LA HISTORIA, LAS HISTORIAS

LA HISTORIA, LAS HISTORIAS

Eligio Palacio Roldán

“Al explicar cualquier guerra siempre se muestra remiso por explicar claramente quien venció y fue vencido”

Patxy Andión – El Maestro

En mis tiempos de escuela y de colegio había un curso que se llamaba Historia, en ese entonces el estudiante se tenía que aprender de memoria y hasta recitar fechas y nombres de héroes, batallas, guerras, triunfos, derrotas, malos y buenos, ante un profesor que infundía miedo al errar alguna respuesta. Después, en Ingeniería, hice tres o cuatro cursos más de historia, pensando un poco más sobre los sucesos del pasado de Colombia y la humanidad, pero solo fue hasta hace un par de años, quizás, que comprendí que la historia no existe, tan solo existen las historias.

Entre las acepciones de la palabra historia, dados por la RAE, están: narración y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria, sean públicos o privados y conjunto de los acontecimientos ocurridos a alguien a lo largo de su vida o en un período de ella, entre otros. El problema es que esos acontecimientos ocurridos en la línea del tiempo de las personas y las naciones, de que habla el significado de la palabra, están relatados por el hombre y éste ha sido incapaz de entenderlos con objetividad porque como lo he expresado en múltiples ocasiones la realidad está permeada por la incapacidad del ser humano de percibir la realidad.

Es por esta razón que, por ejemplo, el célebre maestro de la canción de Patxy Andión no puede explicar claramente en una guerra quien venció y fue vencido. Lo mismo sucede en Colombia donde la dualidad se presenta en cada hecho político, en una confrontación tal que el pensamiento cerrado, terquedad, soberbia y la incapacidad de escuchar al otro han frustrado la posibilidad de entender pasado, presente y futuro de la nación. En Colombia es tan dramática la situación que hasta se nombró una “Comisión de la Verdad” cuya verdad es igual o quizás más sesgada que la que relataban mis profesores de tiempos pasados.

El antagonismo, llevado a los extremos, se traduce en sectarismo y esa precisamente es la tragedia de nuestro país, tragedia que no nos permite ni siquiera leer o analizar los proyectos de ley que se presentan en el Congreso y mucho menos analizar las objeciones que se hacen, una iniciativa no es buena o mala en sí, lo es dependiendo de su origen, de quien la presenta. Prisioneros de esa dinámica, es imposible encontrar el camino para solucionar las dificultades que atraviesa el país, máxime si unos y otros utilizan, sin escrúpulos, las herramientas electrónicas, de mercadeo y publicidad para manipular la opinión pública.

Obviamente, para ver, “analizar y considerar” y concluir se hace necesario reconocer que no se es dueño de la verdad porque, entre otras, esta no existe. La terquedad, la egolatría y la falta de humildad de los gobernantes, en últimas, se traduce en desprecio por sus gobernados y la falta de apertura mental de los humanos hace que la historia no exista y que solo hayan múltiples historias.

ANTES DEL FIN

El tiempo pasa vertiginosamente, esta semana comenzó el mes de mayo y los colombianos se sumergen en las campañas electorales con miras a las elecciones de octubre y, otra vez, las historias amañadas de nuestra realidad se multiplicarán en las voces de los candidatos.

Alboradas y anocheceres cargados de naranja y rojo, que estremecen a los humanos sensibles, parecen ser el preludio del fenómeno del niño, otra tragedia al igual que el invierno, que tendremos que afrontar los transeúntes de la tierra por estos años.

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CABAL

CABAL

Eligio Palacio Roldán

“1. adj. Ajustado a peso o medida.

2. adj. Dicho de una cosa: Que cabe a cada uno.

3. adj. Excelente en su clase.

4. adj. Completo, exacto, perfecto.”

Mi percepción, construida vagamente entre las redes sociales y los medios de comunicación, de María Fernanda Cabal, correspondía a la de una vieja loca, lunática, sectaria; percepción similar a la que tengo de muchos personajes de nuestra tragicomedia nacional.

Esa imagen comenzó a cambiar al escuchar una entrevista suya con la periodista Vanessa de La Torre, en Caracol Radio. Así comenzaba:

VDLT: ¿Dígame una cosa, eso de su precandidatura presidencial es real?

MFC: ¿Y esa pregunta suya es seria?

Puede ver https://www.facebook.com/watch/?v=593885051766756

La manera ágil e inteligente como la dirigente política bajó “de la torre” a la arrogante periodista me hizo fijar la atención en ella, en sus palabras y conceptos, en lo “cabal” que era; hasta decidir darle mi voto para el congreso. Para ese entonces escribí: En las elecciones del trece de marzo votaré, entonces, para el Senado por una persona del mismo perfil de Robledo, pero de derecha; esa persona debe tener los “calzones bien puestos” así sea una mujer; una mujer clara, frentera, sin pelos en la lengua y dispuesta a luchar por lo que hemos logrado a lo largo de la historia, sin dejarse manipular por el gobernante de turno y que pueda ser vocera del pueblo colombiano ante organismos internacionales.”

