EL CIERRE DE CICLOS DE LOS EXPRESIDENTES

EL CIERRE DE CICLOS DE LOS EXPRESIDENTES

Eligio Palacio Roldán

Cerrar un ciclo significa sanar heridas, abandonar apasionamientos, recordar con cariño las buenas experiencias y como enseñanzas los aconteceres desafortunados

Tengo la facultad, poco frecuente, de hacer y/o pensar varias cosas a la vez. Esta semana al mismo tiempo que trataba de plasmar mis ideas en el computador sobre un cierre de ciclos en mi vida laboral, escuchaba en la radio –la radio es de los viejitos, dice mi jefe- sobre la fallida reunión de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores conformada por los expresidentes de la República.

Sentar en la misma mesa a los expresidentes Alvaro Uribe, Juan Manuel Santos, Ernesto Samper, Andrés Pastrana y Cesar Gaviria parece ser un imposible por las rencillas entre ellos, muchos años después de terminar sus respectivos mandatos. Esas rencillas se mantienen y renuevan cada día por un mismo motivo: la nostalgia del poder que se origina en la imposibilidad de cerrar su ciclo como los hombres más poderosos en el mundo de la política, al haber sido ungidos presidentes de Colombia alguna vez.

Cerrar un ciclo significa sanar heridas, abandonar apasionamientos, recordar con cariño las buenas experiencias y como enseñanzas los aconteceres desafortunados. Cuando cierras un ciclo, de verdad, perdonas y a tus malquerientes de ayer los recuerdas con una sonrisa nostálgica de lo que pudo ser y no fue, por los avatares de la existencia; incluso, si te los encuentras te das la oportunidad de compartir un café y hasta de cruzar las palabras que se quedaron suspendidas en el aire por las posiciones encontradas que se adoptaron en su momento.

Si los expresidentes se dieran la oportunidad de ver, comprender y concluir, tomando distancia de los hechos que marcaron la historia de Colombia cuando el país estuvo en sus manos, sin duda, ahí sí, tendrían mucho que aportar a los mandatarios y las generaciones que les suceden, tal como lo hiciera el expresidente Belisario Betancur. El solo hecho, de verlos juntos, en tono amable, sería un mensaje de paz inimaginable en una nación marcada por la violencia, como la nuestra, desde sus orígenes.

Resulta paradójico que al grupo de expresidentes colombianos pertenezca un premio Nobel de Paz que no ha hecho nada por lograr la armonía entre ellos y es que no lo hace, precisamente, porque se niega a cerrar su ciclo como dirigente del país y al igual que los demás quiere seguir manejando los hilos del poder así sea en cuerpo ajeno.

Es necesario dejar morir. No hacerlo, es romper con el transcurrir normal de la existencia y evitar que la energía se transforme, no hacerlo es por un lado luchar contra la corriente y por el otro generar rabia o lástima hacia ti. Dejar fluir, dicen quienes dedican sus esfuerzos a la espiritualidad, a la búsqueda de la paz interior, y eso es lo que no permiten los expresidentes aferrándose al poder más allá de su cuatreño.

En Colombia pareciera nadie saber la historia del país y como predica el popular dicho: “Quien no conoce la historia está condenado a repetirla” y también la repiten los expresidentes que solo generan conflictos tras su paso por la Casa de Nariño.

ANTES DEL FIN

¿Y quién va a conocer la historia de Colombia si su cátedra se eliminó de los pensum de educación desde hace más de 25 años? ¿Y quién va a conocer la historia si cada uno la cuenta desde su propia ceguera, a través de las redes sociales, y se perdieron los espacios de análisis y reflexión?

Se acerca la Navidad, la segunda en Tiempos del Coronavirus.

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LA PAZ QUE NO LLEGA, LA BARBARIE QUE CONTINÚA

LA PAZ QUE NO LLEGA, LA BARBARIE QUE CONTINÚA

Eligio Palacio Roldán

“Los guerrilleros siguen cobrándonos la vacuna. Salen de la Zona de Reincorporación, nos cobran y se regresan. Uno ya los conoce.” – Campesino antioqueño.

