¿DUQUE UN PRESIDENTE DISTINTO?

¿DUQUE UN PRESIDENTE DISTINTO?

Eligio Palacio Roldán

El presidente de Colombia, Iván Duque, se parece a los expresidentes Cesar Gaviria (1990–1994) por su juventud e inexperiencia, a Ernesto Samper (1994-1998) por no tener “luna de miel” con el electorado y por la oposición fortalecida a sus gobiernos, a Andrés Pastrana (1998-2002) en el rechazo injustificado de la prensa y en la falta de química con las gentes de menores recursos, a Uribe en algunas posiciones cavernícolas y en un gobierno diseñado para favorecer a los empresarios, a Santos en su falta de votos y una deuda con el mismo mentor: Uribe.

Tiene mucho de todos y una gran diferencia: “La mermelada”, que tiene y esparce con discreción, no ha sido suficiente para saciar la voracidad de una clase política, que no se satisface fácilmente como consecuencia de las concesiones que hicieron los dos anteriores mandatarios para mantenerse en el poder, por un segundo período consecutivo. Se suma a este panorama la crisis venezolana y una izquierda tan fortalecida y con métodos de lucha tan retrógrados como la de los años setenta, del siglo pasado.

Como resultado de las anteriores situaciones, realmente, por primera vez, desde el surgimiento del  Frente Nacional, a mediados del siglo pasado, se tiene en Colombia un Congreso que no le marcha a las iniciativas del ejecutivo, como respuesta a la “mermelada” y lo que para muchos es una catástrofe, podría ser el escenario perfecto para que se desarrollara por fin nuestra democracia y, en consecuencia, una bendición  para el país.

Y lo puede ser, porque nuestra Carta Política está cimentada teóricamente en la división de los poderes. División que no funcionaba porque se absorbían entre si, haciendo un bloque que propiciaba y generaba corrupción.

El mejor ejemplo de cómo debe funcionar una democracia es la forma como se desarrolla la objeción del presidente a seis artículos de la Ley Estatutaria de la Jurisdicción Especial para la PAZ (JEP), objeción que el mandatario estaba en todo su derecho a hacer, si a bien lo consideraba, pues así lo indica nuestro ordenamiento jurídico; objeciones que el Congreso debe considerar y apoyar o no, si a bien lo considera y, si las apoya, la Corte Constitucional tendrá a bien declarar o no la constitucionalidad de lo aprobado en el Congreso, si a bien lo considera.

La situación es clara y es una oportunidad para enaltecer nuestra democracia si las tres ramas del poder público, a bien lo tienen.  Y ahí está el secreto: Tenerlo a bien. Es decir, que en sus actuaciones prime el análisis y las mejores intenciones por el futuro del país. Quien gane o quien pierda es secundario. Lo importante es que gane Colombia y eso se logra más fácil si hay independencia de poderes. Una independencia que alarma a una sociedad que no sabe que es eso, que se ha acostumbrado a la unanimidad, sin importar que haya sido conseguida corrompiendo las tres ramas del poder público. Y si al presidente Duque le niegan las objeciones o cualquier proyecto que presente al Congreso, no deberá sentirse derrotado sino con un presidente que defiende la democracia.

Obviamente se está pensando en que las decisiones de uno u otro órgano del poder público actúe pensando y luchando por el bienestar del país y eso, claro, pude ser utópico. Pero, creo, Duque está marcando la pauta correcta.

Ser vencido en franca lid no es una derrota.

ANTES DEL FIN

Una de las críticas más frecuentes al presidente Duque es su apoyo a la oposición al gobierno venezolano. Pareciera que sus opositores, en esta materia, no vivieran la realidad de hoy en Colombia: no hay ciudad ni poblado, por pequeño que sea, al que no hayan llegado venezolanos en búsqueda de trabajo. La diáspora venezolana arrasa con el empleo y la calidad del mismo para los colombianos. No sé por qué el Dane no registra aun lo que esto significa para el país, en cifras.

Los venezolanos están desplazando a los colombianos hasta en los buses, de nuestras ciudades, como cantantes.

