EL DILEMA DE LA PAZ TOTAL

EL DILEMA DE LA PAZ TOTAL

Eligio Palacio Roldán

Acabo de cumplir sesenta años, sesenta años en que año a año se relatan historias de violencia, desalojo, sometimiento y muerte en nuestro país. Hasta la década del 80 el origen de la violencia estuvo en las guerrillas de izquierda, luego en las de derecha y en el narcotráfico, narcotráfico que ganó la guerra, coaptó los movimientos insurgentes, a la sociedad y al mismo estado y somete a la población inerme y al país entero a su voluntad, cuando le viene en gana. Por ello, por una guerra perdida que he padecido toda mi vida, estoy de acuerdo con la búsqueda del presidente Petro de la Paz Total.

Esta semana un analista del buen programa de Caracol Radio, Hora 20, afirmaba que los acuerdos de paz para lo único que servían eran para que aquellas personas, al margen de la ley, que quisieran jubilarse lo hicieran con toda tranquilidad. Está opinión es plenamente compartida por este servidor y fue esbozada en la columna de 2015, LA PAZ DE LOS VIEJITOS https://eligiopalacio.com/2015/09/29/la-paz-de-los-viejitos/

En 2021 escribí la columna ¡DE ACUERDO! AMNISTIA GENERAL https://eligiopalacio.com/2021/08/19/amnistia-general/, en la que mostraba mi complacencia con la iniciativa del expresidente Uribe Vélez. Allí decía “No dejar al pueblo por fuera, es precisamente la propuesta de Uribe de una amnistía general.  Si queremos una paz de verdad debemos sacrificarnos por ella, sanar las heridas y hacer el máximo esfuerzo para perdonar y rehabilitar a una sociedad enferma por la violencia, la guerra, la corrupción, el crimen, el narcotráfico y la delincuencia”.

El cuatro de agosto de 2022 escribí “Me gusta la arriesgada propuesta del presidente electo de “Paz Total”; es la misma de Álvaro Uribe en agosto del año pasado. Es una utopía, pero una utopía que sería la verdadera paz para Colombia: Perdón, olvido y un recomenzar.”

Puede ver: ERA PETRO: ENTRE EL TEMOR Y LA ESPERANZA https://eligiopalacio.com/2022/08/04/era-petro-entre-el-temor-y-la-esperanza/ 

Soy consciente de los riesgos que genera la propuesta de la Ley de Sometimiento a la Justicia del gobierno Petro, de lo injusta que resulta siendo con la gente de bien, de la impunidad que puede generar, pero es un intento diferente a lo hecho durante los últimos sesenta años. Difícil, muy difícil un resultado positivo en medio del narcotráfico que se apoderó de países enteros como Colombia, México o los de Centroamérica, pero hay que intentarlo y esperar que las personas al margen de la ley comprendan las bondades de la iniciativa del presidente quien tal vez como yo resulte ser ingenuo.

El éxito de la Paz Total, el éxito del presidente Petro y de Colombia está en que la iniciativa trascienda de los viejitos que están en edad y con deseos de jubilarse, como los de las Farc, a los millones de jóvenes colombianos ávidos de oportunidades, que deambulan entre el ejército, las guerrillas de izquierda o de derecha y de las demás bandas dedicadas al narcotráfico o a la minería ilegal.

Creo es hora de retomar la idea del inmolado líder Álvaro Gómez Hurtado, de un «Acuerdo Sobre lo Fundamental» , para tratar de rehacer las destrozada Colombia.

Si los criminales no aceptan la Paz Total el destino de Colombia será inexorablemente un giro a la derecha y la implementación de un gobierno al estilo Uribe.

ANTES DEL FIN

Me gustan los esbozos de la reforma pensional del gobierno Petro, aunque difícilmente sea sostenible. No mucho la laboral, generará desempleo, y ni hablar de la de la salud. Es necesario madurar las ideas.

¿Los colombianos se cansaron de su televisión o su televisión ya no los interpreta? Otro dilema difícil de dilucidar. Para mí los dramatizados son demasiado industriales y poco creativos.

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HÉROES DE LA PATRIA

HÉROES DE LA PATRIA

Eligio Palacio Roldán

Hay tiempos para ver, comprender y concluir dice el psicoanálisis. Estos tiempos no son cronológicos, incluso a veces se viven en forma simultánea como en el caso que relato a continuación:

Hace unos 25 años, mi ex jefe, Luz Amparo Gil Arango (Q.E.P.D.) se enamoró, literalmente, de los soldados del ejército colombiano, fue entonces que se hizo Oficial de Reserva y dedicó el resto de su vida, diría yo, a protegerlos. Por esos días, la miraba con recelo y no alcanzaba a dimensionar su decisión. Muchas veces pensé que estaba medio chiflada y máxime cuando elevaba a los soldados a la categoría de “Héroes de la Patria”.

