DE ESPALDAS A LA FINITUD DE LA EXISTENCIA
Eligio Palacio Roldán

Los humanos nos preguntamos a diario por el futuro, nos inquieta tanto que se olvida vivir el presente entre las expectativas de lo que vendrá y las ataduras a los tiempos idos. Es tal el desasosiego por el porvenir que en todas las culturas hay magos, brujos o adivinos que tratan de dilucidar las líneas de ese futuro, como si éste no lo supiéramos quienes tenemos uso de razón, obviamente, la muerte.
Cuando se planea un viaje se define que hacer de comienzo a fin: qué conocer, qué comer, dónde dormir, cuánto gastar y cómo optimizar el tiempo para no perder un minuto, es así como la permanencia en un lugar se limita por el deseo de conocer otro, en un recorrido donde los sentidos se avivan y el espíritu se regocija en cada instante.
La vida es el viaje más importante de cualquier humano por la tierra y no se planea, se deambula por ella como si fuésemos eternos, como si alcanzara para todo tipo de hazañas y entonces invertimos mal el tiempo, nos quedamos en los mismos lugares y con la misma gente, no exploramos posibilidades diferentes y cuando se presenta una alternativa para cambiar de estado la rechazamos por físico miedo.
La Ley 1821 del 2016, amplió de 65 a 70 años la edad de retiro forzoso de los servidores públicos, haciéndole daño a ellos mismos en particular y a la sociedad en general, a ellos porque les limita la posibilidad de salir pensionados a generar emprendimientos o a tener el tiempo para vivir otro tipo de experiencias diferentes a trabajar y a la sociedad porque se limita el acceso al empleo público de generaciones enteras.
Discuto frecuentemente sobre el tema de la pensión, dada la proximidad de la mía, y los argumentos de quienes defienden su permanencia en su cargo es el temor a la soledad, que no suele reconocerse, la disminución del ingreso y la sensación de que se es muy productivo como si no se encontrara compañía en espacios diferentes al laboral, no fuera posible generar otros ingresos o no se pudiese ser productivo por fuera de un empleo formal.
Volviendo al tema de la finitud de la existencia, los prejubilados al igual que los acumuladores de riqueza no dimensionan la oportunidad que tienen de terminar su viaje por la tierra de una manera más dinámica, más divertida, con mayor variedad que las personas que no alcanzan una estabilidad económica y tienen que trabajar hasta el momento de su muerte para lograr el sustento, quieren ignorar que la vida termina de un día para otro y que se pueden perder momentos maravillosos por estar aferrados al dinero.
La mirada sobre la finitud de la existencia no solo aplica en la parte laboral o económica, también en la social, emocional y espiritual, los humanos dejamos todo para después y la muerte nos sorprende dejando tan solo en el pensamiento palabras, sentimientos, reconciliaciones, disculpas o expresiones de cariño.
ANTES DEL FIN
Me decía hoy un sicoanalista que hasta los enfermos terminales desconocen la finitud de su existencia.
Soy un empleado de carrera de una entidad del estado desde hace 33 años y eso es un privilegio en este país, privilegio que debiera ser reglamentado y limitado entre diez a veinte años para que más colombianos tengan la oportunidad de trabajar en el sector público, tiempo suficiente para el apalancamiento necesario para el desarrollo de emprendimientos que impulsaría el gobierno.
La ambición de dinero y poder es el más burdo escape a la realidad de la finitud de la existencia, para vivir se requiere poco.
Puede leer:
JORGE Y CLAUDIA https://eligiopalacio.com/2012/10/27/jorge-y-claudia/
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JORGE Y CLAUDIA EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS https://eligiopalacio.com/2020/05/25/jorge-y-claudia-en-los-tiempos-del-coronavirus/
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