El pasado lunes el diario El Espectador editorializaba sobre el fracaso del Estado en el proceso de paz y el rearme de los exdesmovilizados y responsabilizaba del hecho  a la sociedad colombiana, incluido el gobierno actual. Citaba cifras de un reportaje de The New York Times según las cuales el 40%  de los miembros de las Farc, 2.800 hombres, habrían regresado a las armas en varias disidencias.

Hace tres años, exactamente, publicaba una columna en este blog en la que expresaba mi opinión sobre la inutilidad de los acuerdos de paz, dadas las características de sus protagonistas: Terminado el proceso de paz con las Farc seguramente tendremos un anciano Nobel de Paz, Santos; un presidente septenario, Humberto de la Calle;  unos exguerrilleros, ancianitos, congresistas, disfrutando de las mieles del poder (contratos, medios de comunicación, dinero, tranquilidad), por las que lucharon siempre;  y centenares de jóvenes desplazados de la guerrilla a la delincuencia común; o sea, moviéndose de un lado a otro para quedar en el mismo lugar, dejando que el tiempo pase mientras se trata de subsistir como sea y de olvidar las frustraciones, inmersos en el mundo de las drogas.”

Puede leer LA PAZ DE LOS VIEJITOS https://eligiopalacio.com/2015/09/29/la-paz-de-los-viejitos/

No tengo poderes de adivino, no acerté con la presidencia de Humberto de la Calle, pero las otras consideraciones eran obvias. Obvias porque el acuerdo solo buscaba un premio Nobel para Santos y condiciones de seguridad y bienestar para los ancianos integrantes de las Farc. El resto de implicados, los otros militantes de la guerrilla no importaron a la hora del acuerdo y mucho menos al momento de ponerlo en marcha, fueron solo un instrumento de negociación, una cifra importante, nada más. Cada uno obtuvo lo que quería. ¿Y Colombia? Bueno, Colombia igual o peor: la delincuencia haciendo de las suyas, el narcotráfico dueño de ciudades, pueblos y veredas y una supuesta calma hasta que el ejército despierte por voluntad  propia o por presión del gobierno norteamericano, en una guerra quizás más violenta de la que hemos vivido hasta ahora.

Puede ver LA GUERRA EN COLOMBIA (VIDEO) https://eligiopalacio.com/2013/10/25/guerra-video/

Indicar que el nuevo gobierno de Iván Duque tiene que ver con el fracaso del proceso de Paz Farc-Santos es desproporcionado e inexacto.  La responsabilidad es de quienes lo hicieron para favorecer a unos cuantos, vendiendo la idea de que era para todos los insurgentes, para todos los colombianos. El gobierno anterior no cumplió con lo pactado, no le interesaba, ya tenía los suyo. La ambición de Juan Manuel Santos estaba saciada. Tampoco lo hicieron los guerrilleros más jóvenes, lo prometido era realmente muy poco comparado con la riqueza que ofrece el mundo de la extorsión y de la producción y comercialización de las drogas ilícitas. Incluso continuaron delinquiendo desde las zonas de reincorporación como lo manifestó, a este servidor, un asustado comerciante de unos de los pueblos donde se ubican las Zonas de Reincorporación.

Ahora bien, el presidente en particular y el Estado y los ciudadanos de Colombia si debiéramos hacer algo por lograr la paz de Colombia: Un acuerdo sobre lo Fundamental como decía Alvaro Gómez Hurtado. Un acuerdo al que debe convocar  Duque y debieran apoyar decididamente Alvaro Uribe Vélez y la izquierda colombiana, incluida la que encabezan los ancianos integrantes del nuevo partido de las Farc…  Soñar y nada más, con mundos de ilusión, soñar y nada más…

ANTES DEL FIN

Preocupante, denigrante la pelea entre Luis Pérez y Federico Gutierrez, Gobernador de Antioquia y Alcalde de Medellín respectivamente, a raíz de la crisis de Hidroituango. No son los gobernantes para momentos de crisis. Solo saben actuar tras la vanidad y la gloria efímera que da el poder.

Caracol Televisión se convirtió en el único canal de televisión en Colombia, dados sus niveles de sintonía con respecto a la competencia. Hecho similar ocurre con Caracol Radio. Interesante y controversial posicionamiento de marca.