Hace ocho días llegó a una propiedad rural que tengo en Entrerríos – Antioquia el comandante de la policía del municipio acompañado de una cuadrilla del Ejército, de muchachos pagando servicio, buscando donde armar su campamento por un período indeterminado. Sentí algo de temor debido a prevenciones que, como gran parte de la ciudadanía, tengo hacia los militares, por ello, di gracias que ese día y durante casi toda la semana tuve que ausentarme. En ese período estuve pendiente de ellos desde la distancia y vi por primera vez la realidad de este puñado de muchachos, casi unos niños, de tan solo veinte años de edad.

De escasos recursos, en su mayoría, buscan una oportunidad para salir adelante, en el ejército, y ayudar a sus familias, en especial a sus madres. Los acompaña una tenacidad, una persistencia, un optimismo y una alegría difíciles de ver en otro tipo de profesionales. Es duro: prestan guardia día y noche, las escasas horas de sueño transcurren en medio de la zozobra, debajo de débiles carpas, en las que les toca dormir acompañados, haciendo frente al clima implacable, cocinan sus propios alimentos y tienen que ingeniárselas para conservarlos en buen estado, sus necesidades fisiológicas se desarrollan a cielo abierto y el baño en algún riachuelo, lo mismo que el aseo de sus ropas.

Pasan largas temporadas sin ver sus seres queridos y sus relaciones familiares y/o amorosas cuentan historias a distancia, por teléfono. También, por teléfono, los dolores de amigos heridos en combate o las ausencias definitivas de sus compañeros tras algún atentado.

Tienen temor, desde luego, pero eso los convierte en hombres precavidos, cuidadosos al extremo, inteligentes en la forma de cuidarse y en descifrar al otro, valientes.

Tal vez no todos debamos tener el amor infinito de mi exjefe por los soldados, pero si la convicción de que son unos muchachos que sacrifican lo mejor de su juventud para garantizar el bienestar de todos y que lo mínimo que les debiéramos tener es admiración y respeto.

El fin de semana pude compartir con ellos y comprender su relevancia en nuestra historia y concluir que en verdad son unos “HÉROES DE LA PATRIA”

ANTES DEL FIN

Los mejores recuerdos de mi Oficial de Reserva a pesar de lo brava que era. ¿Qué pensaría del giro que ha dado el país?

Candidatos para dar y convidar para las elecciones de octubre próximo, ¿democracia, ingenuidad, o estrategia para generar estados de ingobernabilidad?

De turismo por estos días, me sorprende Punta Arenas, en Chile: orden, aseo, respeto por el peatón en las calles. M e siento como en un país desarrollado y es de nuestra América Latina. Mucho por aprender de esta ciudad.

PALABRAS PENDIENTES

PALABRAS PENDIENTES

Eligio Palacio Roldán

He sido atracado tres veces en lo corrido de mi existencia, robado muchas más. En el momento de los atracos, dos raponazos del reloj y uno con cuchillo para robarme el poco dinero de estudiante de escasos recursos, la reacción ha sido la misma: el terror genera la inmovilidad de mis cuerdas bucales y en consecuencia la incapacidad de modular una palabra, algún sonido o un grito, las palabras quedan pendientes, suspendidas en el aire, o quizás tan solo en el imaginario.

Esa misma incapacidad o impotencia para expresar con frases lo que se siente y/o se quiere decir se hace presente en la vida diaria de los humanos por las inhibiciones, el temor, la vergüenza, la reticencia para afrontar algunos temas, la rabia contenida o simplemente la convicción de que no eres escuchado, de que no vale la pena decirlas, así como cuando he sido atracado.

Palabras pendientes son las que quedan atrancadas en las gargantas de cientos, miles, de colombianos frente a las autoridades por la sensación de que la justicia es inoperante, lejana y paradójicamente inequitativa, las de los ciudadanos ante gentes sectarias por política, religión o sexo, ante los criminales de izquierda, de derecha o sin más ideología que la de hacer daño, ante las dictaduras “éticas”, “morales”, económicas o también políticas, ante la ignorancia y la poca capacidad de reflexión y autocrítica de los humanos.

Palabras pendientes las de la guerrilla de las Farc, de los negociadores de paz y de la dirigencia colombiana en más de doscientos años de historia.

Palabras pendientes las que quedan con la ausencia de un ser que se quiere, ya sea por muerte, ruptura definitiva o porque la vida nos separa de los demás lenta pero inexorablemente, cuando nos lleva a habitar parajes distantes psíquica o geográficamente.

Hay días en que una “leve brisa del ayer” se acerca para recordarnos las palabras pendientes y dejarnos el sinsabor de que no se dijo lo suficiente y de que ya es demasiado tarde para hacerlo, incluso imposible.

Dejar en el olvido las palabras pendientes no es tan fácil, queda siempre la sensación de que se pudieron decir, de ahí que sean frecuentes las reuniones post ruptura, la insistencia en dar explicaciones, las conciliaciones e incluso los intentos fallidos de conversaciones con seres que ya no pueblan la tierra.

