LA MALA EDUCACIÓN

LA MALA EDUCACIÓN

Eligio Palacio Roldán

Estos “maestros” cargados de odio, resentimiento y ambición de poder son quienes tienen bajo sus hombros la responsabilidad de la educación, de la mala educación, de los jóvenes en Colombia.

Los abuelos de los jóvenes de hoy, campesinos con pocos recursos económicos y tan solo algunos años de educación básica primaria, a sus espaldas, trataron de formar a sus hijos con valores generalmente ahincados en una religión retrógrada que se hacía trizas con los avances de la ciencia, la economía y las comunicaciones y en especial con una cultura traqueta que engrandecía la riqueza y marchitaba otras posibilidades de desarrollo del ser humano, dejando de lado  la inteligencia emocional poco explorada por la población.

Esa combinación de hechos desafortunados en la formación de los niños y jóvenes hacía simbiosis, mientras tanto, con uno más grave: el descuido del estado de la educación y su debilidad para enfrentar el sindicato de los maestros, Fecode, alineado con una izquierda radical e irracional que hizo olvidar los principios del magisterio y su responsabilidad con las nuevas generaciones. Fue así como surgió, creo yo, la mayor problemática de Colombia: La Mala Educación y, de su mano, la cultura del odio.

Es tan triste, denigrante, grotesca y hasta cómica, la situación del magisterio y su alineación con una izquierda radical que hasta imita el lenguaje supuestamente incluyente del gobierno Maduro de Venezuela, rechazado por la Real Academia de la Lengua Española, como se puede escuchar en el directivo de Fecode e integrante del Comité Nacional del Paro, Nelson Alarcón, en entrevista con Caracol Radio, la semana pasada.

Puede escuchar la entrevista a Nelson Alarcón en ahttps://caracol.com.co/programa/2021/06/11/6am_hoy_por_hoy/1623412332_472820.html

Puede leer: La RAE insiste: ni “todos y todas…” https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20181126/libro-estilo-rae-genero-7169558

Estos “maestros” cargados de odio, resentimiento y ambición de poder son quienes tienen bajo sus hombros la responsabilidad de la educación, de la mala educación, de los jóvenes en Colombia. No se entiende cómo a las fuerzas militares y de policía se les impide la participación en política y no a los profesores quienes tienen todas las posibilidades para influir en la conciencia de los estudiantes.

Si a la mala educación fruto de la historia de Colombia y de la politización de Fecode se le une una sociedad inmersa en el consumismo, en la ambición por el dinero fácil y rápido, y la crisis generada por la pandemia del COVID-19; obvio, se tiene que llegar a una situación como la que vive el país.

Pero si es grave el problema de quiénes y cómo educan a nuestros hijos, lo es aún más la ausencia en las escuelas: cerca de 2.5 millones de niños y jóvenes están por fuera de la escolaridad y las estadísticas señalan que solo el 33% terminan la secundaria. Además, en abril, solo el 11.6% de los estudiantes asistía a clases presenciales, pero en modelo de alternancia.

El gobierno colombiano, sea el que sea, de izquierda, derecha o centro; necesariamente tendrá que repensar la educación en Colombia enfocándola más en el ser que en el hacer. De lo contrario, el país no tendrá futuro…

Tal vez Fecode cante victoria muy pronto y llegue al poder, pero el mismo odio que han sembrado terminará con ellos. Bueno, al poder llegó hace mucho tiempo; digo, llegue a gobernar el país de manera directa.

ANTES DEL FIN

El cambio climático es una realidad: se ve en el invierno cruel que nos azota y en el presentimiento de una sequía sin precedentes. Así como con la mala educación, es necesario estar alerta.

El tiempo pasa de manera acelerada, ya llevamos un año y medio de pandemia, despedimos miles de seres humanos y la tormenta no amaina a pesar de la vacuna.

Invito a ver:

“RECUERDO” DE LA PROFESORA I (VIDEO) https://eligiopalacio.com/2013/07/26/recuerdo-de-la-profesora-i-video/

“RECUERDO” DE LA PROFESORA II (VIDEO) https://eligiopalacio.com/2013/08/09/recuerdo-de-la-profesora-ii-video/

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ENTRERRÍOS – COLOMBIA, RESISTE…

ENTRERRÍOS – COLOMBIA, RESISTE…

Eligio Palacio Roldán

¿Cuándo será que en Entrerríos, en Colombia, nos vamos a resistir a ir a pedir y pedir y pedir ayudas cual limosneros tras los gobernantes o los empresarios?

