COVID-19 DOS AÑOS DESPUÉS

COVID-19 DOS AÑOS DESPUÉS

Eligio Palacio Roldán

Que “veinte años no es nada” es verdad, mucho menos lo son dos; eso sí, después de quedar en el recuerdo, por ahora han sido largos y complejos en Colombia y en todo el mundo. Además de miles de muertos, la pandemia del COVID-19 deja una profunda crisis económica y social de la que será difícil reponerse, máxime si se transita hacia una guerra mundial de impredecibles consecuencias.

En nuestro país, como consecuencia de la pandemia, han dejado de existir 139.595 personas de 6.084.240 contagiados, mientras en toda la tierra han sido 6.13 millones de muertos de 482 millones de contagiados; cifras que dejan centenares de familias con recuerdos tristes de lo que fue el paso del coronavirus sobre la tierra.

La crisis económica desatada como consecuencia del aislamiento por el COVID-19 es alarmante en todo el mundo. En Colombia, por ejemplo, el precio del dólar pasó de $3.277,14 a comienzos de 2020 a 3.981.16 en los inicios de 2022 con picos de 4.153.91 en marzo 20 de 2020, cuando oficialmente comenzó la pandemia, 4.070 en diciembre 31 de 2021 y 4.082.75 el 03 de enero del presente año

Por su parte, el Coeficiente de Gini pasó de 0.497 en 2019 a 0.538 en 2021, ubicando a Colombia como el segundo país más desigual de América Latina después de Haití. Este jueves, en un informe de la OCDE, se conoció que, por la pandemia, los colombianos más pobres perdieron cerca del 30% de sus ingresos.

En el mismo orden de ideas, la inflación, que mide el incremento de precios al consumidor o mirado de otra manera la pérdida del poder adquisitivo de los colombianos pasó del 3.8% en 2019 al 5.62% en 2021 y a febrero de 2022, anualizada, supera el 8% siendo una alarma para las autoridades económicas y una herramienta política para los opositores al gobierno.

Afortunadamente, el empleo comienza a dar señales de recuperación, aunque la tasa de desempleo se ubicó en el 12.9 por ciento en febrero pasado. Para hacerse una idea de la crisis desatada por la pandemia, este indicador fue del 10.5 en 2019, 13.7 en 2020 y 15.9 en 2021.

Hay otras variables importantes de medir con el paso de la pandemia; una de ellas, la salud mental. Según el DANE “la preocupación se incrementó en coincidencia de los picos de la pandemia y el estado de ánimo empeoró. Son las personas de 10 a 24 y de 25 a 54 años las que manifestaron sentimientos de preocupación o nerviosismo, “cansancio”, “soledad”, “tristeza”, “dolores de cabeza o estomacales” y “dificultad para dormir” en mayor proporción”; el número de suicidios entre el primero de enero de 2020 y el 30 de junio de 2021 ascendió a 3.672 víctimas.

Al comenzar la crisis desatada por el COVID-19 los analistas, los líderes espirituales y religiosos y las gentes del común afirmaron que esta sería la transición hacia una sociedad más humana, más solidaria, más comprometida con el otro, más sana. Esta no parece ser la realidad, aunque, quizás, cuando pase el tiempo y todos los acontecimientos se vean con la perspectiva de la distancia, encontraremos una sociedad transformada para bien. Por ahora, cunde el desespero y los humanos no tenemos la cabeza fría para tomar las mejores decisiones.  Lamentable que esta tensión, esta crisis, coincida con un año electoral.

Después de dos años del comienzo de la tragedia del COVID 19, es bueno sentarse, respirar profundo y tratar de entender como fue el recorrido por este lapso que pasará a la historia como el de “Los Tiempos del Coronavirus”.

ANTES DEL FIN

Deprimente “la nueva forma de hacer política” de los candidatos con mayor opción para ocupar la presidencia de Colombia, poco diálogo consigo mismo, con el pueblo; solo transacciones con los negociadores de la política de todos los tiempos. ¡Pobre país!