Puede ver ¿POR QUIÉN VOTAR PARA EL SENADO? https://eligiopalacio.com/2022/02/17/por-quien-votar-para-el-senado/

En una reciente entrevista con La Luciérnaga dio una vez más muestra de inteligencia, de coherencia, de cabalidad. Es posible que no se compartan sus ideas, pero es claro que no las cambiará por un plato de lentejas como lo hacen los demás políticos cuya única idea de democracia es la “conservación” del poder para el beneficio particular.

Políticos como Cabal son pocos en Colombia, ya lo había dicho en la misma columna en la que indiqué mi intención de voto, el 17 de febrero de este año: “…en cuanto a los congresistas, ¡pobre Colombia! son coaptados por el presidente de turno a cambio de prebendas; es más del candidato de turno con la simple expectativa de la triste, amarga y pegajosa “mermelada”.

No me ha defraudado. Su comportamiento frente al nuevo gobierno, sus reflexiones, sus posiciones indican que no me equivoqué y que, sin duda, “pondrá a pensar al país” en los próximos años.

Aquí algunas de las ideas expuestas por María Fernanda Cabal en el citado programa de Caracol Radio, https://alacarta.caracol.com.co/audio/1664237875154/:

“Hay que respetar la libertad sexual de las personas, pero no permitir que se imponga ninguna ideología con la excusa de la inclusión”

“La izquierda, con la excusa de la inclusión, está colonizando escenarios y está cambiando su lenguaje”

“Es que cuando uno analiza la complejidad de una sociedad violenta como la colombiana, uno se da cuenta que hay causa y efecto: cuando no hay un Estado que te proteja, hay una reacción”

“Un joven no es libre con la historia del libre desarrollo de la personalidad. No es libre, es un esclavo y su familia está destrozada con un niño drogadicto”

ANTES DEL FIN

Muy significante y esperanzadora la reunión entre el presidente Petro y el expresidente Alvaro Uribe. Ojalá, Colombia sea un territorio de Paz Total, este puede ser un gesto de que ésta es posible. No en vano Uribe había propuesto algo similar.

Puede ver: ¡DE ACUERDO! AMNISTIA GENERAL https://eligiopalacio.com/2021/08/19/amnistia-general/

“Entre Sombras” quedó Caracol Televisión con su programación de la noche. No pudo alzar vuelo después de su barrigazo https://eligiopalacio.com/2022/08/25/el-barrigazo-de-caracol/

www.eligiopalacio.com cumple diez años. Gracias por acompañarme en este proyecto.

QUÉ ESPERAR DEL NUEVO CONGRESO

QUÉ ESPERAR DEL NUEVO CONGRESO

Eligio Palacio Roldán

Con poca expectativa, cada cuatro años, se renueva el Congreso de la República de Colombia con la instalación de la legislatura, en una ceremonia que resulta histórica dada la última intervención del presidente de turno ante el legislativo. Este año, 2022, la modificación del Congreso es importante: son 181 legisladores nuevos y 113 “repitentes”; es decir, más del sesenta por ciento llega por primera vez a dirigir los destinos del país en un gobierno con una tendencia de izquierda que gana la presidencia de la república rompiendo una tradición política de más de doscientos años.

Se destaca en el Congreso 2022-2026, la alta participación de las mujeres, 86 en total: 32 Senadoras y 54 Representantes a la Cámara y la presencia de 6 miembros de la comunidad LGTBIQ, Esta nueva realidad resulta esperanzadora pero poco lo son las coaliciones de partidos de diferentes tendencias que, como es tradicional en Colombia, se doblegan sin vergüenza ante el ejecutivo a cambio de burocracia y canonjías. Esa forma de actuar de los movimientos políticos los ha deslegitimado ante la opinión pública; el caso más aberrante es el del Partido Conservador que perdió su norte por estar tras “un plato de lentejas”; en esa forma de hace política le sigue con honores el otrora “Glorioso Partido Liberal” hoy en las manos de un político que ha manejado a su antojo y conveniencia los hilos del poder por más de treinta años: Cesar Gaviria. También hacen lo propio el Partido de la U y Cambio Radical.

Aunque la corrupción es una tradición colombiana, de las más dañinas, no deja de entristecer que el Congreso que se elige para trazar las líneas que permitan al convivencia entre los ciudadanos sea un ejemplo de malas prácticas para la democracia y para esa misma convivencia y que allí aflore la mayor perversidad para apoderarse de los recursos con que cuenta la nación para salir adelante; también es paradójico que el presidente de turno tenga que aliarse con los congresistas para lograr sacar adelante las iniciativas de su gobierno. Es decir, nuestra democracia, legislativo y ejecutivo, se trenzan en un contubernio difícil de romper que mancha de oprobio la democracia.

Por las razones descritas, es poco lo que se puede esperar del Congreso de la República que se acaba de instalar; salvo la presencia de las figuras nuevas que se desearía no estuviesen contaminadas pero que es sabido, gran parte de ellas, actúa en cuerpo ajeno pues representan personas cuestionadas en la historia política del país.  

Poco que esperar de un Congreso que se inaugura agrediendo verbalmente al Presidente de la República y tratando de impedir su rendición de cuentas, cual verduleras de plaza de mercado, en un espectáculo grotesco.

