LA SOLEDAD

LA SOLEDAD

Eligio Palacio Roldán

Hace algunos meses encontré el tema musical Solitario, del compositor ecuatoriano Tomás Abilio Bermudez, en la mejor interpretación que, a mi juicio, ha hecho el cantante colombiano Raul Santi, de canción alguna.  La melodía, sobre la que produje un video (https://eligiopalacio.com/2020/08/11/solitario/) es una oda al despecho y, como se dice,  “para cortarse las venas”. Aquí su letra:

“Por tu amor que fue ilusión y desventura,

Fracasaron para mí todos mis sueños.
Me negaste tu cariño y tu ternura,

Para hundirme en el castigo del tormento.
Solo y triste me verás hasta que pueda,

Arrancarte de mi pecho con el vino.
Solitario me verás hasta que muera,

Maldiciendo mi desgracia y mí destino.
Mala suerte me trajeron tus amores,

Me dejaron sólo angustias en el pecho,

Hoy por ella yo emborracho mis dolores,

Hoy por ella solitario yo me muero.”

El  23 de agosto, se cumple el segundo aniversario de la muerte del ser que más he amado en la vida: Mi mamá. La ausencia definitiva de un ser querido genera una soledad similar a la de un amor imposible. Aunque, obvio, más dolorosa.

Esta semana, alguien me hablaba de la soledad y de su profundización en tiempos del Coronavirus. Decía sentirse triste, sin saber qué hacer en ese tiempo de silencio, de poca actividad social. Los años habían pasado sin conformar una familia.

Las tres clases de soledad descritas son diferentes. La primera nace del desamor de alguien en específico, la segunda de la muerte de los seres queridos, y la tercera de no haber conformado una familia. La real academia de la lengua define  la palabra soledad como “carencia voluntaria o involuntaria de compañía” y “pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo”.

En cualquiera de los casos hay que ver, comprender y concluir, desde la esencia, que la felicidad no puede depender del Otro, así ese Otro te genere alegrías  o tristezas o se le ame con intensidad. También, que hay que construir una vida teniendo como protagonista el ser único que se encarna y trasegar por el mundo en un continuo aprendizaje con emociones de todos los matices. Para lograrlo, hay infinidad de cosas por hacer. La primera, conocerse a sí mismo, en toda la dimensión humana: fortalezas, debilidades y perversidades  y a partir de allí identificar una o varias pasiones que te permitan vibrar al unísono con ellas y con el universo. Obviamente eso no se consigue de la noche a la mañana, se requiere esfuerzo, trabajo y técnicas que van desde la sicología, el sicoanálisis, la meditación o la programación neurolingüística, entre otras. También la oración, dicen algunos. Eso sí, cualquiera sea la metodología, lo importante es no alienarse para escapar a la realidad como lo pretende hacer, en el vino, el protagonista de la canción.

La pasión se puede encontrar en la lectura, la escritura, la música o las artes manuales. En los viajes. En vivir cada amanecer y/o cada atardecer. En fin, en el solo hecho de observar y observarse. En sentir a los seres y cosas que te acompañan en el viaje de la vida. La soledad es la mejor oportunidad para despertar los sentidos: vista, oído, gusto, olfato, tacto para disfrutar el entorno; de conocer el ser maravillo que eres y el cuerpo que habitas.

A quienes le temen a la soledad, solo les queda un camino: enfrentarla. Seguro encontrarán elementos positivos y alegres para vivirla. No se puede perder la posibilidad que nos da la vida, en tiempos del coronavirus, para sentirla, disfrutarla y perderle el miedo.

ANTES DEL FIN

También yo le temí a la soledad y sobre todo en el campo. Ahora descubro que no hay nada más fascinante que ello. Llegó el tiempo, por ejemplo, de comprender a los ermitaños. La naturaleza ofrece una gran cantidad de posibilidades de comunión con el universo.

