IGNORANCIA, POBREZA E INGENUIDAD
Eligio Palacio Roldán
Esta semana en el programa de Julio Sánchez Cristo, en La W, que retoma lo mejor de la radio de ayer y lo conjuga con la de vanguardia, un oyente alarmado llamó a poner una denuncia; según él la sede de la Registraduría de Valledupar había sido incendiada para quemar los tarjetones del candidato Gustavo Petro y así evitar su victoria. Los periodistas, muy acuciosos, le aclararon que los tarjetones estaban en Bogotá y no habían sido trasladados aún a la bella capital del Cesar, olvidaron aclararle a él y a los oyentes que para la presidencia solo existe un tarjetón, que contiene los distintos candidatos, y que si se queman se perjudican todos los que aspiran a suceder al presidente Duque.
Esta anécdota es una de tantas de las falacias que se esparcen por los aires de Colombia cual tormenta de arena y cuyo único propósito es demeritar a uno u otro candidato, movimiento político; y más grave aún, al mismo estado.
La pobreza en Colombia, al igual que en todo el mundo, ha crecido ostensiblemente en los últimos dos años, como lo decía en columna anterior por efectos de la pandemia, la crisis del comercio internacional y la guerra entre Rusia y Ucrania. Los alimentos, los insumos para producirlos y los bienes en general escasean y la inflación se convierte en la principal preocupación de las autoridades monetarias en todo el mundo.
Puede ver: LA ALDEA DE LA ECONOMÍA Y LA POLÍTICA https://eligiopalacio.com/2022/03/26/la-aldea/
La combinación de pobreza e ignorancia convierten al pueblo colombiano en presa fácil de vendedores de ilusiones; no en vano, uno de los negocios más fértiles por estas tierras son las apuestas. En el primer semestre del año 2021, esta industria reportó ingresos por 19.48 billones de pesos, con un crecimiento del 100% sobre el mismo período de 2020, no hay barrio o poblado por remoto que sea que no cuente con un establecimiento de comercio dedicado al “chance” y ni que decir de los miles de colombianos que caen en manos de inescrupulosos que estafan a diario con las llamadas pirámides.
Ahora, como nunca, es el tiempo de esos vendedores de ilusiones, miles de colombianos respiran un aire de ensoñación que los lleva a algo así como el país de las maravillas: a partir del próximo siete de agosto habría un presidente que automáticamente nos sacará de la pobreza, nos brindará oportunidades de educación y empleo para todos, la salud ya no tendrá ninguna dificultad y tendremos bienes y dinero para gastar y gastar sin mucho esfuerzo.
Días grises se vislumbran para Colombia. Es imposible transformar la cruda realidad, agravada por la situación económica internacional que nos desborda. En un abrir y cerrar de ojos se producirá un duro despertar: si sale triunfante el vendedor de ilusiones no tendrá como satisfacer los anhelos de miles de pobres y el desencanto será peor que la ensoñación que los embarga; si pierde, tendremos otros cuatro años de protestas continuas contra el gobierno, en desmedro del país y en especial de los mismos pobres que son utilizados una y otra vez. En uno u otro caso, los corruptos de siempre seguirán apoderándose del dinero que todos los colombianos entregamos, vía impuestos, para el bienestar y desarrollo de la sociedad.
ANTES DEL FIN
Termina esta semana una de las mejores telenovelas de los últimos años; mejor por su puesta en escena, actuaciones y en especial por su contenido esperanzador a pesar de las dificultades. Hablo, desde luego, de Arelys Henao – Canto para no Llorar.
El tiempo pasa rápido, comienza la tercera Semana Santa en los tiempos del coronavirus, un poco más normal. El turismo seguramente se reactivará para ayudar a un gremio muy aporreado durante la pandemia.
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