En Colombia solo un hombre pudo transformar el Congreso: fue Alvaro Uribe Vélez y no lo logró por rendirse ante él buscando su reelección; el otro gran líder de la historia reciente del país, Gustavo Petro, no lo podrá hacer porque no tiene el respaldo popular suficiente como lo tuvo el presidente de comienzos de siglo.

En una democracia es importante la oposición; no la oposición cerrada con que contó el presidente Duque sino una que sepa interpretar las bondades del gobierno de turno para apoyarlas y sus desaciertos para denunciarlos, difícil tarea la que le espera al Centro Democrático dado el desprestigio que tiene y su soledad en esa tarea. Claro que comienzan a vislumbrarse líderes de la oposición como el excandidato Enrique Gómez, que hace una cruzada por rescatar el conservatismo de las garras de sus dirigentes entregados al mejor postor, y el próximo expresidente Iván Duque que aún tiene mucho por escribir en la historia de Colombia.

ANTES DEL FIN

Con el paso del tiempo y la izquierda en el poder, se marchitarán la mayor parte de los medios de comunicación en Colombia que han vivido de la crítica a los gobiernos de derecha y brillarán en el escenario algunos otros; es el caso de El Colombiano que comienza a hacerlo de manera callada pero contundente; quizás en los próximos años sea lo que otrora fue El Espectador o la Revista Semana.

La guerra de hace doscientos años, la misma de hoy, enmarcada en la ambición, la corrupción y la violencia sin fin es fielmente retratada en la telenovela “Las Villamizar”, ¡qué buen relato televisivo!

EL CANDIDATO…  EL CANDIDATO… EL CANDIDATO… EL IGNORANTE…

EL CANDIDATO…  EL CANDIDATO… EL CANDIDATO… EL IGNORANTE…

Eligio Palacio Roldán

De las escenas mágicas de ayer, ausentes hoy de la vida diaria de nuestras ciudades, una de las más especiales era el despertar escuchando a los voceadores. En los barrios de Medellín se oía una voz varonil y estruendosa que gritaba: “El Colombiano, El Colombiano, El Colombiano” y luego el sonido del papel arrastrado por debajo de la puerta. Y al levantarse, el olor a tinta y el sabor de las noticias de la mañana.

El recuerdo viene a cuento porque hoy no son los anuncios de la llegada del periódico los que nos despiertan si no los cientos de mensajes que ofrecen los candidatos a diferentes posiciones, en especial a las alcaldías, en las próximas elecciones regionales, en los medios de comunicación tradicionales y en las redes sociales.

Pero en estos candidatos a las alcaldías no hay aún un reconocimiento de marca como en los periódicos de ayer y por eso acuden a todo tipo de estrategias para hacerse en el lugar de privilegio, entre los electores. La más manida, identificarse con un personaje con algún liderazgo: por muchos años Alvaro Uribe. Ahora, seres más grises como un alcalde con algún reconocimiento. Las otras estrategias van dirigidas a mostrarse humildes y cercanos a los anhelos del pueblo. Se les ven amables con las gentes. Incluso, se van a las calles a saludar a los transeúntes y con gestos inéditos hasta entonces, para ellos, copiando el estilo original de Antanas Mockus.

Y así, con poses de seres cercanos, humildes, honestos, trabajadores aunque sea evidente que son y serán todo lo contrario, llegan a las alcaldías, porque para ser un alcalde solo basta con parecer. El Ser, no importa.

En una sociedad competitiva y falta de oportunidades como la del siglo XXI, en Colombia, son cada vez mayores la exigencias para acceder a un empleo. A los aspirantes, a un determinado cargo, se les somete a una serie de pruebas de conocimientos y sicológicas. Incluso la controvertida prueba del polígrafo se convirtió en una de las decisorias, a pesar de los casos evidentes de que no ofrece garantías en materia de lucha contra la corrupción.

Ver POLIGRAFO -LA MAQUINA DE LA VERDAD https://eligiopalacio.com/2015/04/15/la-maquina-de-la-verdad/

Para ser alcalde, en cambio, los requisitos son pocos: Ninguna prueba de conocimientos, ninguna de aptitud para el cargo y exigencias mínimas en formación, experiencia y liderazgo para administrar los recursos de los municipios. En esta materia, es como si nos hubiésemos quedado en las décadas primeras de la segunda mitad del siglo XX,  en los días en que los voceadores anunciaban la llegada de los periódicos.

Una búsqueda en internet indica como requisitos para ser alcalde son los contemplados en la Ley 136 de 1994: “para ser elegido alcalde se requiere ser ciudadano colombiano en ejercicio y haber nacido o ser residente del respectivo municipio o de la correspondiente área metropolitana durante un año anterior a la fecha de inscripción o durante un período mínimo de tres años consecutivos en cualquier época”.

Parece increíble: son mayores los requisitos para ser aseador que para ser alcalde de un municipio.  Aunque la educación no es una garantía de honradez, conocimiento, aptitud y actitud de una persona para acceder a un cargo, no tener unas condiciones mínimas si es una debilidad evidente en la elección de nuestros alcaldes.

Arrancaron las elecciones locales y a pesar de la evolución de la sociedad, los colombianos siguen atados a la politiquería y las nuevas generaciones aprenden lo peor de la historia de nuestro país, en la materia.

