ELECCIONES, 48 AÑOS DESPUÉS… ¿SERÁN LA REVANCHA DE LOS SEGUIDORES DE ROJAS PINILLA?

ELECCIONES, 48 AÑOS DESPUÉS… ¿SERÁN LA REVANCHA DE LOS SEGUIDORES DE ROJAS PINILLA?

Eligio Palacio Roldán

Fue solo hasta 1970 cuando el General Gustavo Rojas Pinilla tuvo la oportunidad de saldar una vieja rencilla con la clase política colombiana. En ese entonces estuvo a punto de llegar a la presidencia de la república en una reñida competencia con el candidato, de la clase política tradicional, Misael Pastrana Borrero.

La historia había comenzado en 1953 cuando el General derrocó al presidente Laureano Gómez y asumió la presidencia hasta 1957. En ese entonces, tuvo que ceder el mando a una Junta Militar que daría paso al Frente Nacional, una alternancia en el poder entre liberales y conservadores que, con el tiempo, desfiguraría las dos ideologías.

El 19 de abril de 1970, Rojas Pinilla, habría ganado las elecciones cuyo escrutinio fue suspendido por el gobierno de Carlos Lleras, hasta el día siguiente, para dar como ganador al candidato Pastrana.

En 1974 nació el M19, movimiento guerrillero originado en el descontento producido por la ilegitimidad de las elecciones del 19 de abril de 1970: Lo integraron y lideraron, entre otros,  algunos dirigentes de la ANAPO, partido de Rojas Pinilla.

Fue en 1977, cuando el hoy candidato a la presidencia Gustavo Petro, se hizo unió a los insurgentes del M19. En 1984 entró en la clandestinidad y en 1985 fue torturado y llevado a la cárcel, durante dos años. Luego fue liberado y permaneció en la ilegalidad hasta que el gobierno de Virgilio Barco firmara la paz, con el movimiento insurgente, en 1990, para dar paso a la Constituyente de 1991.

Hoy, 48 años después de las elecciones que dieron origen al M19, la situación política es muy similar a la de ese año electoral. Otra vez, se enfrenta un candidato populista, que ya se puede calificar de caudillo, como el General Rojas, Gustavo Petro. Otra vez, como en el 70, toda la clase política tradicional, el mismo Frente Nacional de entonces, liberales y conservadores, se unen para tratar de detener al candidato de las mayorías silenciosas, generalmente de clase humilde, opuestas a los políticos tradicionales. Y, otra vez, los radicales de izquierda y derecha polarizan al país cargados de promesas y acusaciones mutuas.

No obstante, hay algunas diferencias entre la campaña electoral de 1970 y la de hoy. En ese entonces el presidente, Carlos Lleras Restrepo, tenía un amplio respaldo de la población y apoyaba al candidato de la clase política tradicional; el de ahora, Juan Manuel Santos, quien arrastra los índices más bajos de popularidad de la historia presidencial, desde que existen mediciones, respalda al candidato de la oposición, en lo que se podría constituir en una traición a la clase social que lo vio crecer y lo hizo presidente de Colombia.

De ganar Petro, las próximas elecciones del 17 de junio, sería la revancha de los seguidores de Rojas Pinilla que vieron frustrada su aspiración presidencial hace 48 años. De perder, podría ser el nacimiento de otro movimiento insurgente. Y si pierde Duque, ¿podría nacer una insurgencia de derecha?

Muchas cosas se juegan en las próximas elecciones: el futuro de Colombia y los colombianos. Es necesario pensar el voto en presente y en futuro. El pasado ya es historia.

ANTES DEL FIN

Todo parece indicar que los jóvenes y los intelectuales apoyan a Petro, también uno que otro viejito “mamerto” de la izquierda tradicional colombiana; ¿Será que pueden los sueños inocentes contra el pragmatismo de la sociedad colombiana, derechizada por el peso de la historia de las guerrillas y el incierto presente y futuro de Venezuela?

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EL BALANCE DE COLOMBIA EN EL 2015

EL BALANCE DE COLOMBIA EN EL 2015

Eligio Palacio Roldán

Las circunstancias de una economía extractiva en declive, una clase política  sin credibilidad y una corrupción galopante en la sociedad, nos hacen ser pesimistas y visualizar, para Colombia, un futuro similar al de Argentina o Venezuela.

Cada año, por estos días, nos dedicamos, consciente o inconscientemente, a hacer el balance del año que termina y nos proyectamos o soñamos con lo que vendrá en los próximos 365 días.

