BAJO LA LLUVIA (VIDEO)

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LOS RECUERDOS SON CADA DIA MÁS DULCES… https://eligiopalacio.com/2021/05/18/los-recuerdos-son-cada-vez-mas-dulces/

BAJO LA LLUVIA https://eligiopalacio.com/2017/06/20/bajo-la-lluvia/

“AGUAS QUE LLOVIENDO VIENEN, AGUAS QUE LLOVIENDO VAN…”

“AGUAS QUE LLOVIENDO VIENEN, AGUAS QUE LLOVIENDO VAN…”

Eligio Palacio Roldán

Las primeras imágenes de la lluvia llegan a mi mente más cargadas de bruma de lo que quizás realmente fueron. Un calorcito adentro de la casa y un exterior lleno de la magia del granizo, la neblina y los arroyos sobre la hierba, en las montañas de Antioquia. Tal vez ese fue el origen de mi fascinación por el frío, la nieve y los ambientes grises. Era una mezcla de éxtasis, por la belleza de las escenas, y de terror a  los rayos y  a ese fantasma, que se hace realidad en cientos de poblaciones, del Diluvio Universal.

El agua, que se origina en la lluvia, hace parte junto con el aire, el fuego, la tierra y el vacío de los cinco elementos constitutivos de la naturaleza. El fuego y el agua, en forma de lluvia, son los más notorios pues los otros se vuelven paisaje.  Por separado generan bienestar o catástrofes según su intensidad pero el agua termina dominando al fuego, en caso de encontrarse en el mismo punto geográfico.

Pero, ¿Qué es la lluvia, además de agua que cae de las nubes, o del cielo como creen gran parte de las gentes? La posibilidad de que los nutrientes se diluyan para las plantas y se genere alimento para los demás seres vivos, la “gasolina” del mundo, podría decirse. El origen de los ríos y del agua para calmar la sed de los animales y el hombre. Pero más allá de todo eso, el escenario perfecto para encontrarte contigo mismo y quizás con Dios.

Que la lluvia es propicia para la melancolía, es verdad. También lo es que esa misma  melancolía, bien canalizada, genera el pare que todo ser humano debe hacer para reflexionar, evaluar y redireccionar su trasegar por la existencia. Nada como el sonido del chocar del agua contra el piso para inspirarse, escribir, solucionar dificultades e incluso para dormir.

Para el final del año 2020, el año de la pandemia del Coronavirus, se  anuncia el llamado Fenómeno de la Niña como generador de dificultades y tragedias. No hay tal, la causa de ellas no ha sido ni será la lluvia sino la falta de planeación para el uso de los suelos y en especial para las edificaciones en veredas, pueblos y ciudades y la imprevisión de las autoridades a quienes cualquier fenómeno de la naturaleza, por anunciado que sea, los toma por sorpresa. Otra vez, las lluvias, serán protagonistas en titulares de prensa, para los ávidos consumidores de morbo, y poco reconocidas por sus beneficios para cuerpos y espíritus.

En vez de preocuparse por las lluvias, lo mejor sería recibirlas con alegría como lo hacían los antepasados indígenas, como lo hacemos los campesinos, o como lo hacen los habitantes de la región del Orinoco: bailando al son del Galerón Llanero… “Aguas que lloviendo vienen, aguas que lloviendo van, galerón de los llaneros es el que se bailará”.

ANTES DEL FIN

“Se les dijo, se les advirtió, se les recomendó que se cuidaran. Que el COVID-19 era una pandemia peligrosa. ¿Y qué hicieron? Se pasaron la advertencia por la faja, desatendieron el mortal consejo. ¿Y saben cómo quedaron? Con el sistema de salud colapsado sin poderlos atender, y centenares de muertos por todo el país.”  Inolvidable Hebert Castro

Primera Navidad, primera navidad… en aislamiento.  