Puede ver CARTA DE UN ALCALDE CORRUPTO https://eligiopalacio.com/2017/11/16/carta-de-un-alcalde-corrupto/

ANTES DEL FIN.

Cuando se entenderá que si la Corte o el Congreso define algo que no comparte el ejecutivo o viceversa no hay una derrota de nadie. Solo es la consecuencia de la independencia de poderes en la que está estructurada nuestra democracia. Una situación como estas se debería celebrar.

Puede ver ¿DUQUE UN PRESIDENTE DISTINTO? https://eligiopalacio.com/2019/04/03/duque-un-presidente-distinto/

Informar no es opinar. ¿Cuándo será que los medios de comunicación aplican esa diferencia en sus contenidos?

No fue tan exitoso el paso de Gustavo Gómez en La Luciérnaga, ¿Cómo le irá al frente del legendario programa 6AM de Caracol radio?

¿DUQUE UN PRESIDENTE DISTINTO?

¿DUQUE UN PRESIDENTE DISTINTO?

Eligio Palacio Roldán

El presidente de Colombia, Iván Duque, se parece a los expresidentes Cesar Gaviria (1990–1994) por su juventud e inexperiencia, a Ernesto Samper (1994-1998) por no tener “luna de miel” con el electorado y por la oposición fortalecida a sus gobiernos, a Andrés Pastrana (1998-2002) en el rechazo injustificado de la prensa y en la falta de química con las gentes de menores recursos, a Uribe en algunas posiciones cavernícolas y en un gobierno diseñado para favorecer a los empresarios, a Santos en su falta de votos y una deuda con el mismo mentor: Uribe.

Tiene mucho de todos y una gran diferencia: “La mermelada”, que tiene y esparce con discreción, no ha sido suficiente para saciar la voracidad de una clase política, que no se satisface fácilmente como consecuencia de las concesiones que hicieron los dos anteriores mandatarios para mantenerse en el poder, por un segundo período consecutivo. Se suma a este panorama la crisis venezolana y una izquierda tan fortalecida y con métodos de lucha tan retrógrados como la de los años setenta, del siglo pasado.

Como resultado de las anteriores situaciones, realmente, por primera vez, desde el surgimiento del  Frente Nacional, a mediados del siglo pasado, se tiene en Colombia un Congreso que no le marcha a las iniciativas del ejecutivo, como respuesta a la “mermelada” y lo que para muchos es una catástrofe, podría ser el escenario perfecto para que se desarrollara por fin nuestra democracia y, en consecuencia, una bendición  para el país.

Y lo puede ser, porque nuestra Carta Política está cimentada teóricamente en la división de los poderes. División que no funcionaba porque se absorbían entre si, haciendo un bloque que propiciaba y generaba corrupción.

El mejor ejemplo de cómo debe funcionar una democracia es la forma como se desarrolla la objeción del presidente a seis artículos de la Ley Estatutaria de la Jurisdicción Especial para la PAZ (JEP), objeción que el mandatario estaba en todo su derecho a hacer, si a bien lo consideraba, pues así lo indica nuestro ordenamiento jurídico; objeciones que el Congreso debe considerar y apoyar o no, si a bien lo considera y, si las apoya, la Corte Constitucional tendrá a bien declarar o no la constitucionalidad de lo aprobado en el Congreso, si a bien lo considera.

La situación es clara y es una oportunidad para enaltecer nuestra democracia si las tres ramas del poder público, a bien lo tienen.  Y ahí está el secreto: Tenerlo a bien. Es decir, que en sus actuaciones prime el análisis y las mejores intenciones por el futuro del país. Quien gane o quien pierda es secundario. Lo importante es que gane Colombia y eso se logra más fácil si hay independencia de poderes. Una independencia que alarma a una sociedad que no sabe que es eso, que se ha acostumbrado a la unanimidad, sin importar que haya sido conseguida corrompiendo las tres ramas del poder público. Y si al presidente Duque le niegan las objeciones o cualquier proyecto que presente al Congreso, no deberá sentirse derrotado sino con un presidente que defiende la democracia.

Obviamente se está pensando en que las decisiones de uno u otro órgano del poder público actúe pensando y luchando por el bienestar del país y eso, claro, pude ser utópico. Pero, creo, Duque está marcando la pauta correcta.

Ser vencido en franca lid no es una derrota.

ANTES DEL FIN

Una de las críticas más frecuentes al presidente Duque es su apoyo a la oposición al gobierno venezolano. Pareciera que sus opositores, en esta materia, no vivieran la realidad de hoy en Colombia: no hay ciudad ni poblado, por pequeño que sea, al que no hayan llegado venezolanos en búsqueda de trabajo. La diáspora venezolana arrasa con el empleo y la calidad del mismo para los colombianos. No sé por qué el Dane no registra aun lo que esto significa para el país, en cifras.

Los venezolanos están desplazando a los colombianos hasta en los buses, de nuestras ciudades, como cantantes.

CONGRESO – EN OTRO PAÍS…

EN OTRO PAÍS…

Eligio Palacio Roldán

Y tendremos otros cuatro años de lo de siempre: corrupción, disputas por el poder, intrigas, bajezas,  leyes acomodadas a los intereses de quienes tienen la capacidad de “persuadir al Congreso” y olvido, maquillado, para el resto de colombianos, por la publicidad oficial.