¿Cómo hacer para que no queden palabras pendientes entre los humanos? Difícil, no en vano ellas son solo una convención para tratar de comunicarnos y entendernos y la historia ha demostrado que son insuficientes, no es la cantidad de palabras pronunciadas, es la asertividad a la hora de escogerlas, de pronunciarlas.

Una manera de aproximarse al entendimiento es escuchar, bajar el ego y aceptar que el otro tiene algo que decir y, obvio, que percibir la realidad es utópico para el humano dadas sus limitaciones físicas, psíquicas e intelectuales.

Puede ver: LEVE BRISA DEL AYER https://eligiopalacio.com/2022/01/16/leve-brisa-del-ayer/

ANTES DEL FIN

“Palabras Pendientes” es el nombre de un libro escrito por Alfonso López Michelsen, sobre conversaciones suyas con Enrique Santos Calderón.

Medellín no solo está inundado de agua por la fuerte temporada invernal, también lo está de basuras y habitantes de la calle. Nada queda de la “tacita de plata” de ayer.

La política y los políticos colombianos siguen en el mismo juego y las esperanzas de un cambio se desploman.

Arranca un nuevo año electoral donde se verán las coaliciones más inesperadas, pero la política es dinámica y los principios también.

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LLEGÓ LA HORA DE ELEGIR

LLEGÓ LA HORA DE ELEGIR

Eligio Palacio Roldán

“Escoger o preferir a alguien o algo para un fin”

RAE

“Hacerse elegir es entonces el arte de mentir y de lograr que esas mentiras sean aceptadas como verdad.”

Como bien lo define la Real Academia de la Lengua Española, elegir es escoger a alguien o algo para un fin. Llegada la hora de hacerlo, lo primero es determinar para qué fin elijo y a partir de ahí determinar qué o quién conviene más a mis intereses y a los de la nación, si tengo algo de sensibilidad social que trascienda los intereses particulares.

Este domingo se desarrollará la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia para el período 2022-2026 Cómo saber, en ese escenario, ¿quién le conviene a mis intereses y a los de mi comunidad? Sencillo, primero definir esos intereses y luego descubrir en cada una de las propuestas de los candidatos las que más se acercan a ellos y votar por quienes los encarnan, no de labios para afuera sino desde su ser interior.

El mercadeo político, desde siempre, así no se le conociera como tal, ha tratado de identificar esos intereses, esos deseos, de la población para los candidatos acomodarse a ellos, convirtiéndose en productos consumibles por los electores cuyo pago es un voto, una elección.

El producto, candidato, de estas elecciones, si tiene verdadera “ambición” de poder, debe responder, entre otros, a los siguientes requerimientos.

  1. Ser anti uribista: decir que fue el peor presidente de Colombia en toda su historia, que es un criminal y que merece ser condenado.
  2. “Pasar de agache” ante los crímenes de las Farc, decir que no han cometido ningún delito y que si lo hicieron fue para defender a la población de la opresión.
  3. Condenar la clase política, tacharla de corrupta, así se encuentre inmerso en ella y haber sido protagonista de varios hechos de corrupción
  4. Hablar mal de los ricos y de los empresarios, sostener que son los culpables de su pobreza, y prometer que sobre ellos recaerá la carga tributaria.
  5. Prometer satisfacer las necesidades y los sueños de cada uno de los electores, así no existan los recursos necesarios para lograrlo.
  6. Aprovecharse de los resentimientos de todos y cada uno de los que por diversas circunstancias se han sentido excluidos: pobres de dinero y de espíritu, mujeres, campesinos, obreros, negros, población lgtbiq, etc.
  7. No censurar la idiosincrasia actual del pueblo colombiano, lleno de personas que se creen merecer todo sin hacer mayores esfuerzos, al estilo narcotraficante.
  8. Afirmar, que el narcotráfico es problema de Estados Unidos y que como víctimas no podemos hacer nada para combatirlo.
  9. Criticar al presidente Duque, endilgarle todos los problemas del país y no reconocerle ningún mérito.
  10. Decir que a partir del siete de agosto todo va a cambiar y que llegaremos a una etapa de prosperidad. Eso sí, sin dar mayores explicaciones de cómo lograrlo.

Además de responder a estos requerimientos, entre otros, el aspirante a gobernarnos tiene que lograr que le crean, así una vez en el gobierno se olvide de lo prometido o haga todo lo contrario a lo expuesto en campaña; a manera de ejemplo, ¿cuál de los presidentes de la historia reciente de Colombia, cuando candidato, no ha prometido que no incrementará los impuestos? Incluso, Juan Manuel Santos aseguró firmar esta promesa en piedra o en mármol, en un debate con Antanas Mockus, el 25 de mayo de 2010.