Esta semana publiqué en las redes sociales una fotografía de un letrero que decía “ENTRERRÍOS RESISTE” con las siguientes preguntas: ¿Qué estará resistiendo Entrerríos? ¿Acaso su progreso? ¿Su calidad de vida?

Nunca una publicación mía ha generado tantos comentarios ni un debate tan interesante: unos decían que no había motivos para la frase pues en este municipio hay muy buen nivel de vida y otros que la desigualdad estaba presente, que no había buenas posibilidades de trabajo y que había que pensar en los demás. Un poco se dividió la opinión como ocurre en el resto del país.

No suelo referirme a los comentarios a mis publicaciones porque respeto al máximo las opiniones ajenas y valoro y defiendo la libertad de expresión que se tiene en Colombia, una libertad de la que muchos habitantes del mundo no gozan. Sin embargo, me parecen importantes algunas aclaraciones:

Entre los significados de la palabra “resiste”, que trae la Real Academia de la Lengua Española se tienen las siguientes:

  • “Tolerar, aguantar o sufrir”. En este caso no es deseable que Entrerríos o Colombia resistan. No se trata de tolerar una realidad determinada, la idea es transformarla. No creo que el letrero se refiera a esta especie de resignación. La resignación es la derrota frente a la vida.
  • “Combatir las pasiones, deseos, etc”. En la sociedad actual tampoco es creíble que esto se dé. Los tiempos de la represión de los deseos, generalmente originada en las religiones, pasaron hace muchos años.
  • “Dicho de un cuerpo o de una fuerza: Oponerse a la acción o violencia de otra”. Acá, en Entrerríos, nadie está violentando a nadie; incluso, si alguien lo está haciendo en Colombia son quienes tienen paralizado al país. Fueron los organizadores del paro los que provocaron a las autoridades e intimidaron al pueblo colombiano en general. Obvio, con algunos desmanes de la policía y de civiles propios de una sociedad violenta, como la nuestra, a la que realmente poca gente se opone pues estamos inmersos en la cultura del odio. Ahora sí Entrerríos y/o Colombia se resistiese a la cultura del odio, bienvenida esa resistencia, sería la hora de ayudar y no de confrontar, de desarmar los espíritus, de la verdadera solidaridad.

Puede leer LA CULTURA DEL ODIO https://eligiopalacio.com/2021/04/23/la-cultura-del-odio/

  • “Repugnar, contrariar, contradecir”.  Según lo que leí en el debate, este parece ser el sentido escogido: se repugna la situación social y económica de algunos, la falta de oportunidades, los bajos salarios y las pocas posibilidades de empleo y de desarrollo profesional.

Entendiendo “ENTRERRÍOS – COLOMBIA, RESISTE”, en la última acepción, debo señalar que repugnar, contrariar o contradecir no es el camino. Eso equivale como lo dije hace algunos días a encontrar un culpable que calme la conciencia ante la propia incapacidad para lograr los propósitos y que se pretenda mediante la lástima alcanzar lo que no se hace por el propio esfuerzo. Y como dice un gran amigo y pensador: La lástima lastima.

Puede leer LA CULPA EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS https://eligiopalacio.com/2021/04/09/la-culpa-en-los-tiempos-del-coronavirus/  .

“La vida no es fácil” les digo a mis colaboradores ante las dificultades del diario vivir y el éxito no se logra esperando el asistencialismo del gobierno. Entrerríos, un pueblo donde todo el mundo se conoce, está lleno de historias de gentes exitosas que lograron sus propósitos a punta de esfuerzo y sin mayores recursos.  Ahora, no solo el éxito es dinero, esa es una idea equivocada que la sociedad del mercado nos ha vendido. Dos claros ejemplos publicados en estas páginas: Claudia y Jorge y Sonia y José. Y como ellos cientos de personas en el pueblo, miles en Colombia.

Claro, es más fácil despertar lástima, mostrar desprotección y a través de ello lograr que el estado me mantenga. Y que hay gente necesitada, pues sí. Entonces, ¿por qué no resistirse a ello de verdad? Para los que no saben el estado tiene recursos limitados, las alcaldías también, se buscan maneras de mejorar los ingresos con reformas tributarias y se protesta y al mismo tiempo se piden recursos. Así no se puede.