Después de una tensa campaña electoral, marcada por la confrontación de ideas, la altura de los debates y el respeto por el contrario, tomaron posesión de sus cargos como Congresistas cerca de 300 ciudadanos, orgullo de los pueblos que representan.

La ciudadanía esperó ansiosa la transmisión en directo por televisión que obtuvo el rating más alto del año, superando las trasmisiones de los partidos de fútbol de la selección Colombia y, obvio, el de las telenovelas y reality show de moda.

Para dar inició a la ceremonia, el Senador, que tomó juramento a los Congresistas, en un emotivo discurso manifestó: “Constituye para mí un honor instalar este nuevo Congreso, aprovecho esta oportunidad y creo que es el momento apropiado para felicitar a todas y todos, por haber logrado obtener este triunfo, en medio de la justa contienda electoral, materializando el mandato glorioso de la democracia, que se traduce de conformidad con la ley en personas que deben actuar acorde a la justicia, y buscando siempre el bien común.

“El Congreso de la República hace propicia esta instalación para rendirle un espontáneo tributo de reconocimiento y admiración, por la magna labor desarrollada como primer mandatario de los colombianos  durante estos dos cuatrienios, que reflejan lo que el hombre es capaz de realizar cuando su labor está inspirada en profundas convicciones, en la voluntad de progresar y proyectarse continuamente, para mostrar un cúmulo de realizaciones en beneficio de la sociedad colombiana”.*

Aunque estas palabras pronunciadas por el senador Javier Cáceres Leal, el 20 de julio de 2010, fueron “reales”, ellas y los párrafos iniciales de este escrito corresponden a la situación de un país ideal, muy alejado de lo que es Colombia, como dirían en el programa La Luciérnaga, de Caracol, de “otro país”, que jamás será el nuestro.

Hoy, los colombianos escucharemos palabras similares, palabras conmovedoras, llenas de lugares comunes, de compromisos con Colombia y los colombianos que tratan de disfrazar las intrigas y las componendas para sacar la “mejor tajada” o la mayor cantidad de “mermelada” para cada uno de los congresistas de la coalición y de la oposición; porque  ellos juegan a lo mismo.

Y tendremos otros cuatro años de lo de siempre: corrupción, disputas por el poder, intrigas, bajezas,  leyes acomodadas a los intereses de quienes tienen la capacidad de “persuadir al Congreso” y olvido, maquillado, para el resto de colombianos, por la publicidad oficial.

En cuatro años, otra vez, asustados correremos a votar por los mismos, porque si en Colombia estamos mal, lo están mucho peor en Venezuela y en Nicaragua, donde el pueblo le dio la oportunidad a ciudadanos con ideas diferentes para hacer lo mismo o aún cosas mucho peores, porque la ambición por el dinero y el poder acaban con cualquier posibilidad de solidaridad. No en vano los seres humanos también somos animales y nos regimos como ellos por aquello de que “El pez grande se come al pez chico”.

Qué bueno sería que en unos años lo dicho en estas notas fuera desvirtuado por la realidad y que el Congreso, que inicia hoy labores, cumpliera las palabras que con alborozo pronunciarán en unas horas.

ANTES DEL FIN

Por razones de trabajo tengo acceso a casos de sucesiones… Qué perversos somos los seres humanos: cuánta ambición, cuánto desprecio por la familia, cuánta doble moral se lee en esas páginas…

Y a los congresistas le pedimos que sean otra cosa. Difícil, es el ser humano, solo el ser humano.

CLASE POLITICA CORRUPTA ELEGIRÍA A PETRO PRESIDENTE. ¡POBRES COLOMBIANOS!

CLASE POLITICA CORRUPTA ELEGIRÍA A PETRO PRESIDENTE. ¡POBRES COLOMBIANOS!

Eligio Palacio Roldán

Al leer este párrafo un escalofrío me recorre el cuerpo. Tal vez es demasiado tarde y Colombia va a ser “arrasada por el viento…”.

“¡Pobres Colombianos! Se les dijo, se les recomendó, se les advirtió, a los dirigentes políticos, que no fueran corruptos, que escucharan la voz del pueblo, que no se burlaran de los ciudadanos, que no los utilizaran para enriquecerse a sus espaldas, que pensaran en ellos aunque fuera en lo mínimo, que no legislaran pensando tan solo en su propios intereses, que hicieran algo por mejorar el sistema de salud, por generar oportunidades de educación y trabajo, que no permitieran ni propiciaran el desplazamiento y el asesinato de miles de paisanos; que si no cambiaban su comportamiento Colombia correría los caminos de Venezuela y al gobierno llegaría un populista estilo Chávez o Maduro, y no quisieron hacer caso, omitieron tan democráticos consejos, se  pasaron la advertencia por la faja, ¿y qué sucederá? ¿Saben cómo queda un país cuando elige un populista como gobernante? Pues sí… Queda así, igual a Venezuela, con las gentes huyendo de la miseria y del hambre… Me acuerdo como si fuera hoy cuando generadores de opinión advertían sobre lo que podría pasar con la corrupción…”

Trato de utilizar las formas del lenguaje del gran Hebert Castro, el mejor humorista que he conocido, para indicar que si Petro es elegido, el próximo domingo, como presidente de Colombia, no será por sus méritos si no por las fallas de la clase política colombiana que hizo todo lo posible para que esto ocurriera. Y si, la mayor culpa será de Alvaro Uribe en quien Colombia depositó sus sueños y quien a pesar de su liderazgo no ha sabido o no ha querido hacer lo posible para que se vuelvan realidad.

