EL FINAL DE LAS TELENOVELAS

EL FINAL DE LAS TELENOVELAS

Eligio Palacio Roldán

Siempre he pensado y he dicho que la radio renunció a las radionovelas por miedo a la televisión y no porque el género no pudiera ofrecer mucho más, a su cautiva audiencia. Primero lo hizo Caracol a finales de la década del 70. Luego, imitando como siempre, lo hizo RCN y Todelar las dejó languidecer cuando la cadena se vino a menos. Es como si las novelas escritas hubiesen sucumbido a la misma radio, a la televisión o al cine.

Pues bien, lo que pasó con la radionovela está sucediendo con la telenovela en Colombia. La están enterrando por su industrialización y por miedo a las nuevas propuestas en internet y/o a Netflix.

La telenovela y la televisión llegó a mi vida en 1969 con Candó, de Bernardo Romero Pereiro y las actuaciones de Alcira Rodríguez, Yudy Henríquez y Julio Cesar Luna, entre otros. Una hermana había llegado de estudiar en Medellín y no quería perderse su final. A eso de las 9 de la noche fuimos hasta cerca del pueblo para ver la telenovela, creo que en el final había un incendio que me conmovió. Luego ese incendio se hizo realidad (Ver CENIZAS https://eligiopalacio.com/2013/03/08/cenizas-2/)

Después llegó Simplemente María, la telenovela más exitosa en la historia de la Televisión peruana, con Saby Kamalich,  y una fijación infantil por el momento en que en la historia transcurrieron los años en un sinfín de nostalgia.

En las década del setenta la televisión colombiana fue conquistada por su similar de Venezuela de la mano de la escritora Delia Fiallo y de los actores Lupita Ferrer y José Bardina (Esmeralda, María Teresa, etc.). En la televisión nacional Una Vida para Amarte, Destino la Ciudad, La Ciudad Grita, La María y tantas otras.

Después se tuvo el privilegio de ver en las pantallas La Mala Hora de García Márquez y otras obras de la narrativa latinoamericana como Gracias por El Fuego y La Tía Julia y El Escribidor. Llegaron a nuestra televisión grandes escritores del género como Julio Jimenez (La Abuela, El Caballero de Rauzán, Los Cuervos, El Hijo de Ruth y muchas más) y Marta Bossio de Martínez (La Mala Hierba, Gallito Ramírez, Pero Sigo Siendo El Rey, La Casa de las dos Palmas) y después Fernado Gaitán (Yo soy Betty la Fea, Café y muchas más) y Mónica Agudelo (Señora Isabel, Hombres, La Hija del Mariachi, entre otras). Otros autores importantes como los Mauricios Navas y Miranda, Adriana Suárez y otros más que se me escapan han hecho las delicias de los televidentes colombianos.

Todo lo expuesto y los éxitos alcanzados tienen un factor en común: han sido obras de autor, obras que cuentan historias novedosas y creíbles a pesar de la fantasía propia del género.

En desarrollo de esa misma televisión surgió, también, la telenovela industrial. Este género ha visto su esplendor de la mano de dos libretistas: Dago Gracia y Luis Felipe Salamanca. ¿Qué obra memorable han tenido?, bueno una y solo de Garcia: La Saga, Negocio de Familia. El resto, una mezcla de Sábados Felices y de historias que de lejos se ven fabricadas. Historias que tratan de encontrar su nicho, que tratan de gustar. Muy light.

Y la telenovela industrial no es mala per se. Lo malo es que todas sean de ese género. A la telenovela le pasó lo que a los almuerzos de los restaurantes industriales: No tienen sabor. Y obvio, cansaron a los televidentes que se fueron a buscar otras posibilidades de entretenimiento.

Caracol y RCN tratando de ganar audiencia creyeron que la solución eran las miniseries. Parecen ignorar que son géneros diferentes y que una miniserie no es para ver, en capítulos diarios, como una telenovela y que siendo semanales ya habían sido exitosas en Colombia (El Cuento del Domingo, Teatro Popular Caracol, Señora Isabel, Amar y Vivir, etc).

Obviamente, la solución no está en producir miniseries al estilo telenovela. No, la solución al problema de audiencia de la televisión colombiana está en volver a las novelas de autor y abandonar las industriales.

La demostración a esta teoría está en el éxito de las novelas turcas en Colombia y en el mundo: Las Mil y Una Noches, Fatmagül, Sila, Esposa joven.

ANTES DEL FIN

Dicen que Fernando Gaitán escribirá una nueva telenovela: La estamos esperando.