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CONGRESO – EN OTRO PAÍS…

EN OTRO PAÍS…

Eligio Palacio Roldán

Y tendremos otros cuatro años de lo de siempre: corrupción, disputas por el poder, intrigas, bajezas,  leyes acomodadas a los intereses de quienes tienen la capacidad de “persuadir al Congreso” y olvido, maquillado, para el resto de colombianos, por la publicidad oficial.

Después de una tensa campaña electoral, marcada por la confrontación de ideas, la altura de los debates y el respeto por el contrario, tomaron posesión de sus cargos como Congresistas cerca de 300 ciudadanos, orgullo de los pueblos que representan.

La ciudadanía esperó ansiosa la transmisión en directo por televisión que obtuvo el rating más alto del año, superando las trasmisiones de los partidos de fútbol de la selección Colombia y, obvio, el de las telenovelas y reality show de moda.

Para dar inició a la ceremonia, el Senador, que tomó juramento a los Congresistas, en un emotivo discurso manifestó: “Constituye para mí un honor instalar este nuevo Congreso, aprovecho esta oportunidad y creo que es el momento apropiado para felicitar a todas y todos, por haber logrado obtener este triunfo, en medio de la justa contienda electoral, materializando el mandato glorioso de la democracia, que se traduce de conformidad con la ley en personas que deben actuar acorde a la justicia, y buscando siempre el bien común.

“El Congreso de la República hace propicia esta instalación para rendirle un espontáneo tributo de reconocimiento y admiración, por la magna labor desarrollada como primer mandatario de los colombianos  durante estos dos cuatrienios, que reflejan lo que el hombre es capaz de realizar cuando su labor está inspirada en profundas convicciones, en la voluntad de progresar y proyectarse continuamente, para mostrar un cúmulo de realizaciones en beneficio de la sociedad colombiana”.*

Aunque estas palabras pronunciadas por el senador Javier Cáceres Leal, el 20 de julio de 2010, fueron “reales”, ellas y los párrafos iniciales de este escrito corresponden a la situación de un país ideal, muy alejado de lo que es Colombia, como dirían en el programa La Luciérnaga, de Caracol, de “otro país”, que jamás será el nuestro.

Hoy, los colombianos escucharemos palabras similares, palabras conmovedoras, llenas de lugares comunes, de compromisos con Colombia y los colombianos que tratan de disfrazar las intrigas y las componendas para sacar la “mejor tajada” o la mayor cantidad de “mermelada” para cada uno de los congresistas de la coalición y de la oposición; porque  ellos juegan a lo mismo.

Y tendremos otros cuatro años de lo de siempre: corrupción, disputas por el poder, intrigas, bajezas,  leyes acomodadas a los intereses de quienes tienen la capacidad de “persuadir al Congreso” y olvido, maquillado, para el resto de colombianos, por la publicidad oficial.

En cuatro años, otra vez, asustados correremos a votar por los mismos, porque si en Colombia estamos mal, lo están mucho peor en Venezuela y en Nicaragua, donde el pueblo le dio la oportunidad a ciudadanos con ideas diferentes para hacer lo mismo o aún cosas mucho peores, porque la ambición por el dinero y el poder acaban con cualquier posibilidad de solidaridad. No en vano los seres humanos también somos animales y nos regimos como ellos por aquello de que “El pez grande se come al pez chico”.

Qué bueno sería que en unos años lo dicho en estas notas fuera desvirtuado por la realidad y que el Congreso, que inicia hoy labores, cumpliera las palabras que con alborozo pronunciarán en unas horas.

ANTES DEL FIN

Por razones de trabajo tengo acceso a casos de sucesiones… Qué perversos somos los seres humanos: cuánta ambición, cuánto desprecio por la familia, cuánta doble moral se lee en esas páginas…

Y a los congresistas le pedimos que sean otra cosa. Difícil, es el ser humano, solo el ser humano.

LEALTADES MAL ENTENDIDAS

LEALTADES MAL ENTENDIDAS

Eligio Palacio Roldán

Y yo que leía, en la Constitución Nacional, que “Son Ramas del Poder Público, la legislativa, la ejecutiva, y la judicial”. Faltaba algo, el poder de la “lagartería”, de las lealtades mal entendidas.