El balance que percibo de Colombia, matizado entre rojos y negros, es el siguiente:

La Paz

  • Una gran habilidad del Estado (léase los asesores en comunicaciones de Juan Manuel Santos) para tratar de cambiar la realidad. Antes fue con Chávez que quisieron transformarlo de dictador latinoamericano a facilitador de paz en Colombia; ahora, con las Farc, pretenden convertir delincuentes en pobres ovejas descarriadas.
  • Unos medios de comunicación, ausentes de la realidad nacional, con una sola agenda informativa: Los diálogos de Paz.
  • Reducción de la violencia guerrillera a la espera de los “regalos” del estado colombiano y de los colombianos a cambio de la supuesta paz.
  • Los avances de un acuerdo de paz entre los viejitos dirigentes colombianos y sus homólogos guerrilleros, mientras los jóvenes no logran avizorar un futuro promisorio. (Ver LA PAZ DE LOS VIEJITOS http://wp.me/p2LJK4-1qF).

Corrupción – Narcotráfico

Enquistados en nuestra cultura, es el gran legado de Pablo Escobar. No se ve solución a esta problemática ni a mediano, ni a largo plazo. Obvio, mucho menos en nuestro inmediato futuro. Las noticias sobre este tema ya no impactan, ya no generan indignación, se convirtieron en algo tan “normal” como las muertes nuestras de cada día. Incluso quien no aprovecha la “oportunidad” de apropiarse de lo ajeno es catalogado como tonto. (Ver MI PATRIA CORRUPTA http://wp.me/p2LJK4-y5)

El Presidente Santos

Colombia tiene un presidente ausente como en los años del alzhéimer de Virgilio Barco y su papel lo asumen Humberto de la Calle y Germán Vargas. Su único interés parece estar  en el proceso de paz y, entonces, parece creíble que su razón de ser como presidente sea una aspiración a un premio Nobel. Solo así se entienden sus drásticos cambios de postura: De crítico acérrimo de Chávez, Maduro y la situación de la democracia en Venezuela al silencio cómplice de las atrocidades cometidas por la dirigencia del vecino país; de enemigo declarado de las Farc a presidente otorgante de  prerrogativas a la guerrilla;  de aliado incondicional del expresidente Uribe a su feroz contradictor y; de político y ministro neoliberal a mamerto de izquierda.

El Gobernador Sergio Fajardo:

Haciendo esfuerzos por hacer de Antioquia la más educada. Esfuerzos loables, desde luego, pero insuficientes dado el retraso de la educación en el país. Algunos de los frutos de su trabajo, los recogerá seguramente su feroz enemigo Luis Pérez.  Su trabajo y su candidato a sucederlo no pudieron con la maquinaria desvergonzada de los políticos tradicionales. Su imagen terminó bastante deteriorada.

El alcalde Aníbal Gaviria

Como el gobernador de Antioquia haciendo esfuerzos en educación, cultura e infraestructura para tener una Medellín a la altura de las principales ciudades del mundo. Esfuerzos que verán sus frutos en dos o tres generaciones; por ahora es mucho más fuerte la cultura corrupta, traqueta y mafiosa heredada de Pablo Escobar. Fortaleza que se traduce en el dinero fácil de la droga y la prostitución.

La economía

  • En aterrizaje forzoso.
  • El crecimiento económico del país, un poco menos malo que la mayoría de países latinoamericanos.
  • Por fin, aunque bastante tarde, nos dimos cuenta que la economía colombiana no puede ser solamente extractiva. Solo lo pudimos entender con la crisis del petróleo.
  • Atrás quedaron las teorías de la confianza inversionista. La gente invierte donde su dinero renta, más allá de problemas de seguridad o de concesiones fiscales. A Latinoamérica le pasó su cuarto de hora.
  • Llegó el tiempo de las “vacas flacas”

La salud

En una crisis sin precedentes ante la corrupción inmersa en su estructura. Loables esfuerzos del Ministro Alejandro Gaviria por encontrar una salida a la problemática del sector.

ANTES DEL FIN

Las circunstancias de una economía extractiva en declive, una clase política  sin credibilidad y una corrupción galopante en la sociedad, nos hacen ser pesimistas y visualizar, para Colombia, un futuro similar al de Argentina o Venezuela.

Mi balance personal del 2015 fue bastante bueno: un trabajo retador y enriquecedor a cada instante, un proyecto económico progresando, una vida personal en crecimiento y un viaje inolvidable. Obvio, un blog que me llena de satisfacciones.

CREI EN LOS PARTIDOS POLITICOS… UN DIA

CREI EN LOS PARTIDOS POLITICOS… UN DIA.
Eligio Palacio Roldán
Ahora a mis paisanos hay que pagarles su voto: puestos, carreteras, bultos de cemento, arena o plata. Y el día de elecciones es uno de los más productivos: reciben almuerzos, dinero, y regalos, en todos los directorios políticos.

Cuando fui tomando conciencia del mundo que habitaba, por allá a comienzos de la década del 70, del siglo pasado, supe que en Colombia habían dos partidos políticos: el Conservador y el Liberal. Yo era conservador, desde luego; como no serlo si mi tío “Danielito” era un ejemplo de servicio para la comunidad. Además, conservadores eran los hombres y mujeres más prestantes del pueblo, los que estudiaban en Medellín y los más riquitos (Yo, supuestamente, también lo era; sin embargo, que pobreza, la que se vivía en mi casa).