EL VIAJERO https://eligiopalacio.com/el-viajero/ y sus VIDEOS https://eligiopalacio.com/videos/ son restos de la vida, de las radionovelas y las telenovelas que eh visto.

 

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LA ESCLAVA BLANCA

LA ESCLAVA BLANCA

Eligio Palacio Roldán

Quizás desde Los Pecados de Inés de Hinojosa o, tal vez, Revivamos Nuestra Historia, no percibía un derroche tan grande en locaciones, escenografía, talento actoral, vestuario, fotografía, calidad de libretos y música como en la serie de Caracol Televisión, la Esclava Blanca.

Bueno, la verdad, nunca había visto algo semejante en la televisión colombiana porque en las épocas de las producciones, a que hago referencia,  no existía la tecnología de hoy. Impresionantes las imágenes tomadas desde los drones, impactantes los efectos especiales, el maquillaje.

Para  que una novela sea exitosa, ante todo, debe ser creíble, lograr identificación con algunos de sus personajes y enganchar a los televidentes en la historia que se pretende contar.  La historia debe ser percibida como real a pesar de los elementos de fantasía, necesarios en toda obra de ficción.

Aunque La Esclava Blanca es una adaptación de una teleserie española, La Plantación, original de Eduardo Galdo – María Helena Porta, la versión colombiana es tan cercana al televidente que muchos piensan que es extractada de la historia de  nuestro país. Contribuyen a ello la excelente adaptación a manos de Claudia Sánchez, Juliana Barrera, Said Chamie y  Andrés Burgos y obviamente las locaciones, la escenografía, el vestuario y la utilería milimétricamente cuidados para transportar a los televidentes a la Colombia de primera mitad del siglo XIX.

Las actuaciones y sus personajes no son ni un disfraz ni una caricatura. Son seres de carne  y hueso: Blancos, negros, mestizos, bonitos, feos que no están disfrazados; hombres y mujeres que gozan, sufren, que alguna vez traicionaron, engañaron, rieron, lloraron: son gentes de carne y hueso.  El casting fue ajustado a la historia. Por primera vez en nuestra televisión tantos personajes de raza negra tienen papeles protagónicos.

Capítulo aparte merece la música, del talentoso compositor caleño Alejandro Ramírez Rojas,  pensada para  cada escena y las escenas que van más  allá de las palabras con un excelente contenido visual y un manejo de cámaras muy cercano al cine. Maravillosa la fotografía que destaca nuestras bellezas naturales.

Las historias de amor entre negros y blancos, tabú todavía a pesar de correr el siglo XXI, siempre serán atractivas y más si se entrelazan con la diferencia de clases y más aún con la esclavitud. También, la presencia de mujeres luchadoras, mujeres que batallan por su amor, por sus sueños a pesar del sufrimiento. Atrás quedaron las heroínas que lloraban  y lloraban, que se resignaban.

La multiplicidad de historias que se entrecruzan para tejer una novela consistente es uno de los atractivos más importantes de la serie. Hay personajes con los matices de cada una de las personalidades humanas, que van desde la bondad absoluta de Gabriel Márquez (Andrés Parra),  Tomás (Modesto Lacen) e Isabelita Parreño (Cristina García)  hasta la maldad diabólica del Capitán Francisco Ganados (Andrés Suárez),  Enrique Morales (Ricardo Vesga), Adela (Norma Martínez) y Nicolás Parreño (Miguel de Miguel). Estas personalidades son explotadas de tal manera por libretistas, directores y actores que en ocasiones transportan al espectador a lo mejor de las obras de Wiliiam Shakespeare.

Gracias a la apuesta de Caracol, bajo la dirección de Liliana Bocanegra y Mateo Stilvelberg, tenemos una producción en la televisión colombiana motivo de orgullo ante el mundo. Ojalá se siga apostando a este tipo de propuestas y nos alejemos de las telenovelas prefabricadas que han hecho huir a los televidentes colombianos,  hacia otras posibilidades de entretenimiento.

Con la Esclava Blanca la televisión nacional  hace homenaje a las obras maestras del género como La Mala Hora,  La María, Gracias por el Fuego, La Casa de las Dos Palmas, La Saga Negocio de Familia, entre otras, y a obras maestras de la televisión internacional como Xica da Silva, la novela brasileña de referencia, para el mundo, en el tema de la esclavitud.

ANTES DEL FIN

Muchos se quejan de la violencia de La Esclava Blanca. A los colombianos les molesta la violencia que se muestra en la ficción, pero consumen con avidez la sangre que escurren publicaciones como Q´hubo, Minuto30.com y los noticieros de televisión, todos los días.

 

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