LAS PERTENENCIAS

LAS PERTENENCIAS

Eligio Palacio Roldán

“La primera vez que tuvo esa sensación de vacío en el estómago y profunda tristeza fue en 1971 cuando trataba de ver, en la imagen borrosa de la televisión, en blanco y negro, una escena de la telenovela peruana Simplemente María. En ella, la cámara hacía un paneo sobre los objetos del pasado de la historia, entre ellos una máquina de coser Singer, símbolo de la obra, y los que marcarían el tiempo presente y futuro de los personajes de la serie ícono de los dramatizados en Latinoamérica, en el siglo pasado.” (NOSTALGIA DEL FUTURO YA PASADO https://eligiopalacio.com/2018/11/22/nostalgia-del-futuro-ya-pasado/)

Aunque comencé a escribir esta columna hace ochos días, este párrafo, de uno de mis bienes más preciadas, la escritura, cae como anillo al dedo para lo que quiero decir y lo ocurrido hoy, 18 de julio de 2024, cuando entran a hacer parte de mi patrimonio las pertenencias de unos entrañables vecinos: Don Blas y doña Silenia quienes fueron artífices y testigos del nacimiento de mi pequeña empresa lechera.

La Real Academia de la Lengua habla de pertenencia, entre otras, como “Relación de una cosa con quien tiene derecho a ella” o “Cosa que es propiedad de alguien determinado”, la vaina es que realmente, como dicen los abuelos, las cosas, las “pertenencias”, son prestadas, tanto que hoy las que fueron de don Blas y su señora, las que crearon con sus manos fuertes y amorosas ya no les pertenecen, ya son mías y él está tan solo en el recuerdo y en los restos microscópicos del sudor que corrió sobre los objetos del pasado, así como en el paneo de la cámara en la telenovela Simplemente Maria, marcando el tiempo de permanencia del hombre sobre la tierra. Mías, también es un decir, porque no se por cuánto tiempo acompañarán mi trasegar por la tierra.

Pero sin las pertenencias físicas son prestadas lo son más elementos tan etéreos como, por ejemplo, el trabajo. “Hay que tener sentido de pertenencia” es sin lugar a duda la frase más manida, grotesca y manipuladora que utilizan los jefes o el patrón, el título que me da Omar, el trabajador de mi pequeña empresa, y que rechazo con vehemencia porque me genera escalofrío sentir sobre mis hombros la responsabilidad de ser el protector de alguien cuando yo mismo me siento indefenso ante el devenir de la existencia.

El sentido de pertenencia te induce a creer que la empresa donde trabajas es tuya y a actuar en concordancia con ese sentimiento; pero esa empresa no es tuya como no es nada en esta vida de humanos. Nada nos pertenece, ni siquiera el cuerpo. Y un día, cuando se te desarrolla al máximo el “sentido de pertenencia” y crees más tuya la empresa que el mismo dueño, este llega y te despide, porque sencillamente le provocó y ese sentido de pertenencia se traduce en una sensación avasalladora de derrota y de que los esfuerzos y las batallas que libraste no valieron la pena.

ANTES DEL FIN

Aunque usted no lo crea, dramática, dolorosa, enternecedora la segunda parte de Pedro el Escamoso, en el Canal Caracol. Nada de chistes.

Igual que Pedro el escamoso es la historia de Colombia, por estos días, que triste espectáculo el del gobierno Petro y el del Congreso. Y mientras tanto, del fango surgen ingenuos, tontos o vivos siguiendo a nuestros dirigentes y tratándolos como ídolos.

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