Está por concluir la novela Arelys Henao “Canto por no Llorar”, una manera inteligente y educadora de narrar la cruda realidad del día a día de los colombianos.

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¿QUÉ NOS DEJA EL 2021?

¿QUÉ NOS DEJA EL 2021?

Eligio Palacio Roldán

Un año a pesar de ser solo una convención, inventada por el hombre, es fundamental para indicar el comienzo y el fin de una etapa y para marcar los sucesos que ocurren en la tierra y en los seres que la habitan. El 2021 debió haber sido el año de la reconciliación entre los hombres y entre ellos y su entorno, de un nuevo comienzo; pero no hay tal, o al menos en Colombia.

En nuestro país, el 2021, será recordado como el año en que se exasperaron las diferencias sociales, se incrementó la violencia verbal y la rabia creció como espuma en una campaña política, cimentada en el odio, que será nefasta para el futuro cercano de la nación y dará unos frutos impredecibles en la próxima contienda electoral. En esta estrategia mortal se destacaron los candidatos presidenciales, los expresidentes de la república y algunos mandatarios locales que actuaron más influidos por su ambición de poder que por un ánimo altruista frente al país. También, para mi vergüenza, algunos periodistas.

Situación similar se vivió con el uso y abuso de recursos públicos y privados, con fines de enriquecimiento ilícito, en personajes que la justicia colombiana no alcanza a controlar y ni que hablar de la propia justicia que se extravió en un mar manipulaciones políticas.

En la relación entre el hombre y la tierra las cosas se agravaron con un consumo desaforado pospandemia y un calentamiento global difícil de controlar que auguran tiempos aciagos. En la economía, el incremento en los precios del dólar y la escasez de materias primas, agravada por la crisis de los contenedores, indican la llegada de épocas de escasez y hambre.

Y la esperada transformación del hombre luego del sobrevivir a la pandemia no se dio, todos seguimos igual o quizás peor; con mayores problemas mentales, eso sí. Tal vez lo positivo, en este aspecto, esté en la conciencia de finitud de la existencia con un deseo y un compromiso aún mayor con la inmediatez que desafortunadamente generará poca planificación y a mediano plazo problemas para las diferentes naciones del mundo.

El COVID-19, a pesar del surgimiento de nuevas variantes, parece estar controlado. Esa es sin duda la luz de esperanza para el 2022, año que en Colombia estará marcado, además de las dificultades propias que dejó la pandemia, por unas elecciones de Congreso y Presidente de la República sin precedentes en la historia reciente del país que podría desembocar en un gobierno populista.

La tercera década del siglo XXI está cargada de escenarios difíciles que requieren seres humanos de niveles intelectuales, éticos y espirituales que sean capaces de salir adelante frente a los difíciles retos que se avizoran. Un privilegio ser un ciudadano del mundo en este momento.

ANTES DEL FIN

Ahora si FELIZ NAVIDAD https://eligiopalacio.com/navidad-2/

Y no se pierda mis CUENTOS DE NAVIDAD https://eligiopalacio.com/cuentos-de-navidad/

LA PANDEMIA DE LA DESINFORMACIÓN

LA PANDEMIA DE LA DESINFORMACIÓN

Eligio Palacio Roldán

En sí la desinformación es una pandemia peor que el coronavirus.

La religión es el opio del pueblo decía Carl Marx para referirse a la utilización de la misma, por parte de las clases dominantes, para controlar al pueblo. Casi dos siglos después, poco ha cambiado y la religión sigue siendo un instrumento de dominación con propósitos poco claros. Desde ese entonces, además de significación económica, las religiones se han visto involucradas en episodios oscuros de la historia de la humanidad que con el transcurrir del tiempo son mirados con vergüenza. Caben ejemplos como las condenas a la hoguera, las guerras religiosas, la marginación de la mujer, el fanatismo hasta el suicidio de los musulmanes, etc. Ahora, en pleno siglo XXI, la religión es protagonista de una tendencia peligrosa para la humanidad: la negación a la utilización de vacunas contra el COVID.