Hacerse elegir es entonces el arte de mentir y de lograr que esas mentiras sean aceptadas como verdad. Así que no crea en las promesas de ninguno de los candidatos. Para escoger por quien votar mire otros elementos como antecedentes, trayectoria, coherencia, liderazgo, razonabilidad de sus propuestas; pero sobre todo sus actos de vida.

ANTES DEL FIN

29 de mayo de 2022, una fecha trascendental en la historia de Colombia y de la de cada uno de los colombianos.

REHENES

REHENES

Eligio Palacio Roldán

Desde las novelas de la infancia – Sandokán de Emilio Salgari – Kalimán o Arandú – siempre oí hablar de rehenes; después fueron frecuentes en las noticias de radio, prensa y televisión. Siempre creí entender su significado, pero no lo comprendí en su verdadera dimensión hasta la semana anterior cuando con una tercera parte de la población colombiana fui rehén de las autodenominadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia.

El viernes en la madrugada viajando hacia Entrerríos, 60 kilómetros al norte de Medellín, fui alertado en la carretera sobre la quema de vehículos por parte de los criminales; como pude llegué a la finca y permanecí allí hasta el martes, en medio de la incertidumbre por la recolección de la leche, la dificultad para la consecución de los insumos, los nuevos atentados, la sensación continua de peligro y la imposibilidad de movilizarme libremente.

La palabra rehén está definida por la Real Academia de la Lengua Española como “Persona retenida por alguien como garantía para obligar a un tercero a cumplir determinadas condiciones” y eso fuimos gran parte de los colombianos, el fin de semana pasado, con la demostración de poder de los delincuentes frente al estado, a quien pretenden doblegar.

A mi memoria llega el relato de la toma de Mitú por la guerrilla de las Farc en 1998 (http://www.elespectador.com/impreso/nacional/articuloimpreso87232-mitu-fue-el-infierno) y no puedo más que sentir un déjà vu: otra vez un ejército sin capacidad de maniobra, otra vez una población desprotegida, otra vez la delincuencia en superioridad de hombres y de armas, otra vez la población de rehén. Ahora por primera vez en mi historia personal, yo también como rehén.

Y entonces uno se pregunta ¿qué pasó con el ejército que conformara Pastrana? ¿qué pasó con el de las victorias de los gobiernos de Alvaro Uribe? ¿dónde comenzó su declive y cómo hizo para retroceder tanto en la historia? ¿Fueron entonces veinte años perdidos para ese ejército y para Colombia?

También llega a mi memoria el amor del papá de una amiga por Álvaro Uribe luego de que lo liberaran del yugo de las Farc que lo había tenido secuestrado y a la que le tuvo que pagar luego para dejarlo trabajar y una alegría similar a la que sentí cuando un joven conductor de Colanta llegó hasta mi propiedad a recoger la leche inmovilizada, como consecuencia del paro armado, o cuando observé la caravana de vehículos en la vía a Medellín desafiando las amenazas.

Fue el fin de semana pasada la oportunidad para recordar la inmovilización del país por los retenes de los delincuentes de las Farc a principios de siglo y como el gobierno de Uribe y las Fuerzas Militares nos liberaron de ese yugo posteriormente; también para sentir la desesperanza del regreso al pasado y como volvemos a ser rehenes de la delincuencia, como ayer, como los hemos sido desde hace sesenta años.

Como dicen por ahí, el que desconoce la historia está condenado a repetirla: Los colombianos la olvidamos y ahí están las consecuencias.

ANTES DEL FIN

Colombia está mal de dirigentes políticos. Muy mal.

Llegaron las elecciones. Ojalá no nos dejemos llevar por el sectarismo político. Hay tiempo para pensar y analizar la historia del país y predecir el futuro a mediano y largo plazo.

Muy buena producción la telenovela Las Villamizar; a veces, la música, algunas escenas y la presentación, que ahora se hace al final, me recuerdan la serie turca EL Sultán.

“El tiempo pasa y se nos va la vida…” Corre este 2022.

FALSOS POSITIVOS: DE 15 DÍAS DE DESCANSO A 40 AÑOS DE CÁRCEL

FALSOS POSITIVOS: DE 15 DÍAS DE DESCANSO A 40 AÑOS DE CÁRCEL

Eligio Palacio Roldán

Con el paso del tiempo, la experiencia, los conocimientos adquiridos, la observación y el análisis he llegado a la conclusión de que la verdad no existe, tal como lo he expresado en diferentes oportunidades. Y si la verdad no existe, pues es lógico que la que difunda algún día la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición no dejará de ser una más a la que creerán unos y repudiarán otros.

Por estos días, conocí a un protagonista de la macabra historia de los “Falsos Positivos” que me relató “la verdad” de su historia.