Con el tiempo he ido descubriendo que es mejor no saber mucho de lo que sucede alrededor. Las posibilidades de ayudar son mínimas, como decía mi madre. Entonces, ¿para qué torturarse con miles de noticias desafortunadas que nos ofrecen los medios de comunicación, a cada instante?

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AUSENCIA

AUSENCIA

Eligio Palacio Roldán

“No hay nada más amado que lo que perdí”
Serrat

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Aunque no te pueda ver ahí estás mamá…

En los últimos años he tenido un acercamiento al arte religioso, gracias a las obras del maestro Norman Cardona en el municipio de Entrerríos. Por ello, he incluido en este blog algunos videos de altares, pesebres y ceremonias desarrolladas en ese municipio, ubicado a 60 km al norte de Medellín, en el departamento de Antioquia.

En Semana Santa, el sábado, tiene lugar la Procesión de la Soledad, cuyo video del presente año nombré Ausencia. El título llegó a mis pensamientos cuando se representaba una escena en la cual la virgen se acercaba al sepulcro tratando de ver a su hijo y con impotencia, por no lograrlo, regresaba por el camino, sola, en medio de la multitud que la acompañaba en la ceremonia: En la mirada de esa imagen de madera y yeso percibí la crueldad de la ausencia definitiva. El ausente sencillamente no está: se fue, se marchó, te dejó.

Puede ver AUSENCIA (Procesión de la Soledad)  https://eligiopalacio.com/2018/03/31/ausencia/

La muerte es la ausencia definitiva. Y si las ausencias temporales duelen, las que son para siempre destrozan el alma. Sencillamente no se podrá ver más, no se podrá escuchar más, no se podrá sentir más al otro amado. Los ausentes definitivos tan solo estarán en el mundo virtual de las fotografías y las grabaciones que, al igual que los recuerdos, se irán desdibujando con el paso de los días. No en vano, el ser humano se ha inventado otras vidas donde se pondría fin a esa ausencia.

La ausencia del ser que más he amado en mi vida: Mi mamá, me dejó tan abrumado que ha impedido que las palabras lleguen a mi cerebro y a mis manos. He comenzado a escribir estas líneas decenas de veces y nada fluye. Ni siquiera los sueños de otros días aparecen en las horas de descanso. Se diría que mi mente quedó en blanco, suspendida en el aire y que solo se ocupa de los recuerdos, de un ayer cada vez más distante, y de algunas canciones que describen el profundo sentimiento de la ausencia. Como dice una de ellas, de Serrat, “Tus recuerdos son cada vez más dulces” y “No hay nada más amado que lo que perdí”. (https://youtu.be/sBXEBVDUXOE)

Después de perder al ser que más se ama en la vida, cualquier ausencia se hace menos dolorosa, cualquier apego se vuelve trivial y seguramente cualquier otra separación será más fácil, menos dolorosa.

ANTES DEL FIN

Obviamente la partida de un ser querido nos lleva a reflexionar sobre la propia muerte, a pensar en las posibilidades de la eutanasia activa o pasiva, sobre los velorios, la cremación y “la otra vida”. (Ver ÁNIMAS SIN VELORIO https://eligiopalacio.com/2016/11/10/animas-sin-velorio/)

Además de Lucía, de Serrat, el duelo se alimenta de cientos de canciones. Aquí unas recomendadas:

Y si tú no has de volver (https://youtu.be/SMg6dt5XFKw)

Procuro Olvidarte (https://youtu.be/zw82EbX52Yw)

En un rincón del alma (https://youtu.be/1coQi9vcGpk)

Este fin de semana son las fiestas parroquiales en Entrerríos, un excelente destino turístico para los seguidores del culto católico. Aquí parte del espectáculo (https://eligiopalacio.com/2018/09/09/fiestas-virgen-de-los-dolores-entrerrios-2018/)

https://eligiopalacio.com/tag/norman-cardona/

EL FINAL

EL FINAL

Eligio Palacio Roldán

La vida es una lucha permanente llena de altibajos y el final… el final casi siempre es bien triste.