LA FECHA DE VENCIMIENTO DE SANTOS

LA FECHA DE VENCIMIENTO DE SANTOS

Eligio Palacio Roldán

La fecha de vencimiento es el plazo máximo en que se puede consumir un producto sin riesgos para la salud humana o el tiempo estipulado para realizar un pago o presentar un documento o cumplir con una misión. En fin, es el límite después del cual ya no es posible actuar.

El vencimiento del gobierno Santos es el 6 de agosto de 2018, teóricamente, y el 27 de mayo del mismo año realmente, cuando Colombia elija el presidente para el período 2018-2022, del que se espera no le dé por reelegirse. Lo más probable es que Juan Manuel Santos termine su mandato con índices de popularidad muy bajos que demuestran el rechazo de la mayoría de los colombianos a su gobierno.

Santos dejará una guerrilla desmovilizada o al menos dividida, unos ancianos delincuentes convertidos en hombres de bien, pasando los últimos años de su vida cómodos, tranquilos y disfrutando de sus fortunas mal habidas, unas ciudades y unos campos tomados por las bandas criminales y una Colombia sembrada de coca que genera ingresos para medio sostener una economía que, de la mano de la situación política, se encamina a repetir la historia de Venezuela.

Sobre el tema
LA PAZ DE LOS VIEJITOS https://eligiopalacio.com/2015/09/29/la-paz-de-los-viejitos/
LA VENEZOLANIZACIÓN DE LA ECONOMIA COLOMBIANA https://eligiopalacio.com/2015/05/27/la-venezolizacion-de-colombia/

A punto de vencerse el gobierno de Santos, sus ocho años al frente de la presidencia se parecen mucho a los de Uribe. Sus agendas fueron manejadas por las Farc  mientras le entregaban el país a los corruptos en aras de una supuesta paz. Fue a Uribe al que no le importaron los medios para reelegirse y vencer a las Farc. Fue a Santos al que no le importaron los medios para reelegirse y firmar la paz con las Farc. Fueron ambos los que descuidaron la economía, desperdiciaron los altos ingresos que generaron los altos precios de los commodities  y no los encausaron hacia el desarrollo sostenible de la nación y, fueron ambos, los que llevaron la salud  a la crisis más grave de su historia reciente.

Mientras Uribe generó un gran liderazgo que le permite tener una segunda oportunidad para reivindicarse con el país, Santos no encontró un lugar en el corazón de los colombianos y por ello su tiempo terminará para siempre. Solo le queda continuar adoptando modales de monja de clausura para que alguien le crea su Nobel de Paz y unos días, muy pocos días, para que demuestre que es capaz  de intentar transformar la clase política y el país. Son menos de ocho meses para que se sacuda de las Farc, deje el proyecto de paz en manos del Congreso a su libre albedrío, abandone la “mermelada” y cualquier forma de presión para que le aprueben sus proyectos y para tratar de mejorar su imagen y para  proyectarse como el presidente que pudo ser y no fue.

Sobre el tema
UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD https://eligiopalacio.com/2014/03/13/una-segunda-oportunidad/
CORRUPCIÓN… ¿QUE FALTA? ¿QUÉ SIGUE? https://eligiopalacio.com/2017/08/25/corrupcion-que-falta-que-sigue/

Ojalá el presidente Santos, un hombre que como político ya no tiene nada que perder, aproveche sus días, antes de la fecha de vencimiento de su mandato, para recuperar sus posiciones de periodista y demuestre que en el país si se puede comenzar una historia diferente. Ojalá haga algo para derrotar la corrupción, aunque difícil salir del fango donde se encuentra inmerso. Ojalá hiciera un acto de contrición y le describiera a Colombia la podredumbre en que se movieron  los círculos de poder, durante sus gobiernos. Ojalá Uribe hiciera lo mismo. ¿Y que tal que las guerrillas de izquierda, los paramilitares y los demás políticos también lo hicieran? Ese sería el principio de una nueva Colombia, esa sí en paz.

