DESCONECTARSE

DESCONECTARSE

Eligio Palacio Roldán

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En el mundo de las redes sociales, del internet y obvio del satélite; en el tiempo de la “Aldea Global”, de la que habló el sociólogo canadiense Marshall Mcluhan, por allá en el año 1968, parece imposible estar aislado del resto del mundo, aunque cada vez es más recomendado por profesionales de la salud, la sicología y hasta por los gurús espirituales de la época, desconectarse.

Desconectar, según la Real Academia de la Lengua Española es Dejar de tener relacióncomunicaciónenlace, etc.”. Es decir, de algún modo, ser autista. Autista, según también la RAE es “Dicho de una persona: Encerrada en su mundo, conscientemente alejada de la realidad”.

Obviamente, existe el autismo como un trastorno del neurodesarrollo, donde se altera la comunicación con los demás seres humanos, no voluntario. Bueno, no nos metamos en profundidades porque tal vez si sea voluntario, como el que define la RAE.

Desconectado he estado los tres primeros días de esta semana y supongo que nada ha pasado y seguramente nada pasará en mucho tiempo esté o no desconectado: La crisis del hermano país de Venezuela se intensificará; los “descubrimientos” de corrupción en Colombia se agudizarán, así como las relaciones Uribe – Santos, para concluir lo obvio: que somos una partida de corruptos; también se irán revelando los verdaderos acuerdos Farc-Santos y Uribe paramilitares; la crisis económica se acentuará y seguirá la venezonalización de la economía colombiana y del país en general, no por la llegada de nuestros vecinos a colonizar a Colombia (en cada esquina vemos más de uno), sino  por la salida del “Closet”, sin ninguna vergüenza y sin ninguna judicialización, de nuestra dirigencia, para más rabia de la derecha colombiana. Claro, los godos seguirán entregando “La Conciencia Moral del País” por un plato de lentejas.

Colombia es un país católico donde la iglesia, de esa tendencia religiosa, no se ha podido “desconectar” del poder. Qué bueno que lo hiciera y que en estos dos días de reflexión (Jueves y Viernes Santo),  dedicados a conmemorar el sacrificio de Jesús, retomara su origen, diera muestras de humildad y desprendimiento y comenzara, con su ejemplo, a buscar una Colombia más honesta. Creo que gran parte de nuestra doble moral se debe a lo que ha sido su actuación en el país y en el mundo: Pobreza para los otros y opulencia para mí. No me explico cómo podrán superar la prueba del camello descrita en la Biblia.

No es la iglesia católica, solamente, la que debiera desconectarse del poder: también mis colegas periodistas; gran parte de ellos enmermelados por los gobiernos de turno. Gobiernos municipales, departamentales o nacionales a los que exprimen a cambio de ocultar sus pecados. También los empresarios, los comerciantes, los trabajadores. En fin, todos y cada uno de los colombianos que nos creemos de bien y que no llegamos a serlo.

ANTES DEL FIN

Alguna vez me ausenté de mi sitio de trabajo, durante seis semanas, por vacaciones acumuladas, al partir se estaba discutiendo en el Comité Directivo un tema, al regresar estábamos en la misma discusión. Tomé la palabra y expresé: “Esto se parece cada vez más a una telenovela, la deja de ver uno dos meses y no pasa nada”. Lo mismo sucede es nuestra vida  nacional; entonces, ¿para qué estar conectado?

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