Son varias las religiones que se han opuesto históricamente a las vacunas, desde los tiempos de la viruela en el siglo XVIII. Se destacan en ello algunas vertientes cristianas como los Evangélicos, los Testigos de Jehová y claramente los musulmanes.

Hace algunos días el gobierno de los Estados Unidos llamó la atención sobre la “pandemia de los no vacunados” al referirse a la crisis que afronta el país del norte ante las muertes por COVID, de las cuales el 99 por ciento corresponden a no vacunados. en su mayoría adultos blancos evangélicos. El rechazo a las vacunas habría sido originado en informaciones falsas a través de internet.

Por internet recibo a diario decenas de mensajes, de grandes amigos, muy religiosos ellos, que me invitan a no vacunarme por las consecuencias que por hacerlo abría de tener: Hablan desde el famoso chip hasta la marca de la bestia de que habla el Apocalipsis, la muerte en menos de dos años y la condena eterna. Dicen que no se debe acudir al médico porque estos son los instrumentos del demonio, dedicados a asesinar a los humanos.

Pero si por el campo de las vacunas y la religión llueve, por el de la política no escampa: La desinformación cunde por las redes sociales y el voz a voz, hablan de cosas que no existen sino en las mentes calenturientas y ávidas de poder de algunos colombianos que se creen los redentores de Colombia (Otra vez la religión) y desconocen cualquier progreso de nuestra sociedad en doscientos años de historia. Sin embargo, este no es el problema, como tampoco lo es en la religión; el problema está en los millones de ingenuos y tontos, diría yo, que creen aquí y allá. Allá en los Estados Unidos donde se pensaría tienen mejor formación e información y acá que, como en los tiempos de la conquista, nos obnubilan con un espejito.

Duro reto para la sociedad colombiana afrontar estas dos crisis: Con la desinformación se fortalece la negativa a vacunarse y con ello seguramente vendrán muchas más muertes, y mayores dificultades en el campo de la salud y en la economía; con la desinformación como herramienta política se fortalecen los grupos extremistas y pierden en su conjunto todos los colombianos y lo que nos queda de democracia.

En sí la desinformación es una pandemia peor que el coronavirus.

ANTES DEL FIN

¿Qué diferencia habrá entre los vándalos del fútbol (Otro opio para el pueblo) y los que secuestran al país con sus actos terroristas?

¡Qué lástima del talento nacional con la ahora costumbre de los canales Caracol y RCN de repetir sus producciones televisivas! Y nadie dice nada en los tiempos de la Economía Naranja. Desde luego, un abuso de los particulares con el estado y la sociedad.

Desde agosto se siente que viene diciembre, la segunda Navidad “En Tiempos del Coronavirus”.

LA IGNORANCIA, LAS PROTESTAS Y LA POLÍTICA

LA IGNORANCIA, LAS PROTESTAS Y LA POLÍTICA

Eligio Palacio Roldán

“Nada hay en el mundo tan común como la ignorancia y los charlatanes.”

Cleóbulo de Lindos – (s. VI a. C.-s. VI a. C.) Filósofo griego. Uno de los siete sabios de Grecia.

Decían los críticos de los gobiernos colombianos, tal vez, de los últimos cien años, que a la clase política no le convenía tener un pueblo educado porque así sería más complejo manipularlo. Creo que esos críticos, casi siempre de izquierda, tenían la razón; lo que no se esperaban era que esa ignorancia, con el transcurrir, de los años, iba a favorecerlos. Lo que tampoco conocían los de la derecha, que casi siempre gobernaron al país, era que el no invertir en educación y sostener unos profesores funestos, protegidos por Fecode, y mantener el oscurantismo entre las gentes, era entregar el país a los charlatanes.

La ignorancia es “falta de conocimiento” y de capacidad para dilucidar alguna parte, aunque sea mínima, de la realidad. Charlatán es un embaucador; alguien que “engaña o alucina, prevaliéndose de la inexperiencia y el candor del engañado”; es decir, del ignorante.

