LA PRÓXIMA Y LAS DEMÁS PROTESTAS
Eligio Palacio Roldán
“Cada uno habla de la fiesta según la viva” le decía esta semana a un gran colega, al referirme al gobierno Duque. En lo que me ha tocado a mí, va muy bien. Obviamente mis razones para esta afirmación son subjetivas como lo he expresado en todos mis escritos y no son motivo de esta columna.
Aquí voy a expresar mis ideas sobre las protestas, basándome en mis propias experiencias. Las primeras de ellas fueron en el colegio, en la década del setenta, y estaban encaminadas a exigir a algunos docentes mayor preparación y responsabilidad en las enseñanzas que impartían. Después he continuado con algunas luchas pero de manera individual pues de las masivas me desilusioné pronto.
La primera de ellas fue por allá en diciembre de 1983. El motivo, la visita del presidente de Estados Unidos Ronald Reagan. Luego de escasos dos meses de haber iniciado mis estudios en Ingeniería Industrial, en la Universidad Nacional sede Medellín, tuve que correr como nunca lo había hecho, ni lo hice en mi vida, cuando los estudiantes comenzaron a tirar piedra contra un carro de la empresa Coca Cola. Meses y años después no podía entender cómo quienes protestaban ese día consumían la gaseosa americana. Lo comprendí cuando asimilé el concepto de doble moral, porque quienes protestaban, ese día y todos los demás días, por la calidad de la educación, eran los mismos que se quedaban en la universidad, tomando pocas materias, por los años de los años, formando líderes de una izquierda enigmática, misteriosa y oculta.
La segunda ocurrió, en mayo de 1995, cuando la DIAN realizó audaces operativos en el sector El Hueco. Fue de tal magnitud que se paralizó la ciudad por varios días con disturbios y daños incalculables. Protestaban por el “derecho al trabajo” de los empleados del sector. Nunca he visto una protesta similar protegiendo el trabajo de miles de colombianos afectados por el contrabando que se vende en esa zona. Doble moral, claro
¿Por qué un adolescente, joven y adulto contestatario jamás hizo parte de una marcha, de su organización o de un sindicato? Una sola razón: La doble moral de quienes participan en ellas. Fueron muchos los coqueteos en la Universidad y muchos más en el trabajo, pero allí y acá los más perezosos, los buenos para nada y los más cuestionadas han encontrado un refugió y un arma de protección.
Siento y presiento que la marcha del próximo 21 de noviembre, será la oportunidad para que los personajes descritos líneas atrás se sientan útiles, pues además de protestar es muy poco lo que hacen. Y ese hecho deslegitima una protesta válida de miles colombianos, en especial jóvenes, que no tienen oportunidad de salir adelante, ejercer sus profesiones y tener la estabilidad económica que les permita alcanzar sus sueños.
Ahora bien, la falta de posibilidades para los colombianos no es solamente culpa del presidente Duque; lo es, también, de una clase política que actúa de espaldas a los clamores de la sociedad y de la misma sociedad que elige esa misma clase política para dirigirla y que acepta que la corrupción sea su norte.
Espero, algún día, una manifestación contra la corrupción y los corruptos. Una protesta contra nosotros mismos que nos consienta reinventarnos y generar mejores posibilidades de desarrollo para el país y sus ciudadanos, que nos permita dejar atrás la doble moral. Ese día, saldré a protestar de la mano de mis compañeros de la universidad y de los sindicatos.
Los líderes que organizan una y otra protesta contra el gobierno quizás consigan arrinconar al presidente, pero estoy seguro generarán el rechazo de gran parte de la ciudadanía que, en últimas, beneficiará a Duque.
ANTES DEL FIN
Entendible la “actuación” de Amparo Grisales en el programa Yo me Llamo, pero se está excediendo en el personaje y podría marcar el principio del fin de su carrera artística y del programa de Caracol Televisión.