Una persona leal es aquella “Que guarda a alguien o algo la debida fidelidad” y fidelidad es la “observancia de la fe que alguien debe a otra persona”. La lealtad malentendida es aquella que sacrifica la verdadera lealtad por temor a ser rechazado e incluso sancionado por expresar lo que se piensa sobre un hecho o una idea determinada, de la persona a la que supuestamente se le es leal. La lealtad mal entendida se va traduciendo en hipocresía, “lagartería” o complicidad.  Obviamente gran parte de la culpa de  la lealtad mal entendida la tienen los líderes que no aceptan críticas o posiciones en contrario a las suyas.

Ver GERENCIA DEL TALENTO HUMANO https://eligiopalacio.com/2016/07/13/talento-humano/

Lo peor de las lealtades mal entendidas es que son aprobadas por la sociedad en pleno; incluso desde el hogar, donde se originan, en su gran mayoría, por la dificultad de los mayores para aceptar que un menor pueda tener la razón. Se considera como una falta al principio de autoridad. Y esta situación se traslada, de igual forma, a la escuela, al trabajo y a la sociedad.

Esta semana medio país censuró al magistrado de la Corte Constitucional, Carlos Bernal, por que votó  en contra de los intereses del gobierno Santos, en una demanda interpuesta por el Senador Iván Duque, del Centro Democrático, contra el método fast track para aprobar en el Congreso los acuerdos de paz  con las Farc. Se criticó la decisión del magistrado Bernal porque “había sido ternado por el Presidente”.  Y lo dijeron los generadores de opinión independientes de este país, los que luchan contra la corrupción. Es decir, el magistrado no podía pensar, solo hacer lo que dijera Santos: Lealtad mal entendida.

Obviamente son miles de ejemplos. ¿Qué tal la lealtad del exministro Juan Manuel Santos apoyando las ideas y las formas de gobernar de Uribe cuando este era presidente? Puro lagarto, como todos los que resultan alrededor de quienes ostentan, algo o mucho, poder. Y esos son precisamente nuestros dirigentes: los del partido de La U, los conservadores, los liberales y hasta los de izquierda. ¿Qué tal Vargas Lleras con Santos? Y ¿Clara López? Obvio, la lealtad llega hasta cuando dura el poder, ¿O no, Senador Uribe, usted qué opina?, ¿Cómo ha sido su experiencia con sus amigos leales de los tiempos de la presidencia?

Ver COHERENCIA https://eligiopalacio.com/2016/11/30/incoherencia/

Entonces resulta que estamos gobernados por gentes leales al presidente de turno, con lealtades mal entendidas o lealtades cómplices, complicidad que se agravó con la reelección presidencial y que no da cabida a discusiones enriquecedoras al interior de nuestro Congreso, ni al interior de nuestro país porque, obviamente, muchas de esas lealtades se consiguen a punta de “mermelada”.

En hora buena el magistrado Carlos Bernal votó a conciencia. Aplausos.

Es tiempo de educar con el ejemplo, con los sinsabores y la aceptación de que nuestros seres queridos, nuestros seres leales puedan opinar diferente a lo que opinamos nosotros. Ese es el verdadero respeto por la diferencia.

ANTES DEL FIN

Y yo que leía, en la Constitución Nacional, que “Son Ramas del Poder Público, la legislativa, la ejecutiva, y la judicial”. Faltaba algo, el poder de la “lagartería”, de las lealtades mal entendidas.

Sí, pensé en usted, alcalde de Entrerríos, mi pueblo, cuando escribí esta columna, en sus antecesores y en todos los alcaldes de mi país, inmersos en un lago repleto de lealtades mal entendidas, de “lagartos”.

Sí, pensé en ustedes jefes, de todos los tiempos de mi vida laboral, cuando escribí esta columna, en la soledad de su pequeño reino, rodeados de súbditos.

Sí. Pensé en ti, cuando escribí esta columna. Gracias por los “wassapasos” que me pegas cuando no estás de acuerdo conmigo.