Nacido en las montañas de Antioquia, campesino de escasos recursos y bajo nivel educativo, se enroló en el ejército apenas cumplió su mayoría de edad, como suelen hacerlos miles de campesinos de nuestro país buscando una mejor oportunidad para sus vidas.  Allí hizo parte de un pelotón en el gobierno Álvaro Uribe. Él, recuerda, exigía resultados en cada visita a la Brigada, en cada reunión y los resultados no eran detenidos, eran bajas. Y esa misma exigencia, la hacían los comandantes, los generales del ejército. El expresidente nunca pidió asesinar personas inocentes, pero si resultados, efectividad.

Tener una baja era motivo de alegría y de recompensa.

Alguna vez se encontraron con un pelotón amigo que le regaló una baja. Era un hombre joven, vestido de insurgente; pero en realidad no era tal, era un indigente, asesinado, trasladado desde Medellín al que hicieron pasar por guerrillero.  Fueron quince días de descanso remunerado y muchas felicitaciones. Pasado un tiempo comenzaron las investigaciones de la Fiscalía General de la Nación.  Un día, hasta su casa campesina llegaron a detenerlo, dejando atrás una historia de amor por sus padres y su terruño.

No fue fácil, un día en el calabozo del pueblo, otros más en el búnker de la Fiscalía en Medellín, su encarcelamiento en Bellavista, el miedo, el hambre, las dificultades para encontrar un espacio donde dormir, las presiones internas y externas, las peleas entre los presos, vivir inmerso en el mundo de las drogas en el que se convirtieron las cárceles colombianas, una riña que lo dejaría con problemas físicos para el resto de su vida y las palabras de aliento que se tuvo que inventar para no afligir más a sus avergonzados padres campesinos. Luego, la cruda realidad: Cuarenta años de cárcel.

Después, una rebaja de trece años por aceptar los cargos que le imputaban hasta que, después de siete años de prisión, llegó la libertad condicional acogiéndose a los beneficios de la Ley 1820 y la espera del llamado de la JEP.

Ahora trata de rehacer su vida de manera honesta como le enseñaron sus padres, borrar los años de cárcel que le dejaron cicatrices en cuerpo y alma, pero es difícil dados sus antecedentes judiciales y el señalamiento de la sociedad. Al igual que él, más de tres mil exsoldados esperan el veredicto de la JEP con el sinsabor de que su trato es desigual con el dado a los excombatientes de las Farc, pues mientras los exguerrilleros tienen múltiples beneficios por parte del gobierno ellos no encuentran la forma de salir de la crisis personal, económica y social que se originó en los falsos positivos.    

ANTES DEL FIN

¿En qué momento nuestra sociedad se dejó llevar por el todo vale, por “el fin justifica los medios” de que hablase Maquiavelo en el siglo XV, donde quedó la ética?

Dura lección la que deja la trágica historia de los “Falsos Positivos”, falsos positivos que se repiten en el estado, en la empresa privada, en los colegios; en fin en todos los estamentos de nuestra sociedad: hacer para ser visto, para deslumbrar, para brillar a costa de lo que sea, hasta de la vida de los demás. ¡Lamentable! ¡Trágico!

Puede leer: DE LA ETICA DE LOS RESULTADOS A LA TRAGEDIA DE LOS FALSOS POSITIVOS https://eligiopalacio.com/2021/03/26/de-la-etica-de-los-resultados-a-la-tragedia-de-los-falsos-positivos/

¡DE ACUERDO! AMNISTIA GENERAL

¡DE ACUERDO! AMNISTIA GENERAL

Eligio Palacio Roldán

Espero que gentes que dicen dedicar su vida al logro de la paz, como el premio Nobel, Juan Manuel Santos, sean los primeros en apoyar y promover la iniciativa de Uribe Vélez.

Escribo estas notas a riesgo de perder lectores. Cuando reflexiono de manera positiva sobre la vida o las opiniones del expresidente Álvaro Uribe Vélez me llueven críticas y se manifiesta la desidia por mis opiniones… es que está de moda ser antiuribista, criticarlo, ofenderlo, señalarlo. No conozco a alguien más a quien la opinión pública le haya volteado la espalda de esa manera y pues, tengo que repetir, yo fui de los pocos críticos del expresidente cuando toda Colombia se rendía a sus pies para implorarle su protección ante los ataques de los delincuentes de las Farc. En ese entonces, todo lo que decía Uribe era aprobado sin pensarlo; ahora, todo es rechazado sin un análisis medianamente serio.

Habló el expresidente Uribe, esta semana, en un encuentro con la Comisión de la Verdad sobre una amnistía general. El comentario lo hizo en una alusión a la condena a cinco años de cárcel de la famosa Epa Colombia – Daneidy Barrera por los ataques contra una estación de Transmilenio, en Bogotá,  en un proceso ajustado a la Ley, pero criticado por los medios de comunicación y la ciudadanía en general.

