ESTÚPIDAS PALABRAS QUE NOS AHOGAN
Eligio Palacio Roldán
“Increíbles palabras, estúpidas palabras, palabras que nos inundan, que nos ahogan, que nos sumergen en la sin salida, en la pérdida del juicio, en la desesperanza.”
Desde mis tiempos de estudiante de la Universidad Nacional, en la década del 80, no escuchaba tantas estupideces como en los últimos años. En esa época los integrantes de los movimientos estudiantiles se extendían en interminables discursos antiimperialistas en los que, entre otras, se atacaban las marcas de los productos Marlboro y Coca Cola mientras los consumían ávidamente… cómo olvidar el olor a marihuana, aspirada en esa marca de cigarrillos, en las horas de fatiga del mediodía. Obvio, la incongruencia entre el decir y el hacer hacía del discurso algo estúpido.
Pues bien, las palabras estúpidas se popularizaron en Colombia con las protestas sociales en una clara demostración de ignorancia frente a la realidad del país, ignorancia que exaspera y que, como lo he dicho en otras oportunidades, se debe a la falta de educación del pueblo colombiano, originada en un gremio, el de los maestros, en una organización, FECODE, que el estado no fue capaz de vigilar y a la que le dejó la responsabilidad de “formar” a los ciudadanos, sin ningún control, ideologizada, y con una calidad mediocre.
Esta semana, a la altura del paraje La China, en la vía San Pedro de los Milagros-Medellín, ingresó al vehículo de servicio público en que me movilizaba una señora de unos 45 años, en voz alta criticó el estado de la vía y el porqué no se veían reflejados los ingresos por el pago del peaje, luego indicó: “… esos peajes los deben quitar, pero muy difícil, la única forma es protestando, incendiándolos, mi esposo dice que un incendio no, que es mejor ponerles una bomba, pero da vaina por los que se mueran, es mejor incendiarlos…”.
Increíbles palabras, estúpidas palabras, palabras que nos inundan, que nos ahogan, que nos sumergen en la sin salida, en la pérdida del juicio, en la desesperanza.
Cómo llegamos a este estado ya lo sabemos, los gobiernos entregaron la educación de los colombianos a mentes resentidas, a mentes enfermas, cómo salimos de ahí, complicado, una responsabilidad histórica para la dirigencia colombiana de todos los matices políticos y económicos, el resentimiento con el que se formaron las generaciones actuales le hace mal a todo el mundo, prueba de ello es que cualquier petición, cualquier reclamo que puede ser justificado está cargado de violencia, así muy difícil gobernar, imposible convivir, imposible la paz.
Vivimos los tiempos de las palabras equivocadas, de las palabras insensatas, de las malas interpretaciones, de la manipulación de los conceptos, de las ideas, de la enfermedad mental, de la locura colectiva.
ANTES DEL FIN
A la difícil situación de gobernabilidad en Colombia, de violencia en campos y ciudades, se une una crisis económica más grave que la desatada en los Tiempos del Coronavirus. Cordura, mucha cordura para enfrentarla, cordura que no hay.
La crisis económica se siente en las calles, en los centros comerciales, en la cada vez menos presente decoración navideña.
En estos momentos adelanto una diplomatura en salud mental, propiciado por El Club de la Prensa, la Universidad Pontificia Bolivariana y la Corporación Cariño, recomendado para cada uno de los colombianos para tratar de entendernos.
Bienvenida la Navidad https://eligiopalacio.com/navidad-2/
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