ANTES DEL FIN

Un dicho popular afirma que nadie sabe ni el día ni la hora del final y que por eso hay que vivir cada momento como si fuera el último. Eso no es posible porque siempre asustan las vicisitudes de los tiempos por venir, pero hay estadios de la vida cuyo final es predecible, como el caso de la presidencia de Santos. El final de esos estadios, cuando ya no hay nada que perder, hay que aprovecharlos para dejar un mensaje de vida de cómo se percibió la estadía en ese espacio y en ese tiempo y en construir para el futuro de las nuevas generaciones.

COLOMBIA A LA DERECHA FRENTE A LOS ATAQUES DE LAS FARC

COLOMBIA A LA DERECHA FRENTE A LOS ATAQUES DE LAS FARC
Eligio Palacio Roldán

Decíamos en nuestra columna anterior,  LA MAQUINA DE LA VERDAD http://wp.me/p2LJK4-1gg,  “Pastrana y Santos,  que se la han jugado toda por la paz negociada, son percibidos de manera muy distinta por los colombianos, a pesar de ser igualmente ingenuos frente a las Farc, y todo por una posición ligeramente más moderada de la guerrilla y un excelente manejo de medios de comunicación por parte del gobierno actual”.

Esa “moderación” de las Farc terminó con el brutal ataque al ejército, en el departamento del Cauca, en el que fueron asesinados 11 soldados, y el “excelente” manejo de medios de comunicación no pudo contener el dolor y la indignación de los colombianos y la guerrilla devolvió al país, en el tiempo, a la época del Caguán.  Santos ocupa el lugar de Pastrana en el colectivo, en el voz a voz, en el twitter y en los correos electrónicos y Uribe, vuelve,  otra vez, a su lugar, al de Padre de los colombianos. (Ver COLOMBIA HUERFANA http://wp.me/p2LJK4-kz)

Uno se pregunta entonces, ¿por qué las Farc dicen querer llegar a la paz y hacen todo lo posible para que crezca el número de colombianos que la rechaza, el número de colombianos que prefieren una solución armada al conflicto, el número de colombianos que buscan la protección inconsciente de Alvaro Uribe, en teoría el peor enemigo de los insurgentes?.

Una explicación calenturienta indicaría que hay un pacto secreto entre la izquierda y la derecha para sobrevivir y entonces se fortalecen mutuamente. No hay tal, la lógica está en los actos fallidos, “…(también conocido como desliz freudiano) a aquel acto que pone de manifiesto una expresión diferente e incluso contraria a la intención consciente del sujeto”.

En el fondo los líderes de las FARC no quieren renunciar al poder que han tenido en Colombia, en los últimos cincuenta años, poder económico originado en los secuestros, en las “vacunas” y en producción y exportación de la coca, poder militar que le dan su ejército privado y sus armas, poder social sobre las comunidades y cada uno de sus integrantes, y poder político que le brindan su intervención directa en las decisiones de los electores, vía amenaza, y en la política nacional al decidir la elección del presidente de turno. Ya vamos a completar 20 años con presidentes elegidos por su decisión (1998-2018) Pastrana, Uribe y Santos.

Y entonces uno se pregunta: ¿Van a renunciar al poder acumulado y demostrado a cambio de un “puestecito” en el Congreso? ¿A cambio de “una cárcel en Colombia”?  No, no son tontos. No son capaces de un acto de renuncia a lo que ha sido la cristalización de sus deseos, por más de medio siglo.

La verdad no creo en un pacto de paz con las Farc, éste no sería consecuente con su deseo, con su razón de ser y de existir. Tendremos, a lo sumo, una decena de viejitos, cansados, que ven acercarse a la muerte, con grandes concesiones por parte del Estado y, quizás, un expresidente premio Nobel de Paz (aunque se lo va a quitar de las manos Obama) y una guerrilla diseminada en cientos de bandas delincuenciales, en múltiples alianzas con sus antiguos enemigos paramilitares o con los centenares de ejércitos del narcotráfico.

ANTES DEL FIN

Todo parece indicar que Germán Vargas Lleras decidió quitarse el disfraz y ser lo que los colombianos saben ha sido siempre: Uribe II.

Vargas Lleras recorre el camino contrario a Santos, pero con el mismo propósito. De él, a cambio de lo sucedido con el actual mandatario, Colombia sabe que esperar

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