¿Cuándo será que en Entrerríos, en Colombia, nos vamos a resistir a ir a pedir y pedir y pedir ayudas cual limosneros tras los gobernantes o los empresarios? ¿Cuándo los que se resisten se van a poner a disposición de las mismas alcaldías, de las acciones comunales, de las entidades de beneficencia a entregar los mejor de sí a la sociedad?  ¿Cuándo y quién, voluntariamente, paga más impuestos de los que le impone la ley? ¿Cuándo, ante la falta de empleo, vamos a generar ideas innovadoras? ¿Cuándo vamos a transformar la cultura del odio en fraternidad? Estas sí son maneras de resistir, lo demás es babosada o simplemente politiquería barata.  

ANTES DEL FIN

Y para los que creen que habla alguien que la tuvo fácil en la vida… Pues no. A mí también me ha tocado, a punta de esfuerzo, superar las propias limitaciones.

Invito a ver:

Jorge y Claudia (https://eligiopalacio.com/2020/05/25/jorge-y-claudia-en-los-tiempos-del-coronavirus/)

Sonia y José(https://eligiopalacio.com/2021/06/04/invernadero-el-progreso/)  

LA CULTURA DEL ODIO

LA CULTURA DEL ODIO

Eligio Palacio Roldán

Colombia lleva inmersa en la cultura traqueta más de treinta años. Esta cultura, inculcada desde el narcotráfico y con Pablo Escobar como símbolo, está determinada por formas de ser y de estar en el mundo como la ostentación, la belleza física fabricada, las construcciones rimbombantes, los carros lujosos y los caballos de paso, entre otros. Pues bien, estas formas de vida parecen estar pasando a un segundo plano para dar paso a la cultura del odio.

Esta semana, haciendo referencia a un cuestionamiento sobre un posible adoctrinamiento religioso en los colegios, un oyente afirmaba en la emisora W Radio que si eso fuera cierto seríamos buenas personas. Es verdad, todas las religiones proponen acciones en bien del prójimo y estas están cada vez más lejos de la realidad. La sociedad se apropia con vehemencia de la cultura del odio sembrada por la academia, el arte y la política desde hace varios años, fomentada con ahínco en los últimos meses por diferentes sectores políticos y magnificada por las redes sociales.

Mientras en la capital de la república el candidato a la presidencia Gustavo Petro orquesta una campaña en contra de la banca y en especial hacia Luis Carlos Sarmiento Angulo, utilizando figuras como Margarita Rosa de Francisco; en Medellín, el alcalde Daniel Quintero, hace lo propio contra el Grupo Empresarial Antioqueño. Se trata de demeritar, sancionar socialmente y hasta destruir las organizaciones económicas que han generado desarrollo para el país y bienestar para los colombianos. A la par, en escuelas y colegios se alimenta por parte de los educadores, a quien el estado les ha dado mucho y exigido poco, un resentimiento que desemboca en un odio contra el establecimiento propio de sectas políticas o religiosas que se creía superado en la cultura occidental.

Pero si la cultura del odio contra los sectores económicos y el establecimiento va calando, qué no decir de su furor en la política o más directamente en el caso del anteriormente amado expresidente Uribe Vélez: odiarlo está de moda y hacer todo lo posible por denigrarlo, también. A esa causa se ha sumado la prensa que, durante sus años de gobierno, por lo general, estuvo doblegada a sus pies.

Retomando algo del “adoctrinamiento religioso”, la parábola del trigo y la cizaña, pareciera que la cizaña está ganando la batalla. Cuando triunfe, acabará con el trigo y en Colombia solo quedará desolación, hambre y, obvio, una guerra, otra guerra más. En medio de la cultura del odio, el país retrocede en todos los aspectos de la vida nacional y la crisis se agrava por la pandemia del Coronavirus. Todo pareciera confabularse en pro de un futuro aciago, o retomando al maestro Víctor Gaviria: Para un No Futuro.

ANTES DEL FIN

“El Olvido que seremos”, título de la novela de Héctor Abad, es quizás la frase más real, cruel y contundente de cuantas haya escuchado en mi vida: pero, eso somos. Y no es necesario morir o desparecer para ello… aún quienes viven son o somos olvido; la memoria es frágil.

En vez de ser una excelente herramienta para comunicarnos, las redes sociales se convirtieron en una verdadera cloaca.

Las muertes por el COVID-19 crecen, se acercan. Ya no son titulares de noticieros y periódicos, son la realidad del día a día: el vecino, el amigo, la familia. Vamos perdiendo la guerra contra la peste y las víctimas van quedando tendidas por el suelo.

Puede ver: LA GUERRA CONTRA EL CORONAVIRUS https://eligiopalacio.com/2021/04/15/la-guerra-contra-el-coronavirus/

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