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Cientos de fotografías, color sepia, se vieron esparcidas por las escalas del elegante edificio. Mostraban la historia de una mujer hermosa y feliz desde la infancia. Su primera comunión, los 15 años, el matrimonio, su pareja, sus hijos, la vida de sus hijos, y muchos familiares. Algunos de los vecinos las miraron con tristeza, otros comentaron sobre el ingrato final de la mujer y todos las fueron depositando en los basureros, dispuestos en los pasillos. “Se la llevaron engañada a visitar supuestamente una hija, que ya había fallecido y tiraron al piso lo que más quería: sus fotos”, contó la señora del aseo. Murió en un asilo después de unos siete, difíciles, años, a causa de la enfermedad de Alzheimer.

En los cuentos infantiles después de una vida llena de dificultades se llegaba siempre a un final feliz. Lo mismo nos contaron casi todas las historias escritas, las llevadas al cine y las que transmitieron la radio en su época y luego la televisión. Esos relatos  no hablaron de lo que pasó después de ese momento de éxtasis y nos hicieron creer que todo concluía en felicidad. Pero la vida no es así.

La vida es una lucha permanente llena de altibajos y el final… el final casi siempre es bien triste. Además del deterioro físico y mental, de los dolores que genera la enfermedad, son frecuentes, en todo el mundo, las historias de ancianos muertos en el abandono e incluso a la intemperie.

Pasar los últimos años de vida solo y desamparado es la preocupación de muchos. Por ello la gente se escuda en una pareja aunque solo le brinde malestar y agresión, pero es “que la soledad es dura”, dicen. Por ello también se compra compañía y lealtad.

La evolución de la sociedad, y en especial la integración de la mujer a la fuerza laboral, ha generado que alrededor de la infancia y la vejez se presenten problemas de asistencia física y afectiva. En consecuencia, es cada vez más frecuente el surgimiento de entidades dedicadas al cuidado de unos y otros que, de alguna manera, brindan mejor calidad de vida en esos años de la existencia. No obstante, estas facilidades, el final no deja de ser triste para casi todos los humanos. De ahí que ya pasaron de moda las oraciones que imploraban nos libraran de una muerte repentina.

El final, es sinónimo de desprendimiento casi siempre a la fuerza: se van los seres queridos por muerte o porque simplemente es muy difícil, e incluso injusto,  sacrificar la existencia por el cuidado de un enfermo o un anciano. Y a la hora de enfrentar esa situación muchos salen huyendo o encontrando formas de eludir su responsabilidad. Alguna vez, una mujer desesperada, al borde del llanto, contaba como el estado de salud de su suegra había “hecho trizas” su matrimonio, ante las dificultades que generó su cuidado.

Ese ser, ese ser que está apagando su existencia, que está llegando a su final,  no puede sentir, si está en capacidad de hacerlo, otra cosa que el dolor que genera la ingratitud o ver, si tiene dinero, los ojos de la codicia a su alrededor e incluso percibir el deseo por su propia muerte, en la mirada del Otro. De ahí que resulten comprensibles las donaciones, de grandes fortunas, a entidades sin ánimo de lucro.

La sociedad de hoy se mueve alrededor del goce, del disfrute sin responsabilidad. Por ello, por ejemplo, en una fiesta familiar sobran los asistentes, en especial si hay comida y licor gratis, pero a la hora de cuidar un anciano o un enfermo nadie aparece.

ANTES DEL FIN

Las fotografías no relatan la vida, muestran solo las alegrías de la existencia.

Hablando de finales y novelas, lamentable que fuese cierto el recorte del seriado  “La Nocturna” quizás la mejor y más edificante producción de la televisión colombiana en su historia. Y muy triste y grave que sea para darle cabida a lo peorcito de la misma industria: Sin Tetas si hay Paraíso.

Puede ver LA NOCTURNA, LA TELENOVELA DEBIDA https://eligiopalacio.com/2017/07/11/la-nocturna-la-telenovela-debida/
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