El expresidente comparaba la condena a la influenciadora con “el premio” a los exintegrantes de las Farc a quienes se les retribuyó, por sus crímenes, con curules en el Congreso sin pagar un solo día de cárcel, en el marco de la paz con el gobierno Santos. Esa comparación, resulta siendo la misma que hice en esta página el 12 de octubre de 2017 titulada LA PAZ DE LAS ELITES https://eligiopalacio.com/2017/10/12/la-paz-de-las-elites/.

En esa columna decía que el acuerdo de paz con las Farc era similar al alcanzado entre liberales y conservadores, en 1956, para frenar el movimiento popular de Gustavo Rojas Pinilla. Parece increíble como la historia de las gentes y las naciones se repite y como en nuestro país se hacen pactos entre las élites y siempre se deja al pueblo por fuera.  No dejar al pueblo por fuera, es precisamente la propuesta de Uribe de una amnistía general. Si queremos una paz de verdad debemos sacrificarnos por ella, sanar las heridas y hacer el máximo esfuerzo para perdonar y rehabilitar a una sociedad enferma por la violencia, la guerra, la corrupción, el crimen, el narcotráfico y la delincuencia.

Me preguntaba, en la citada columna:

¿Que pueden sentir estas gentes, acostumbradas a delinquir, sin oportunidades reales para el presente y el futuro cercano, viendo a sus exlíderes haciendo ostentación de los privilegios de su nueva vida, sin pagar por sus crimines y con un futuro definido y halagador?

¿Qué pueden sentir los miles de ciudadanos que no encuentran un trabajo digno y una manera de subsistir cuando ven a los delincuentes que los doblegaron, por más de medio siglo, exhibiendo su nueva posición? Lo obvio: Que en Colombia los buenos somos más pero que es mejor ser malo que bueno. Que los malos son premiados.

¿Qué pueden sentir unos y otros? Que, en este pacto, como siempre, han sido excluidos, que han sido utilizados por unos y otros para alcanzar un poder en beneficio de unas pocas élites.

Y obvio, las repuestas a estas preguntas no traen más que desosiego y más violencia, continuar en pactos de paz solo con las élites será prolongar la guerra por siempre.

Espero que gentes que dicen dedicar su vida al logro de la paz, como el premio Nobel, Juan Manuel Santos, sean los primeros en apoyar y promover la iniciativa de Uribe Vélez. Ese si sería un verdadero gesto de reconciliación con el expresidente y con la Colombia que dejó radicalizada.

ANTES DEL FIN

Agotador el caos vehicular en la ciudad de Medellín, pareciera que el alcalde de la ciudad Daniel Quintero no se diera cuenta que el asilamiento por el COVID terminó.

Tampoco parece darse cuenta el gobierno y el Banco de la República del precio del dólar. Es tiempo de intervenir.

Muy buen equipo periodístico conformó La FM en las mañanas.

GANANCIAS Y PÉRDIDAS DE LA OLA DE PROTESTAS EN COLOMBIA

GANANCIAS Y PÉRDIDAS DE LA OLA DE PROTESTAS EN COLOMBIA

Eligio Palacio Roldán

Perdió Juan Manuel Santos. ¿Cómo así que un Premio Nobel de Paz no tiene la menor capacidad para generar alguna solución al conflicto que se dio en el país, cuando apenas acaba de terminar su gobierno?

La vida es una sucesión de ganancias y pérdidas originadas en cada decisión de hacer o no hacer. “Cuánto gané, cuanto perdí. Cuánto de niño pedí. Cuánto de grande logré…”, la pregunta que todos los seres humanos nos hemos hecho alguna vez, canta Pablo Milanés. Alguna vez le hice esa pregunta al entonces presidente Álvaro Uribe Vélez en relación con su reelección. No me contestó como es su costumbre, ante preguntas incómodas. Perdió, perdió mucho y sigue perdiendo aún él y el país.

Pero bueno, las protestas dejan millonarias pérdidas económicas, cientos de desempleados y varios muertos. ¿Cuánto ganó, cuánto perdió cada colombiano? Veamos algunos casos:

Los jóvenes ganaron porque, por fin, se hizo visible su tragedia: la sociedad del siglo XXI, la del consumo, no pudo responder a sus demandas. Pasa igual acá, en Chile, Venezuela o Cuba y en menor grado, pero sucede, en los países desarrollados. Llegó la hora de reinventarse para atender las quejas de las nuevas generaciones; creo, se deben propiciar las condiciones para el regreso al campo. Perdieron porque entraron en la sinrazón del odio, la desinformación y el sectarismo político.

La izquierda ganó porque consiguió adeptos entre los jóvenes y algunas de sus tesis tuvieron reconocimiento. Perdió porque la violencia desatada, de alguna manera, está atada a sus movimientos. Igual sucede con Petro, quien en vísperas de las elecciones presidenciales profundizó aún más la polarización.

La derecha perdió porque sus tesis se desgastaron y al igual que la izquierda son señalados como generadores de violencia. Ganó porque muchos ven en un gobierno fuerte la solución a los problemas del país. En ese aspecto, también, pueden ganar a mediano plazo Uribe y Germán Vargas Lleras.

