LAS PARCELACIONES
Eligio Palacio Roldán
Quienes han viajado por carretera por las mismas vías, como yo, por más de veinte años continuos, son testigos de la transformación de nuestros paisajes, en las noches los campos se asemejan cada vez más a un firmamento tachonado de estrellas, en el día, sorprenden las construcciones de verdaderas mansiones con una arquitectura vanguardista y hasta estrafalaria, privilegio hasta hace poco para grandes fortunas lícitas o ilícitas.
La transformación de los paisajes se debe a la creciente parcelación de los campos colombianos, acentuada desde la pandemia del COVID cuando miles de personas huyeron de las ciudades por temor al contagio del virus y por la consolidación del teletrabajo como modalidad de empleo.
No encontré estadísticas sobre el número de parcelaciones por año en Antioquia y menos en Colombia, pero es evidente su crecimiento exponencial, crecimiento que genera una mejor calidad de vida para sus propietarios al enfrentarse a menos contaminación visual, auditiva y respiratoria pero que a la larga va en detrimento del ecosistema y de cientos de campesinos, que se ven desplazados por el progreso, y, en consecuencia, mayor desabastecimiento de las grandes urbes con el consecuente encarecimiento de productos primarios y materias primas.
La llegada de un inversionista a una vereda, de algún municipio colombiano, para una parcelación es recibida con alborozo; valorización de las tierras, mejoramiento de vías, fuentes de trabajo, en fin, desarrollo para la región. Sin embargo, detrás de ello se genera el desplazamiento de los campesinos, que pierden sus predios, a cambio de un fajo de billetes que a lo sumo le alcanza para comprar una casa en un pueblo o en la ciudad y engrosar así los cinturones de miseria.
Ya en la zona de la parcelación, comienzan los movimientos de tierras que arrasan con vegetación, fuentes hídricas y en general con la fauna y la flora local. Luego llegan nuevos habitantes y turistas a romper la cultura de la región y dar paso al comercio y a la industria de la diversión.
La agricultura y la ganadería son eliminadas del entorno y el abastecimiento de las grandes urbes y de las mismas parcelaciones se hace más complejo por la distancia de las zonas productivas que genera mayores costos en el transporte de materias primas y productos terminados.
Las parcelaciones llegaron para quedarse, lo único es que su crecimiento debe ser controlado por los municipios, a través de los Planes de Ordenamiento Territorial, para lograr en cada región el equilibrio entre campesinos y citadinos y entre urbanismo, producción agrícola y conservación del medio ambiente. Objetivo bastante iluso si se tiene en cuenta la corrupción de la administración pública, en los municipios.
Un fenómeno parecido al de las parcelaciones se presenta con los glamping
ANTES DEL FIN
Se desmorona la industria lechera en Colombia por los bajos precios al productor, la poca demanda y la sobreproducción. Tal vez el futuro del norte antioqueño y de las regiones productoras de leche sea la parcelación.
La incertidumbre reina en la economía colombiana, en la era de la izquierda en el poder.
Buen argumento, producción, actuación y libretos en la nueva serie Klass 95, pero no tiene el impacto esperado. Mi teoría, la clase alta no ve televisión y a las clases media y baja no le gustan las historias de los ricos, es el punto en común con Ventino, Romina Poderosa, y Rojo Carmesi, entre otras. En la novela de Caracol se suman, además, los saltos en el tiempo que enredan más la trama.
Como habitante de pueblo, e hija de campesinos, soy testigo de todo lo que describe en su muy buena columna. No es que no quiera que las personas adquieran un lote, y construyan una casa en estos lugares tan hermosos y agradables en todo sentido, si no que como lo expresa en el escrito, es una exageración, es algo que no está controlado, y con la corrupción que reina, no lo va a estar. Con decir, que al lado de la finquita de mi papá, que no es muy extensa, están vendiendo, actualmente, 15 lotes mal contados, y muy semejante por todos los lugares por donde Una se desplace.
La triteza me embarga al ver la maquinaria «hiriendo» la tierra, y no precisamente para nuevos cultivos, me pregunto cómo nos vamos a alimentar cuándo llegue la escasez, y siendo egoista, aún no me preocupo por mi entorno familiar, pués al menos contamos con una franjita de tierra que ha sido tan benigna con nosotros al brindarnos sus frutos por muchísimos años. Mi preocupación es por los habitantes de las ciudades, que dependen del campo, entre otras cosas, tan olvidado por los gobiernos.
Para no extenderme más, porque el comentario me va a quedar más extenso que la columna, mi pregunta final, es de dónde van a sacar agua para tanta población, si ya ni siquiera es suficiente para los habitantes actuales? Si cuándo hay un verano prolongado entra en jaque el abastecimiento para todo el país?
Siempre agradecida con Eligio, por ponernos a pensar.
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No suelo contestar los comentarios pero este está mejor que la columna. Muchas gracias Emi
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