Esta semana, en alguno de los informativos radiales de la mañana, entrevistaban personas comunes y corrientes sobre las motivaciones para continuar protestando; algunas exponían causas que lo justificaba, pero otras hacían gala de su ignorancia. Decían, por ejemplo, que seguían marchando porque estaban en contra del proyecto de reforma tributaria, proyecto abortado desde el tres de mayo, unos ocho o diez días antes.

Ignorancia y manipulación por parte de charlatanes.

Pero si es hasta jocoso pelear contra algo que no existe, como el Quijote contra los molinos de viento creyendo eran gigantes; deplorable resulta hacerlo porque el gobierno nos quiera ayudar con subsidios. Y es que, el proyecto de reforma tributaria, favorecía a los que protestaban y era adverso a quienes se tienen que resguardar hoy de quienes protestan (la clase media). Paradojas de nuestra Colombia.

Singularidad, también, que los medios de comunicación y la ciudadanía renieguen de la clase política; pero cuando llega un técnico a la presidencia como Duque, luzcan desconcertados y asustados con la situación. Es decir, prefieren seguir en manos de los políticos tradicionales… de los charlatanes.

Ahora, cientos, miles de colombianos, esperan con ansias el triunfo de la izquierda en las elecciones presidenciales de 2022. Muchos ya se ven viviendo en una Cuba o en una Venezuela imaginarias que tienen como símbolo, a pesar de las dificultades que atraviesan. Sueñan con maná cayendo del cielo. Otra vez la ignorancia y los charlatanes vendiendo una realidad que solo existe en sus calenturientas cabezas.

Puede leer y ver RETAZOS DE LA HABANA – CUBA https://eligiopalacio.com/2021/01/29/retazos-de-la-habana-cuba/

ANTES DEL FIN

“El tiempo pasa y se nos va la vida…” ya llevamos más de un año en los Tiempos del Coronavirus”. Muchos aprendizajes que pareciera no conducirán a ninguna transformación positiva de la sociedad. Más bien los años pasan, se va la vida y el tiempo se pierde en luchas de poder estúpidas.

Dolorosa pero excelente oportunidad para investigar sobre la trasmisión de coronavirus, en las aglomeraciones por las protestas. ¿Será que alguien saca alguna conclusión positiva en medio de tanta tragedia?

LA TELEVISIÓN… EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS XII

LA TELEVISIÓN… EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS XII

Eligio Palacio Roldán

En general, los tiempos del Coronavirus han sido un regreso al pasado en cuanto a movilidad, economía, costumbres y hasta en la oferta televisiva. No así internet  que ha sido una solución para el trabajo en casa, el teletrabajo y para fortalecer relaciones familiares y sociales.

En relación con el regreso al pasado, en televisión, ya el canal RCN se había adelantado con la repetición de telenovelas, dada su crisis económica, aunque será pionera, en dramatizados en tiempos del coronavirus, con la producción CONFINADOS, que se estrena este domingo, al tratar el tema y grabar una serie en confinamiento.

Caracol, en materia de producciones dramatizadas, también, pareciera estar en confinamiento desde hace años: repite fórmulas que le funcionan, una y otra vez, hasta cansar a la teleaudiencia. La más manida, la del narcotráfico; pero no sola esa: la novela inmortal de Alejandro Dumas, El Conde de Montecristo, es retomada una y otra vez en versiones modernas. Las más recientes La Reina del Flow y La Venganza de Analía; la primera con bastante éxito y la segunda con alguna audiencia, debido en gran parte a que  hay pocas opciones en la televisión nacional. Versiones del mismo argumento han sido, entre otras: En Cuerpo Ajeno, El Cuerpo del Deseo, La Usurpadora.

Es difícil no sucumbir a la idea de reescribir El Conde de Montecristo; el argumento de volver, a una vida anterior, sin ser identificado, a reencontrarse con los seres queridos y a cobrar venganza por los maltratos recibidos, seduce. Es una especie de resurrección. Yo incluso la utilizo en mis cuentos (LOS CUENTOS DE EL VIAJERO https://eligiopalacio.com/el-viajero/). El problema de “La Venganza de Analía” es haberla transmitido con tan poca diferencia de tiempo con la Reina del Flow y, en especial,  llevar la trama al mundo de la corrupción, en política, en nuestro país; un mundo que asquea. Además, la falta de matices en la personalidad del antagonista y el maniqueísmo con que se maneja su estructura mental cansan. El personaje parece armado con todos los defectos que se le atribuyen a un popular  expresidente de la república. De otro lado, a las escenas les falta emoción, pareciera hay problemas en la dirección de actores; no se les ve creíbles. Esta obra no parece ser una producción de CMO que siempre se ha distinguido por la calidad que imprimen a sus relatos.