Perdió Juan Manuel Santos. ¿Cómo así que un Premio Nobel de Paz no tiene la menor capacidad para generar alguna solución al conflicto que se dio en el país, cuando apenas acaba de terminar su gobierno?

Perdió el acuerdo de paz con las Farc. En el imaginario queda la idea de que las protestas son otra de las formas de lucha de la insurgencia, ahora en la legalidad.

Perdieron todos los empresarios, desde el más pequeño hasta el más grande, por el estancamiento de la economía y la destrucción de cientos de empresas y/o establecimientos de comercio. Ni hablar de los campesinos que perdieron cosechas, animales e ingresos.

Perdieron las clases sociales menos favorecidas porque ahora hay más desempleo, hambre y miseria y menos dinero para apoyarlas.

Perdió el periodismo y la información en si misma porque las redes sociales tuvieron el llamado “cuarto poder” en sus manos. La tecnología al servicio del terrorismo tuvo toda la capacidad para desinformar y generar una credibilidad que perdieron los medios de comunicación tradicionales.

Ganó el terrorismo que logró paralizar al país. Perdió el estado que no fue capaz de controlar la situación. Perdió el presidente Duque.

Perdió la Policía Nacional a pesar de sus esfuerzos por controlar los desmanes.

Perdieron los defensores de derechos humanos por su sesgo al defender a los civiles y condenar a las autoridades a sabiendas que unos y otros abusaron de los demás.

Perdieron los autodenominados candidatos de centro: ni fu, ni fa.

Perdieron las ciudades como centros de bienestar para los humanos. Ya habían perdido estatus con la pandemia.

Se perdió el control al COVID 19.  

Perdimos todos los colombianos porque ahora no solo somos más pobres sino porque el pesimismo se apoderó de gran parte de la población y no se avizoran soluciones, ni a corto ni mediano plazo, a la problemática actual.

ANTES DEL FIN

La historia es circular: los que ganan hoy, mañana pierden. Bueno, la historia es la vida misma. Calma, solo el tiempo dará la respuesta definitiva sobre quien ganó y quien perdió en esta escena cruenta de la Colombia 2021.

Y… Usted, amigo lector, ¿Cuánto ganó, cuanto perdió en este mes de protestas? ¿Cuál es su balance?

Cuando merme la pasión desenfrenada de estos días, de unos y otros, estoy seguro, resurgirán elementos fundamentales para la democracia como una prensa seria y responsable. ¡Qué falta hace!

URIBE ES INOCENTE

URIBE ES INOCENTE

Eligio Palacio Roldán

Álvaro Uribe es inocente. Estoy seguro. Estoy seguro, porque desde cuando asumió el reto de liberar a Colombia, de la opresión de la delincuencia armada, los colaboradores directos e indirectos de la guerrilla de las Farc, muchos de ellos agazapados en la clase política, el periodismo y el mismo gobierno, emprendieron otra lucha: la de liquidar al presidente Uribe. Y se agazaparon a su alrededor, como en el caso de Juan Manuel Santos, para darle una estocada final y así cumplir con un sueño “revolucionario” de muchos años atrás.

Me refiero a que Uribe es inocente de los delitos atroces que la guerrilla, algunos periodistas y la izquierda colombiana han tratado de endilgarle en su vida pública, no al reciente y controvertido proceso por manipulación de testigos que adelantó la Corte Suprema de Justicia, luego la Fiscalía General de la Nación y que hoy sigue su trámite ante un juez de la república. Este delito, en últimas, resulta siendo menor en comparación con los que dicen cometió y de ser declarado culpable sería una pobre victoria para sus opositores.

Por lo único que los enemigos de Uribe han podido llevarlo a los estrados judiciales es por, supuestamente, tratar de conseguir cambiar el testimonio de un testigo, sobre su posible participación en la conformación de grupos paramilitares; una práctica común en todas las investigaciones judiciales y/o administrativas en este país. Me pregunto, ¿Qué implicado en un proceso no busca que los testigos se acerquen a su verdad? Y, ¿Qué acusador no ha hecho lo mismo? El problema no es ese, el problema es que los jueces de la república no tengan la capacidad para dilucidar la verdad a través de los interrogatorios a los “testigos” de los hechos o que sencillamente se nieguen a aceptarla. En toda esta historia quien, verdaderamente se está haciendo el harakiri, es la justicia colombiana y de paso, está “volviendo trizas” la institucionalidad de la nación y a Colombia entera.

Uribe es inocente, estoy seguro, porque alguien con tantos y tan poderosos enemigos no podría estar libre después de veinte años de enfrentarlos, sin que haya aparecido alguna prueba contundente en su contra. Y han sido tantos y tan infructuosos los intentos de vincularlo a algún delito que de aparecer alguno, al cabo de tanto tiempo, ya no sería creíble. Además, ¿Cómo es posible que ni siquiera sus enemigos mimetizados en su gobierno hayan logrado recaudar una prueba en su contra?