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VOLAR

VOLAR

Eligio Palacio Roldán

Las primeras imágenes que recordaba de su existencia eran la de los pájaros surcando el cielo, camino a los frondosos árboles cercanos. Luego, cuando vio los aviones cruzar un firmamento lejano, indagó a su madre.

  • Allí viaja mucha gente, hacia lugares lejanos. Le dijo.

Años después se estremeció leyendo la historia de Ícaro.

Literalmente su sueño siempre fue volar. En el día se pasaba contemplando espejismos, en las noches, sus más dulces visiones lo mostraban volando bajo un cielo azul y sobre un verde intenso.

Los niños sentían miedo al mirarlo. Su delgada y espigada figura, siempre vestida de negro, los estremecía. Los mayores nunca entendieron el porqué de sus obsesiones.  Con los años, su nariz fue creciendo semejando, a la distancia, un pico de águila.

Las nubes negras de ese día presagiaban lluvia. El viento arrastraba ramas y hojas y a los mismos árboles. El hombre subió a la pequeña colina de sus sueños, con su amplio abrigo abierto y su bufanda suelta y sobrepuesta.

Y se cumplió su sueño: sus pies se fueron alejando del piso y su abrigo se extendía por el aire cual alas rotas. Fueron unos minutos inmensos, pletóricos de felicidad. Su vida había valido la pena.

Un relámpago ilumino el cielo. Algunos dicen que se le alcanzó a ver una sonrisa.

EL TRIANGULO

EL TRIANGULO

Eligio Palacio Roldán

Lo tenía en su memoria. También  escrito en las pocas líneas de su diario inconcluso. Bueno, sin iniciar se diría. Fue un sueño…

Era una noche oscura y fría. Llovía. El taxi lo dejó en el amplio parque, con la iglesia al fondo. Era quizás el parque más grande de la ciudad. De muchas ciudades.

Corrió hacia un andén para protegerse de la inclemente lluvia. La calle estaba oscura. Tuvo miedo. Miró en todas las direcciones y solo sombras. “Sombras nada más”.

Camino lentamente, pegado a la pared, por la calle diagonal, como una sombra más, hasta que llegó al vértice del triángulo. Una intensa luz envolvió su trémulo cuerpo, se cubrió la cabeza, con las manos, tratando de protegerse de la corriente eléctrica del rayo que no llegaba, que no llegó.

Poco a poco fue girando su cuerpo y se encontró con la luz intensa de la salsamentaria que abría su puerta, en el propio vértice del triángulo. Un hombre, de mediana estatura, emergió tras el mostrador.

  • ¿Que busca señor?, interrogó.
  • Busco un salón donde hay una fiesta, respondió sin lograr calmar su ansiedad

El hombre saltó hacia un costado de la salsamentaría y abrió una puerta que daba paso a una oscuridad profunda.

  • Cruce la calle le dijo, es al frente.

En ese instante, recordó el sueño descrito en su diario. El terror le recorría el cuerpo desde la punta de su cabeza hasta los dedos de los pies. Es la puerta hacia la muerte, pensó.

Y luego, desapareció en medio de la oscuridad.

BAJO LA LLUVIA

BAJO LA LLUVIA

Eligio Palacio

 

En medio de la noche, el hombre se abría paso entre la neblina y la pertinaz lluvia. Llevaba en sus brazos una mujer. La cubría con una liviana manta y pareciera arrullarla, como se arrullan los niños pequeños.

La mujer se quejaba presintiendo la proximidad de la muerte. Al hombre le rodaban lágrimas por sus mejillas. Recorrían los espacios del recuerdo.

Al comienzo los pasos del hombre se aminoraban por el peso de la mujer. Con el paso de los minutos, el caminar se hizo normal e incluso, se diría, presuroso.

Alguien dijo que acompañaba a la mujer a deshacer sus pasos, pasos que hacía muchos años no podía dar.

A medida que pasaba el tiempo, la mujer iba disminuyendo su tamaño. Sus quejidos se iban apagando.

Un relámpago iluminó la escena y se vio al hombre cargar una muñeca vieja y desecha.

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