DESCONECTARSE

DESCONECTARSE

Eligio Palacio Roldán

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En el mundo de las redes sociales, del internet y obvio del satélite; en el tiempo de la “Aldea Global”, de la que habló el sociólogo canadiense Marshall Mcluhan, por allá en el año 1968, parece imposible estar aislado del resto del mundo, aunque cada vez es más recomendado por profesionales de la salud, la sicología y hasta por los gurús espirituales de la época, desconectarse.

Desconectar, según la Real Academia de la Lengua Española es Dejar de tener relacióncomunicaciónenlace, etc.”. Es decir, de algún modo, ser autista. Autista, según también la RAE es “Dicho de una persona: Encerrada en su mundo, conscientemente alejada de la realidad”.

Obviamente, existe el autismo como un trastorno del neurodesarrollo, donde se altera la comunicación con los demás seres humanos, no voluntario. Bueno, no nos metamos en profundidades porque tal vez si sea voluntario, como el que define la RAE.

Desconectado he estado los tres primeros días de esta semana y supongo que nada ha pasado y seguramente nada pasará en mucho tiempo esté o no desconectado: La crisis del hermano país de Venezuela se intensificará; los “descubrimientos” de corrupción en Colombia se agudizarán, así como las relaciones Uribe – Santos, para concluir lo obvio: que somos una partida de corruptos; también se irán revelando los verdaderos acuerdos Farc-Santos y Uribe paramilitares; la crisis económica se acentuará y seguirá la venezonalización de la economía colombiana y del país en general, no por la llegada de nuestros vecinos a colonizar a Colombia (en cada esquina vemos más de uno), sino  por la salida del “Closet”, sin ninguna vergüenza y sin ninguna judicialización, de nuestra dirigencia, para más rabia de la derecha colombiana. Claro, los godos seguirán entregando “La Conciencia Moral del País” por un plato de lentejas.

Colombia es un país católico donde la iglesia, de esa tendencia religiosa, no se ha podido “desconectar” del poder. Qué bueno que lo hiciera y que en estos dos días de reflexión (Jueves y Viernes Santo),  dedicados a conmemorar el sacrificio de Jesús, retomara su origen, diera muestras de humildad y desprendimiento y comenzara, con su ejemplo, a buscar una Colombia más honesta. Creo que gran parte de nuestra doble moral se debe a lo que ha sido su actuación en el país y en el mundo: Pobreza para los otros y opulencia para mí. No me explico cómo podrán superar la prueba del camello descrita en la Biblia.

No es la iglesia católica, solamente, la que debiera desconectarse del poder: también mis colegas periodistas; gran parte de ellos enmermelados por los gobiernos de turno. Gobiernos municipales, departamentales o nacionales a los que exprimen a cambio de ocultar sus pecados. También los empresarios, los comerciantes, los trabajadores. En fin, todos y cada uno de los colombianos que nos creemos de bien y que no llegamos a serlo.

ANTES DEL FIN

Alguna vez me ausenté de mi sitio de trabajo, durante seis semanas, por vacaciones acumuladas, al partir se estaba discutiendo en el Comité Directivo un tema, al regresar estábamos en la misma discusión. Tomé la palabra y expresé: “Esto se parece cada vez más a una telenovela, la deja de ver uno dos meses y no pasa nada”. Lo mismo sucede es nuestra vida  nacional; entonces, ¿para qué estar conectado?

COHERENCIA

COHERENCIA

El mejor ejemplo de falta de coherencia es el presidente de la república, Juan Manuel Santos, en su relación con las Farc.

Eligio Palacio Roldán

Desde hace muchos años y en especial desde que comencé a escribir en este blog me ha preocupado el tema de la objetividad, característica que me parece imposible para el ser humano dadas sus limitaciones físicas y/o sicológicas para percibir la realidad. (Ver https://eligiopalacio.com/tag/objetividad/, ¿CUÁL VERDAD? https://eligiopalacio.com/2015/06/12/5088/, ¿CUAL SERÁ LA REALIDAD? https://eligiopalacio.com/2016/01/21/cual-sera-la-realidad/, LA MAQUINA DE LA VERDAD https://eligiopalacio.com/2015/04/15/la-maquina-de-la-verdad/)

Convencido de que la objetividad es solo un ideal he tratado de trabajar, buscar y hasta exigir la coherencia. La coherencia es definida por la Real Academia de la Lengua Española como: Conexión, relación o unión de unas cosas con otras o Actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan”.

