entiende por daño patrimonial al Estado la lesión del patrimonio público, representada en el menoscabo, disminución, perjuicio, detrimento, pérdida, (uso indebido) o deterioro de los bienes o recursos públicos, o a los intereses patrimoniales del Estado, producida por una gestión fiscal antieconómica, ineficaz, ineficiente, (inequitativa) e inoportuna, que en términos generales, no se aplique al cumplimiento de los cometidos y de los fines esenciales del Estado, particularizados por el objetivo funcional y organizacional, programa o proyecto de los sujetos de vigilancia y control de las contralorías. Dicho daño podrá ocasionarse por acción u omisión de los servidores públicos o por la persona natural o jurídica de derecho privado, que en forma dolosa o culposa produzcan directamente o contribuyan al detrimento al patrimonio público”
Si se concluye que los trabajadores, los funcionarios, del estado son activos intangibles valiosos, truncar su carrera al interior de las instituciones, removerlos o asignarles funciones que no están acordes a sus conocimientos y/o experiencia es un detrimento, un daño patrimonial para el estado. Siendo esta premisa cierta, no se entiende como los gobernantes, los directivos de turno entran “barriendo” con todos los que no sean afines a su concepción política y/o administrativa.
La carrera administrativa, cuyos orígenes se remontan a 1938, en el gobierno de Eduardo Santos, es una talanquera para proteger el intangible del conocimiento y la experiencia de los funcionarios del estado, que se queda corta por cuanto gran parte de los cargos son de libre nombramiento y remoción y más allá de ello por los manejos personalistas que dan los directivos de turno a su gestión y que, en muchas oportunidades, por pasiones personales o corrupción dan al traste con el activo intangible en que se constituyen los trabajadores del estado.
ANTES DEL FIN
La situación del clima es cada vez más compleja para nuestro país, hablo del estado del tiempo y del desastre al que nos lleva la clase política cada vez más delirante y caótica.
Es la primera vez que, en mis columnas, utilizo el término mentidero político, aunque lo uso con alguna frecuencia en conversaciones habituales. Al escribir la palabra mentidero tuve la sensación de que quizás no existía y fuera un apelativo a las mentiras que dicen los políticos en sus tertulias y campañas electorales. No hay tal, la palabra mentidero si existe y la define la Real Academia de la Lengua Española como “Lugar donde se reúne la gente a conversar o Grupo humano o ambiente en el que se comentan noticias de algunas parcelas de la actualidad…”
Aunque es la misma temática de decenas de telenovelas colombianas, el narcotráfico, la serie del Canal Caracol sobre la historia de Carlos Lehder está bien hecha, bien actuada y con libretos ágiles y bien logrados. Se destaca la actuación de Sebastián Osorio, un gran actor de las nuevas generaciones.