Después, descubrí que los políticos visitaban mi pueblo en época electoral. Sin dinero, nos tocaba atenderlos: nos poníamos nuestras mejores ropas y, con esfuerzos insospechados, se servían manjares y viandas, solo visibles en esos acontecimientos; era una verdadera fiesta: Don Juan Antonio prestaba sus caballos, el más bonito, “Torbellino” era para el político de turno, y en la tarde nos sentíamos orgullosos: El político X o Y nos había dado la mano, nos había dicho que éramos inteligentes y que seríamos los futuros líderes. Nuestra mirada era altiva; sobre todo, si encontrábamos un liberal. Ah… y en las elecciones nos peleábamos y odiábamos al contrincante: nosotros éramos los mejores. Cuando perdíamos llorábamos y decíamos que nos habían robado las elecciones.

Y se terminó el Frente Nacional y nos dio mucho miedo y ganó un liberal, Alfonso López Michelsen, y pensamos que los conservadores vivirían tiempos difíciles. Y sí, siempre hemos vivido tiempos difíciles, pero no por ser conservadores; solo por ser colombianos. Y los conservadores continuaron en el poder y seguían disfrutando de sus mieles, como siempre.

Y el desdichado invento para acabar con la violencia, El Frente Nacional, un acuerdo para repartir el poder entre liberales y conservadores, se perpetuó en la historia de Colombia. Claro que, un día, en 1986, el Presidente Virgilio Barco pensó que era necesario acabar con el esperpento y pasó al esquema Gobierno-Oposición y el Partido Conservador, pensó que podía ser un partido digno y podía hacer oposición y casi se acaba. Es que ser un partido político sin burocracia es morir: No hay ideales, no hay ideas, no hay nada que lo sostenga. Entonces del Frente Nacional se pasó a la “Unidad Nacional”, donde también se repartieron el poder entre los dos partidos tradicionales.

Mientras tanto, en mi pueblo, la historia no cambiaba mucho. Bueno, lo hacía un poco: ahora los dirigentes conservadores, con cada vez menos seguidores, decían que “El Partico Conservador es la Reserva Moral de la Patria” y la “Reserva Moral” por fin tuvo un alcalde; y ese alcalde fue tan o quizás más corrupto que los otros alcaldes, del Partido Liberal de ese pueblo y de todos los partidos políticos, de los demás pueblos de Colombia.

Y entonces comprendí que el Partido Conservador no tenía nada que ver con mis ideales. Bueno, que no existía tal partido y que, aquello, era una montonera de tipos tratando de sacar ventaja de todo y no para todos; sino para unos pocos.

Un tiempo más tarde, demasiado tarde, desafortunadamente, entendí que nuestras peleas pueblerinas eran ridículas: todos éramos de la familia y en elecciones no nos hablábamos y el resto del tiempo nos mirábamos con recelo. Mientras tanto, el pueblo permanecía en el olvido y sus dirigentes, conservadores y liberales, trabajaban juntos en la ciudad; sin importar quien llegara al poder.

Y luego tuve la oportunidad de conocer el Partido Liberal y era igual de perverso al Conservador. Claro, cada partido a su interior se cree salvador de la patria. Y después comprendí lo mismo de los demás partidos. Y desde entonces siempre voté en blanco.

Pero volviendo a la historia de Colombia, el partido Conservador comprendió que era minoría y que sin poder “la cosa” era muy dura y que era necesario mimetizarse. Y se mimetizó. Y mantuvo la burocracia. Y mimetizado logró llegar a la presidencia, con Andrés Pastrana, y tuvo que repartir los puestos con los liberales y con los de izquierda y con todos los partidos… Por aquello de la Unidad Nacional o la “Unidad Burocrática”; diría yo.

Pero la “Unidad Burocrática” no bastó y entonces fue necesaria la “Unidad Corrupcrática”; porque además de la burocracia ahora era necesaria la corrupción y así se eligió a Alvaro Uribe Vélez y éste en vez de reducir la corrupción a sus justas proporciones, como lo proponía el presidente Turbay, con desfachatez, por allá a comienzos de la década del 80; la dejó desbordar.

Y llegó Santos y todo continuó igual, o peor: Con la “Unidad Corrupcrática” y el Partido Conservador allí.

ANTES DEL FIN:
De regreso a mi pueblo me doy cuenta que la historia dio un giro de 180 grados: ahora, en las campañas, los políticos costean las fiestas, pagan los almuerzos, los caballos, el aguardiente. Ahora a mis paisanos hay que pagarles su voto: puestos, carreteras, bultos de cemento, arena o plata. Y el día de elecciones es uno de los más productivos: reciben almuerzos, dinero, y regalos; en todos los directorios políticos.

¿Quién, porqué y para qué financiarán las campañas políticas?

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