El mejor ejemplo de falta de coherencia es el presidente de la república, Juan Manuel Santos, en su relación con las Farc: De colaborador, de compinche de la guerrilla, para tumbar al presidente Samper, pasó a ser su peor enemigo en el gobierno de Alvaro Uribe Vélez, como Ministro de Defensa, para pasar, nuevamente, a ser el mejor camarada de la organización guerrillera y lograr un acuerdo de paz para que los ancianos hombres, alzados en armas, tengan una vejez tranquila. (Ver EL «COMPLOT» DE SANTOS https://eligiopalacio.com/2016/05/19/el-complot-de-santos/ y LA PAZ DE LOS VIEJITOS https://eligiopalacio.com/2015/09/29/la-paz-de-los-viejitos/). Igual sucedió con la dictadura en Venezuela a la que criticó vehementemente, en los tiempos en que era el mejor amigo de Uribe, y ahora apoya con un silencio cómplice.

La falta de coherencia de nuestro presidente ha estado presente en toda su trayectoria política y el más reciente ejemplo está en su discurso sobre el plebiscito del que dijo los colombianos tendrían la última palabra para que “aprueben o rechacen los acuerdos de paz…” y, al ser rechazados, desconoció la voluntad popular (Ver pic.twitter.com/Qhk7jd9xz2)

Otro ejemplo clásico de incoherencia está en nuestra clase política, en especial el Partido Conservador, que pasó de alabar a Andrés Pastrana, siendo presidente, a juzgarlo para complacer  a Uribe y, ahora, hace lo mismo con Uribe para adular a Santos. Cuestiones de “mermelada” dicen, tranquilamente los ciudadanos, sin percibir el fuerte olor a podrido de nuestra “democracia”.

A los anteriores ejemplos hay que sumarle otro, que me duele bastante: Los orientadores de opinión: Los columnistas. Durante el gobierno Uribe los vi rasgarse las vestiduras, con toda la razón, por la manera como el entonces presidente acomodaba la Constitución Nacional a sus ambiciones personales para quedarse en el poder y, ahora, cuando el presidente Santos no solo viola la Carta Magna si no los resultados de un plebiscito que pretendía probar o improbar los acuerdos con la guerrilla guardan un silencio preocupante y hasta se van lanza en ristre contra Uribe por criticar las violaciones a  la Constitución. Y uno se pregunta: ¿Cuál habría sido la reacción, de la gran prensa, si el que hubiese desconocido los resultados del plebiscito fuera Uribe?

Otro gran ejemplo de incoherencia está en la iglesia católica que mientras dice transmitir el mensaje de amor de Jesús, condena a gran parte de la humanidad que no acepta su realidad, como la única posible en el universo.

La consecuencia de la falta de coherencia es la pérdida de credibilidad y eso, precisamente eso, es lo que sucede con el presidente Santos: Nadie le cree… Bueno, tal vez solo las Farc.

Preocupante la falta de coherencia, de credibilidad de nuestros líderes, de nuestras instituciones. Esa es la causa de la anarquía y, obvio, de los resultados electorales. (Ver POR QUIEN VOTAN LOS CIUDADANOS https://eligiopalacio.com/2016/11/18/por-quien-votan-los-ciudadanos/)

ANTES DEL FIN

Reprochable  la aprobación en el Congreso de los acuerdos de paz con las Farc sin ningún análisis. Bueno, que más se puede esperar de la clase política inmóvil ante el peso de la “mermelada”.

Conmovedor hasta las lágrimas el accidente aéreo de esta semana en Colombia que causó la muerte a 71 seres humanos y 6 heridos graves. Conmovedor, también, el homenaje de los antioqueños a los campeones del Chapecoense. Con los años, Medellín, será un ícono para los hinchas del equipo brasileño así como lo es hoy para los fans de Gardel. Buen ejemplo para el mundo.

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