En lo que sí han estado a la altura de las circunstancias, los canales de televisión, es en los noticieros: La ampliación de horarios, el despliegue tecnológico, la capacidad para informar, explicar y persuadir sobre los cuidados que hay que tener en estas circunstancias son acertados. Obviamente, en algunas ocasiones, exageran y tienden al amarillismo. Para destacar la presencia de Mauricio Gómez, en Noticias Caracol, uno de los mejores periodistas en la historia de la televisión colombiana.

Obviamente, repetir no siempre es malo. Se destacan los especiales de Los Informantes y Séptimo Día, los partidos de fútbol ya míticos y una que otra telenovela. Sin embargo, esa no puede ser la estrategia más recurrente, ni en ésta ni en ninguna época. La legislación colombiana debiera limitar en tiempo y horario la repetición de telenovelas.

El coronavirus nos tomó a todos por sorpresa pero en la resilencia está el secreto del éxito. Los canales de televisión aún no reaccionan en medio de una gran oportunidad para captar audiencias esquivas.

ANTES DEL FIN

Colombia vuelve poco a poco a la nueva normalidad. Nueva normalidad con más contagios, ojalá pocos muertos y menos pobreza. Una normalidad que no tiene nada de normal pero que ojalá permita superar los problemas económicos, sociológicos y sicológicos que dejan estos dos meses de encierro.

Con el transcurrir de los días de aislamiento unas relaciones crecen y otras se apagan. Se depuran, para ser más exactos. Si algún día se regresa al estado anterior a la pandemia, muchas cosas habrán cambiado en nuestro interior y en nuestra relación con el entorno.

AMIGUITOS VUELVE EL CIRCO… DE LA POLITICA.

AMIGUITOS VUELVE EL CIRCO… DE LA POLITICA.

Eligio Palacio Roldán

Este es el año de las fiestas, las caravanas de la victoria, los almuerzos y las parrandas gratis.

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Imagen tomada de las redes sociales

Los rumores comenzaban días antes, incluso meses: Volvía el circo. Esta vez traía trapecistas, magos y saltimbanquis más audaces que los de los años anteriores, un hombre que arrojaba fuego por la boca, varias fieras y muchos, muchos, payasos.

Normalmente, el circo solo iba al pueblo una vez al año. Los habitantes eran tan pocos que era cuestión de uno o dos fines de semana para que toda la población, con algún poder adquisitivo, pasara por las viejas y desvencijadas tribunas. Con suerte, las funciones duraban hasta un mes; pero, a veces, algún poblador descubría o decía descubrir el truco de alguno de los espectáculos para que todo se fuera al traste y el circo tuviera que marcharse a otro lugar lejano.

Ese circo lleno de magia infantil fue desapareciendo de los pequeños poblados, con la llegada de mejores alternativas como la televisión, pero regresa en otras formas periódicamente. Una de ellas, tal vez la que mayor entusiasmo despierta, es la de los procesos para elegir al alcalde de turno.

Desde el año anterior, también, se escuchan los rumores y los precandidatos se ven sonreír como, quizás, no lo habían hecho nunca en su vida. Incluso, muchos se hacen diseños de sonrisa o alguna cirugía para impresionar a su posible electorado. Se les ve joviales y sencillos, saludando de mano en parques y calles, a quienes vean pasar, por humildes o sucios que parezcan, aunque en privado utilicen todo tipo de cosméticos para borrar las huellas de quienes saludaron.