Uribe, enredado en sus propias ambiciones de poder y deseos de venganza, se alió con la clase política corrupta que pudo haber derrotado, que pudo haber transformado, y perdió la oportunidad más grande que ha tenido alguien, en Colombia, para modificar la cultura política del país. Y, ahora, después de una lucha intensa contra el Castro-Chavismo, indirectamente, empuja el país hacia allí.

Puede leer, UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD https://eligiopalacio.com/2014/03/13/una-segunda-oportunidad/

Obviamente, comparte culpas con Uribe el presidente  Santos quien se sumergió en el mundo de la corrupción con el propósito de traer a la “democracia” a las Farc, un grupo delincuencial que azotó a Colombia por más de 50 años. Sin escrúpulos de ninguna clase, más sinuoso y taimado que Uribe, le vendió el alma o más bien el país al diablo,  para alcanzar sus propósitos y un Nobel.

Puede leer: EL «COMPLOT» DE SANTOS https://eligiopalacio.com/2016/05/19/el-complot-de-santos/

Y claro, también nuestros Congresistas que asistieron presurosos a atender los deseos presidenciales, enriqueciéndose a diestra y siniestra con toneladas de mermelada, de espaldas al país. Con ese ese propósito asistieron, además, los miembros del ejecutivo y lo peor para nuestra trágica historia: La Rama Judicial.

Y, hoy, al borde del abismo, cuando quizás sea demasiado tarde, todos rodean al candidato Duque. Obvio que protegen sus intereses, pero es que desafortunada o afortunadamente, hoy si,  sus intereses coinciden con los de Colombia.

Ojalá como escribió nuestro premio nobel (este si merecido), Gabriel García Márquez, la clase política colombiana tenga una segunda oportunidad, Alvaro Uribe una tercera, y la sepan aprovechar para llevar a Colombia a mejores escenarios económicos, políticos y sociales.

ANTES DEL FIN

“Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos ( o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonio acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenian una segunda oportunidad sobre la tierra.”

Al leer este párrafo un escalofrío me recorre el cuerpo. Tal vez es demasiado tarde y Colombia va a ser “arrasada por el viento…”.

Estamos a tiempo. Hay que votar por Duque, no hay otra posibilidad para evitar la catástrofe.

¡CONCHUDO!

¡CONCHUDO!

Eligio Palacio Roldán

Conozco a alguien que no “voltea a ver” a su abuela pero si utiliza su casa, deja las luces encendidas por si “alguien” las apaga, deja sus ropas esparcidas por el piso por si alguien las recoge,  y deja los baños sucios por si otro alguien, o el mismo, los suelta. Y vuelve una y otra vez a hacer lo mismo como si nada pasara, como si no le importara. Este es el caso “ejemplar” de un conchudo, del común. En la cotidianidad de nuestra Colombia hay casos igual de repetitivos y dramáticos.

En una de sus acepciones, la Real Academia de la Lengua Española define conchudo como indolente (que no se afecta o conmueve) y, obviamente, son indolentes porque nadie los frena, nadie los “pone en su sitio”. Veamos algunos casos:

  • Los cabecillas de las Farc: Han sido narcotraficantes, asesinos, secuestradores, violadores, reclutadores de menores, En fin, lo más violento y sanguinario de nuestra sociedad y, ahora, se pavonean por el país como si nada les importara, como si les saliéramos a deber. ¡CONCHUDOS!
  • El presidente Santos: Sacrificó ocho años de gobierno por un Nobel de Paz y va terminando su segundo mandato con un país dividido, polarizado, pesimista, inmerso en la corrupción, inundado de cultivos ilícitos y microtráfico de drogas; en medio de una crisis económica en la que no se vislumbran salidas y con una desaprobación histórica. Mientras tanto, se pavonea por el país y el mundo como si fuera un gran gobernante y adoptando gestos y ademanes de la Madre Teresa de Calcuta, Gandhi, el Papa Francisco o el Padre Marianito. ¡CONCHUDO!
  • Alvaro Uribe: Sacrificó ocho años de gobierno tratando de derrotar a las Farc, entregándole el país a los corruptos y hoy posa de líder en la lucha contra ese flagelo. Como expresidente critica decisiones, del actual presidente, similares a las que tomó en su gobierno. ¡CONCHUDO!
  • Ernesto Samper: Permitió el ingreso de dineros del narcotráfico a su campaña presidencial, siendo una vergüenza para Colombia y luego posar de hombre de bien y líder latinoamericano. ¡CONCHUDO!
  • Congresistas: Se hacen elegir y reelegir por un pueblo al que engañan. Corruptos y desleales como ningunos, se venden al presidente de turno a cambio de “mermelada” y olvidan su supuesta ideología y las razones por las que se hicieron elegir. Deambulan por campos y ciudades y por el mundo sin percatarse que son otra gran vergüenza para el país. ¡CONCHUDOS!
  • Luis Pérez – Gobernador: Una mezcla entre “El Emperadorcito” de Nelson y sus Estrellas y Luis XV por su querer sentirse Rey de Antioquia y no por aquello del famoso porcentaje corrupto, o quizás también por ello. A pesar de toda su veleidad se cree un ser ecuánime y buen gobernante. ¡CONCHUDO!
  • Federico Gutierrez – Alcalde de Medellín: Se cree un modelo de alcalde y no ha hecho nada para lograrlo, aparte de modelar como gobernante de la ciudad de Medellín. Se disputa este “honor” con Fajardo y Luis Pérez en sus respectivas alcaldías: Gobierna para las cámaras y el aplauso. ¡CONCHUDO!
  • Germán Vargas Lleras. Si Juan Manuel Santos resultó un traidor al camuflarse como Uribista, éste le dio cátedra en sus narices. Líder de un partido famoso por los casos de corrupción, ahora piensa transformar a Colombia. Este si es el ejemplo de un ser sin vergüenza. ¡CONCHUDO!