A estas alturas ya ni interesa si Uribe es absuelto o condenado por algún organismo nacional o internacional, el expresidente ya pasó a la historia como el hombre más importante de Colombia, en las primeras dos décadas del siglo XXI. Seguro, con el pasar de los años, se convertirá en un mito. Bueno, ya lo es. Sus seguidores seguirán adorándolo y sus detractores odiándolo como ha ocurrido con los grandes líderes de la humanidad. Difícil que otro presidente lo iguale, así haya conseguido un premio Nobel.

ANTES DEL FIN

Nunca fui Uribista, nunca lo seré. Cuando Colombia se rendía a los pies de Uribe, critiqué el manejo que le daba a la economía y la oportunidad perdida de cambiar nuestro sistema político. El expresidente fue el único con el poder de convocatoria necesario para hacerlo y no lo hizo, el único que ha tenido a Colombia dispuesta a participar en una verdadera revolución.

Hablando de revolución, ¿Cuándo harán los partidos de izquierda una revolución similar a la que hizo Jenaro Pérez y Colanta en el norte antioqueño, o el empresario Arturo Calle, o el Grupo Carvajal o tantos otros empresas y empresarios colombianos?… “Mucho tilín tilín y nada de paletas”.

LA OTRA VERDAD

LA OTRA VERDAD

Eligio Palacio Roldán

Verdad resultó ser que esa guerrilla, que atentaba contra la sociedad, tenía cómplices en todas las ramas del poder público y privado…

Llevo casi toda mi vida buscando la otra verdad, aquella que se escapa de mis sentidos, de mis saberes, de la verdad de mis semejantes. No en vano soy periodista, ingeniero y auditor. Tras un recorrido de ya más de cincuenta años, buscándola, tengo que llegar a la conclusión que esa otra verdad no existe y que tan solo existen las verdades individuales que por tiempos se cubren de colectivo, agazapadas tras la manipulación de uno o varios líderes ya sean políticos, religiosos o científicos, entre otros. Manipulación con la exposición de razones, publicidad, propaganda, o a la fuerza.

Verdad han sido dioses como Jesucristo, Alá, Zeus  y hasta el Sol. Verdad fue la tierra plana y que el sol girara alrededor de nuestro planeta. Verdad fue que los niños los trajera la cigüeña y que en Navidad llegara el niño Dios, cargado de regalos… Han sido tantas verdades derrotadas por el tiempo.

En Colombia, verdad fue que hubo unas guerrillas que luchaban por reivindicaciones sociales, casi todas de origen campesino. Verdad que se convirtieron en bandas criminales, dedicadas al secuestro, la extorsión y a atentar contra la comunidad que decía defender. Verdad fue que el mismo pueblo se tuvo que armar contra ella, desencadenando la barbarie del paramilitarismo. Verdad que ese pueblo temeroso y maltratado encontró en Álvaro Uribe Vélez su salvador y como tal lo adoró.

Verdad fue todo eso, en nuestro país, hasta que un presidente, Juan Manuel Santos, comenzó a imponer soterradamente otra verdad: una en que la otrora guerrilla dejó de ser sanguinaria y pasó a hacer parte de la dirigencia nacional y en que el llamado salvador de la patria pasó a ser un detenido más; quizás el más ilustre de los detenidos, pero uno más.

Verdad resultó ser que esa guerrilla, que atentaba contra la sociedad, tenía cómplices en todas las ramas del poder público y privado y hasta entre los educadores de colegios y universidades y en el periodismo, del que siempre se enseñó debía ser objetivo y ajeno a intereses mezquinos. Si de algo ha servido el proceso de paz con las Farc, ha sido para evidenciar esa complicidad.

¿Cuál otra verdad nos deparará la historia de Colombia en los próximos años? ¿La de otro país socialista, sin libertades ni aspiraciones individuales? ¿La de la miseria sin esperanza? Tal vez sea la hora de hacer un pare, rectificar el camino y lograr un país, si no en paz, por lo menos libre y con oportunidades para todos. Para ello, se requiere pensar en el futuro y no en las próximas elecciones y sacrificar el individualismo en pro de la comunidad.

Vuelven a ser eco las palabras del gran Álvaro Gómez Hurtado: En Colombia es necesario lograr «un acuerdo sobre lo fundamental».

ANTES DEL FIN

¿Cuántas verdades se cuentan entre los políticos colombianos? ¿Será posible que coincidan en las fundamentales?

A propósito, ¿Cuándo conoceremos la otra verdad del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado?

¿Será premonitorio el nombre del programa radial de Fernando Londoño Hoyos, “La Hora de la Verdad”?

«Uno si creía bobadas», dice mi hermana. Uno si cree bobadas, digo yo.

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