Es el tiempo de las fotografías de familias perfectas que solo existen en sueños, de solidaridad ilimitada que implica entregar un billetico, cual cliente de prostíbulo, en un desenfrenado intento por captar adeptos. A los candidatos, también, se les ve cambiar de discurso e identificarse con la corriente de opinión del momento sin importar que piensen lo contrario, traicionándose a sí mismos, sin vergüenza alguna.

Es el momento para rechazar los impuestos y proponer soluciones mágicas para los mismos eternos problemas de las comunidades: Empleo, salud, educación, vivienda, saneamiento básico, vías, carreteras. Un cable aéreo, suena extraordinario. En fin, todo lo que pudo haber sido y no fue y tampoco será.

Lo extraño de este circo, a diferencia de los de la niñez de ayer, es que se les cree. Incluso cuando el payaso es el mismo de años anteriores y ya se le ha visto en “la función” y se le han descubierto sus trucos para engañar a la audiencia. Claro, hay una gran diferencia: los payasos de los circos hacen esfuerzos para lograr el sustento con las sonrisas de los demás, por las cuales se les paga; los políticos trabajan por sus propias sonrisas a costa de los esfuerzos de los demás. Aunque como se ha expuesto en otras oportunidades, en esta página, ahora esto no es tan cierto, porque ahora los espectadores también hacen parte del circo y van tras su dinero y, en muchas oportunidades, son mejores payasos que los candidatos.

Este es el año de las fiestas, las caravanas de la victoria, los almuerzos y las parrandas gratis. El año de los «lagartos», vividores de la política: Fincas, asados, conciertos, licor  y parrandas en las veredas y los corregimientos de cada municipio, a la orden del día. ¿Y el dinero para esta francachela y comilona, de dónde saldrá?

En ese gran circo de la corrupción solo hay un perdedor: El pueblo que permanece como espectador. Silencioso, anhelante, suplicante, o apático. Porque, desafortunadamente, el crítico también va tras de su “pedazo”.

Puede ver LA DEMOCRATIZACIÓN DE LA CORRUPCIÓN https://eligiopalacio.com/2013/09/24/la-democratizacion-de-la-corrupcion/)

ANTES DEL FIN

¿Cuál será el primer alcalde en el país en tomar medidas serias para controlar el problema de la contaminación en nuestras ciudades?

¿Cuál será el primer alcalde en el país en tomar medidas serias para controlar el problema de las bandas del micro tráfico en nuestras ciudades?

¿Cuál será el primer alcalde en el país en tomar medidas serias para controlar el problema de las bandas criminales que dominan nuestras ciudades?

COHERENCIA: poesía barata

COHERENCIA: poesía barata

Norman Mesa Lopera

Ahora mismo, y siempre, en épocas preelectorales todo mundo: yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos estamos pidiendo de los demás, coherencia.

Quitémonos esa máscara de moralidad ruin. Coherente no es el candidato, ni el grupo político que lo avala… Coherentes no somos quienes votamos, o nos abstenemos, o quienes alguna vez lo hemos hecho en blanco.

Coherentes no somos los que reclamamos respeto del que simpatiza con un candidato, y a renglón seguido dejamos escapar  odio en redes sociales con un grado más de irrespeto.

Coherentes no somos los que militamos en partidos políticos que a nivel nacional no disque son compatibles ideológicamente, pero con los que a nivel parroquial hacemos alianzas.

Coherentes no somos los que nos juntamos hasta con el diablo para destruir aspiraciones políticas que no son del agrado.

Coherentes no somos los que esperamos el guiño del lider, para determinar nuestro voto.

Coherentes no pueden ser los que se hacen elegir a la sombra de un lider o un amigo para luego traicionarlo.

Coherentes no son columnistas y medios que enfilan sistemáticamente su artillería contra un líder y su grupo político, pero que no mencionan nada de gobiernos en los que participaron o de los que se beneficiaron y fueron tan, o más grotescos que el que critican.

Coherente no es Viviane Morales apoyando a Iván Duque, y tampoco La U apoyando a Vargas Lleras, ni lo fue Sergio Fajardo buscando alianzas con el partido Liberal, siendo esa colectividad, junto con la conservadora, blanco de ataques solapados de su parte.