Y los personajes conchudos son tantos y tantos que incluirlos en estas líneas es imposible.

Uno quisiera creer que en el conchudo hay alguna dosis de inocencia y puede que así sea; pero hace parte de la doble moral del ser humano. Doble moral que es difícil de dilucidar y erradicar si no se tienen principios éticos claros.

ANTES DEL FIN

También son CONCHUDOS algunos periodistas que vociferan contra la corrupción y, al mismo tiempo, se ponen al servicio de los gobernantes a cambio de «mermelada».

Comenzaron las campañas políticas con una gran cantidad de CONCHUDOS disputándose el poder en Colombia. ¿Seguiremos siendo sus idiotas útiles o despertaremos y les diremos ¡YA NO MÁS!?

DISCUTIENDO MARICADAS

Adopción gay

DISCUTIENDO MARICADAS

Eligio Palacio Roldán

“Como tantas otras veces, seguramente, nuestra clase dirigente, nos estará brindando circo, discutiendo maricadas, mientras se roban lo que quede de país”.

En un país donde su líder natural, el presidente de la república,  solo cuenta con una aprobación del 26% de la población, donde dos escándalos de corrupción, Odebrecht y Reficar, se disputan el primer lugar en la cuantía de la defraudación del estado y en la “calidad” y alcurnia de sus protagonistas, donde disminuye el consumo en los hogares y la economía se desacelera, donde el Congreso legisla, vía fast track, a favor de unos terroristas que mantuvieron amenazada la población por más de medio siglo y donde no se cree en la justicia ni en la clase política, a algunos personajes les da por entablar discusiones maricas. Dos ejemplos:

La primera, digamos la menos babosa, fue la que se produjo por el ateísmo del Ministro de Salud Alejandro Gaviria. Obvio, atizada por declaraciones del arcaico exprocurador Alejandro Ordoñez. No faltó si no que lo quemaran vivo. Si algo ha mostrado Gaviria, en su trayectoria pública, es su responsabilidad con la sociedad y la ética y coherencia con que maneja los asuntos públicos, características escasas entre nuestra clase dirigente y que origina, precisamente, la crisis de liderazgo que afronta el país.

La segunda raya en la ridiculez: Le ha dado a la Senadora  Viviane Morales, recordada por su apoyo al expresidente Samper, el del elefante, por inventarse un referendo que costaría 280.000 millones de pesos, pretendiendo la aprobación de los colombianos, para prohibir a las personas solteras y/o gay la adopción de menores sin hogar.  Para ella, la única familia posible es la que incluya un hombre y una mujer como pareja y como seres idóneos para criar a los niños.

Parece no saber u olvidar, la señora Viviane,  los cientos de familias constituidas por madres cabeza de familia, en la sociedad del Ocaso del Padre. Ocaso originado en la ausencia física o mental de los hombres en el mundo de hoy y más en Colombia como consecuencia de la guerra; los miles de padres, heterosexuales, que abusan de los menores; los miles de padres que ejercen violencia física y/o afectiva contra sus hijos.

Bueno, digamos que la Senadora tiene sus propias razones originadas en sus convicciones religiosas y que lucha por sus ideales. Hasta ahí todo bien. Lo que no resulta lógico, ni ético, ni moral incluso, es que utilice la política y al Congreso para el logro de sus fines personales. En esa faceta, no hay ninguna diferencia entre la senadora Viviane Morales y los líderes del islamismo y debe existir, porque Colombia es un país laico.

Pero si la posición de la señora Viviane es reprochable, la es aún más la de otros dirigentes políticos que acuden a apoyar el costoso referendo buscando réditos políticos. Y el referendo no solo será costoso por los 280.000 millones de pesos que valdrá, si no por el tiempo que se gastará en discusiones insulsas en el Congreso y en los medios de comunicación, mientras que la economía y la estructura del estado se desploman. Quizás, como tantas otras veces, seguramente, nuestra clase dirigente, nos estará brindando circo, discutiendo maricadas, mientras se roban lo que quede de país.