Parodiando una célebre frase de Juan Manuel Santos, cuando minimizó un tal paro agrario, hay qué decir de verdad: “la tal coherencia no existe…” Nunca existió y nunca existirá, por lo menos en el campo político.

Hace rato vengo diciendo que la única constante en quienes (y no me saco del costal) hacemos política es la deslealtad, la ingratitud y la traición, pero hay otro apellido -a propósito del tema de moda-  y es el de la incoherencia.

Ñapa: Incoherente es quien escribe sobre incoherencia sin pedirle a google su significado…incoherencia: cosa que contradice a otra, o no guarda con ella una relación lógica.

VOLVER A EMPEZAR

VOLVER A EMPEZAR

Eligio Palacio Roldán

Volver a empezar
Que aún no termina juego
Volver a empezar
Que no se apague el fuego
Queda mucho por andar…

Alejandro Lerner

https://youtu.be/ylZnQkQPKqc

Más allá de la física, la astronomía o la astrología el cambio de año es un volver a empezar.

Después que se apagan las luces de navidad y se silencian los gozos de fin de año llega la hora de desmontar los símbolos de la época más alegre del período para volver a empezar un nuevo ciclo de la existencia. Se comienza de nuevo, generalmente, cargado de proyectos que poco a poco se van dejando de lado para dar paso a la rutina de siempre.

El nuevo año genera nuevas y buenas energías, que dan un nuevo aire en las diferentes actividades en que se desenvuelve el ser humano. Energías que deben aprovecharse al máximo en especial en los primeros meses, para avanzar en los proyectos personales y/o institucionales.

El volver a empezar por el cambio de año es relativamente fácil. Solo se requiere vencer la resaca generada por el descanso, objetivo que se consigue a los pocos días. Sin embargo, hay otros comienzos más difíciles; el más común, el que hay que emprender después de una pérdida económica o afectiva.

Y es que volver a empezar cuando se pierde la fe en sí mismo e incluso las ganas de vivir, es muy complicado. Se requiere valor, persistencia y hasta terquedad para lograr salir de ese estado. Eso se consigue, despacio, paso a paso, con pequeños  avances  y grandes retrocesos. Ideal contar con la ayuda de alguien, no como bastón si no como guía y generador de confianza.

A veces esos “volver a empezar” se convierten en las mejores y más enriquecedoras experiencias de la existencia. Incluso, para muchos, volver a empezar fue lo mejor de la propia vida, cuando ya ha pasado el tiempo y los hechos se miran en perspectiva.

Volver a empezar es la posibilidad de redireccionar la existencia, de abandonar lo que nos hace daño para darle la bienvenida a nuevos seres y circunstancias.

Para volver a empezar no se requieren horóscopos ni adivinos que nos marquen una ruta hacia el éxito. Se necesita una buena actitud y voluntad para afrontar los buenos y los malos momentos a los que nos enfrenta la vida misma.

ANTES DEL FIN

Hace años, muchos años, los amantes de la radio, esperábamos con ansiedad la llegada del nuevo año, por ahí después del 15 de enero, para escuchar las novedades en programación y en contratación de estrellas del periodismo y del entretenimiento de las cadenas radiales Caracol, Todelar, RCN y hasta de Radiosuper. Desafortunadamente, hoy, en la radio no hay innovación: se quedó con los esquemas de siempre. Para la radio, en Colombia, no hay un “Volver a empezar”.

Tampoco hay un “volver a empezar” para la política: La misma historia de corrupción, de apoyos hipotecados al presupuesto nacional de los próximos años. Las mismas mentiras y veleidades y seguramente una mala elección de presidente. Como las de siempre.

Para mi siempre es grato “volver a empezar”. En especial a trabajar, como lo hice hoy.

LAS SECTAS POLITICAS

LAS SECTAS POLITICAS

Eligio Palacio Roldán

Cuando descubrí que la política existía me sentí clasificado con otra particularidad adicional a ser blanco, mono, buen estudiante, campesino. Era conservador. ¿Por qué? Pues porque esa era una característica familiar como las demás. Algo genético pareciera.