Sobre el tema, ver NO A LA ADOPCIÓN https://eligiopalacio.com/2015/02/20/4661/

ANTES DEL FIN

  • Los 280.000 millones, que costaría el referendo, para limitar la adopción de menores, debieran ser utilizados en mejorar los orfanatos o en educar a los mayores para un trato digno de los niños.
  • ¿Cuándo regresarán a la televisión colombiana las novelas de autor?
  • Qué bueno es “A yo me llaman” de Sábados Felices. Si lo ves, “te va a gustar el doble”.

COHERENCIA

COHERENCIA

El mejor ejemplo de falta de coherencia es el presidente de la república, Juan Manuel Santos, en su relación con las Farc.

Eligio Palacio Roldán

Desde hace muchos años y en especial desde que comencé a escribir en este blog me ha preocupado el tema de la objetividad, característica que me parece imposible para el ser humano dadas sus limitaciones físicas y/o sicológicas para percibir la realidad. (Ver https://eligiopalacio.com/tag/objetividad/, ¿CUÁL VERDAD? https://eligiopalacio.com/2015/06/12/5088/, ¿CUAL SERÁ LA REALIDAD? https://eligiopalacio.com/2016/01/21/cual-sera-la-realidad/, LA MAQUINA DE LA VERDAD https://eligiopalacio.com/2015/04/15/la-maquina-de-la-verdad/)

Convencido de que la objetividad es solo un ideal he tratado de trabajar, buscar y hasta exigir la coherencia. La coherencia es definida por la Real Academia de la Lengua Española como: Conexión, relación o unión de unas cosas con otras o Actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan”.

El mejor ejemplo de falta de coherencia es el presidente de la república, Juan Manuel Santos, en su relación con las Farc: De colaborador, de compinche de la guerrilla, para tumbar al presidente Samper, pasó a ser su peor enemigo en el gobierno de Alvaro Uribe Vélez, como Ministro de Defensa, para pasar, nuevamente, a ser el mejor camarada de la organización guerrillera y lograr un acuerdo de paz para que los ancianos hombres, alzados en armas, tengan una vejez tranquila. (Ver EL «COMPLOT» DE SANTOS https://eligiopalacio.com/2016/05/19/el-complot-de-santos/ y LA PAZ DE LOS VIEJITOS https://eligiopalacio.com/2015/09/29/la-paz-de-los-viejitos/). Igual sucedió con la dictadura en Venezuela a la que criticó vehementemente, en los tiempos en que era el mejor amigo de Uribe, y ahora apoya con un silencio cómplice.

La falta de coherencia de nuestro presidente ha estado presente en toda su trayectoria política y el más reciente ejemplo está en su discurso sobre el plebiscito del que dijo los colombianos tendrían la última palabra para que “aprueben o rechacen los acuerdos de paz…” y, al ser rechazados, desconoció la voluntad popular (Ver pic.twitter.com/Qhk7jd9xz2)

Otro ejemplo clásico de incoherencia está en nuestra clase política, en especial el Partido Conservador, que pasó de alabar a Andrés Pastrana, siendo presidente, a juzgarlo para complacer  a Uribe y, ahora, hace lo mismo con Uribe para adular a Santos. Cuestiones de “mermelada” dicen, tranquilamente los ciudadanos, sin percibir el fuerte olor a podrido de nuestra “democracia”.

A los anteriores ejemplos hay que sumarle otro, que me duele bastante: Los orientadores de opinión: Los columnistas. Durante el gobierno Uribe los vi rasgarse las vestiduras, con toda la razón, por la manera como el entonces presidente acomodaba la Constitución Nacional a sus ambiciones personales para quedarse en el poder y, ahora, cuando el presidente Santos no solo viola la Carta Magna si no los resultados de un plebiscito que pretendía probar o improbar los acuerdos con la guerrilla guardan un silencio preocupante y hasta se van lanza en ristre contra Uribe por criticar las violaciones a  la Constitución. Y uno se pregunta: ¿Cuál habría sido la reacción, de la gran prensa, si el que hubiese desconocido los resultados del plebiscito fuera Uribe?

Otro gran ejemplo de incoherencia está en la iglesia católica que mientras dice transmitir el mensaje de amor de Jesús, condena a gran parte de la humanidad que no acepta su realidad, como la única posible en el universo.

La consecuencia de la falta de coherencia es la pérdida de credibilidad y eso, precisamente eso, es lo que sucede con el presidente Santos: Nadie le cree… Bueno, tal vez solo las Farc.

Preocupante la falta de coherencia, de credibilidad de nuestros líderes, de nuestras instituciones. Esa es la causa de la anarquía y, obvio, de los resultados electorales. (Ver POR QUIEN VOTAN LOS CIUDADANOS https://eligiopalacio.com/2016/11/18/por-quien-votan-los-ciudadanos/)

ANTES DEL FIN

Reprochable  la aprobación en el Congreso de los acuerdos de paz con las Farc sin ningún análisis. Bueno, que más se puede esperar de la clase política inmóvil ante el peso de la “mermelada”.

Conmovedor hasta las lágrimas el accidente aéreo de esta semana en Colombia que causó la muerte a 71 seres humanos y 6 heridos graves. Conmovedor, también, el homenaje de los antioqueños a los campeones del Chapecoense. Con los años, Medellín, será un ícono para los hinchas del equipo brasileño así como lo es hoy para los fans de Gardel. Buen ejemplo para el mundo.

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