Después milité en ese partido político, era la “Reserva moral del país”, decían.  Si, era una reserva de las grandes y pequeñas castas que dominaron a Colombia en toda su historia, la reserva más añeja de la oligarquía colombiana. En una escena, la esposa de un religioso Senador de la República hacía ostentación de sus joyas y de su reciente viaje a Europa, en medio de unos campesinos ansiosos por obtener alguna ayuda, para calmar el hambre de sus hijos. Y bueno, eran poderosos, siempre cercanos a la iglesia y de una clase que se creía superior al resto de los humanos. Una secta que usaba a los pobres, con los que no se revolvía, para permanecer en el poder. Una secta que se creía elegida por Dios, que se sentía dueña de la verdad y de la moral pública. Para ellos la maldad y la corrupción estaban en el partido liberal.

Consciente de que el Partido Conservador era una secta, una “Comunidad cerrada, que  aparentaba promover fines de carácter espiritual, en la que maestros ejercían un poder absoluto sobre los adeptos” me alejé de esa organización.

Después me acerqué, sin militar jamás en él, al partido liberal. Y a pesar de decir ser el partido del pueblo, era una secta igual a la del otro partido. También la reserva moral del país, también dueños de la verdad y también, para ellos, la maldad y la corrupción estaban en el partido contrario.

Con la religión católica, que tenía las mismas características de los partidos políticos, eran  tres sectas las que giraban en torno a mi existencia. Hoy a cada una de ellas le han surgido múltiples competencias: sectas más pequeñas, más cerradas y con unos seguidores mucho más fanáticos, intolerantes y peligrosos que los anteriores.

La próxima contienda electoral tendrá muy poco elector libre, dado el desprestigio de la clase política,  y una guerra a muerte entre varias sectas, entre las cuales se elegirá el  presidente  de  Colombia. Entonces, las sectas “tradicionales”, partidos Conservador y Liberal, se sienten asustadas.

Los “libre pensadores” le temen a candidaturas respaldadas por sectas como las de la fanática religiosa  Viviane Morales, construida sobre la iglesia Casa sobre la Roca, del controvertido experiodista Darío Silva, recordado por su “lagartería” en el noticiero Noticolor, en el siglo pasado; la del ultra conservador y no menos fanático religioso, exprocurador Alejandro Ordoñez; la “del que diga Uribe”, una candidatura señalada por un hombre que se ve así mismo y que muchos otros ven como un Dios y algunos más como un demonio y que generó, a su alrededor, las dos sectas más grandes de Colombia, en este momento: la de los que lo aman y la de los que lo odian.

No miran con los mismos ojos otras candidaturas, respaldadas por otras sectas, igual de nefastas para el país que las anteriores, como la de Humberto de la Calle, criatura concebida en Cuba en el matrimonio Farc-Santos; la “made in” Venezuela de Piedad Córdoba, la de los dueños de la moral de los colombianos Claudia López, Sergio Fajardo y Jorge Robledo, la prefabricada, a punta de contratos, de Germán Vargas Lleras o la de más alto nivel de sectarismo: la de Petro, representante de los huérfanos de poder y canalizadora del resentimiento de siglos.

Lo que se viene es una guerra de sectas, muchas más que en tiempos pasados, por el poder concentrado en la Presidencia de la República, varias de las cuales, como es costumbre, desaparecerán para unirse al ganador a cambio de un “plato de lentejas”. Más que temerle a esas sectas hay que aceptarlas, cuestionarlas y, desafortunadamente elegir la más tolerante e incluyente. La menos descompuesta.

ANTES DEL FIN

La reelección presidencial fue la idea más nefasta para la democracia colombiana, en lo corrido del siglo XXI; lo fue la elección popular de alcaldes, en el pasado. Como se advirtió en su debida oportunidad, tener un presidente en campaña permanente, con todos los bienes del estado a su disposición, generaría corrupción. Ahí está: las tres ramas del poder público pagándose favores y manipulándose mutuamente, en una masa amorfa que hiede.

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