CORRUPCIÓN: ¿LO QUE SE VE… NO SE PREGUNTA?

CORRUPCIÓN: ¿LO QUE SE VE… NO SE PREGUNTA?

Eligio Palacio Roldán

Nuestra clase política podría reconocer su corrupción y hacer un acto de contrición, una especie de entrega de armas, aunque fuera simbólico como la que parecen haber hecho las Farc .

Dijo el cantante Juan Gabriel (q.e.p.d.), en respuesta a una pregunta sobre su homosexualidad, del periodista  Fernando Rincón, del programa Primer Impacto de Univisión, en el año 2003: “Dicen que lo que se ve… no se pregunta…”.  Obviamente la estrella mexicana se refería a su vida personal.

Es sano y obvio, que por respeto, no se pregunten muchas cosas sobre las cuales el afectado no desea hablar;  pero hay otras sobre las que no se indaga o se guarda silencio y van horadando las relaciones entre los seres humanos. Un ejemplo es la infidelidad, el abuso de confianza, la conchudez o, incluso, el abuso sexual que resulta siendo una práctica tan común en nuestra sociedad que ni siquiera se cuestiona.

Digamos que, aunque dañino, sobre estas conductas personales es más entendible que no se indague o se guarde silencio. Lo que no es lógico es que esta situación sea una regla para la justicia colombiana, en relación con la corrupción de nuestra clase política. No de otra manera se entiende que entes como la Fiscalía General de la Nación se haya hecho la de la vista gorda frente a la evidente financiación de las campañas políticas por parte de interesados, muchos de ellos en la ilegalidad, en hacerse al control de la administración pública.

Es bien sabido que nuestra democracia se ha sostenido desde la burocracia, desde las componendas y desde el lucro de unos cuantos, a costa del sudor de todos los colombianos y que movimientos en los que se trató de cambiar el sistema han sido frustrados, por las balas asesinas, como en los casos de Jorge Eliecer Gaitan (9 de abril de 1948) y Luis Carlos Galán (18 de agosto de1989); tanto que hasta expresidentes como Julio Cesar Turbay (1978-1982) afirmó que “Hay que reducir la corrupción a sus justas proporciones”.

Ver «CORRUPCIÓN EN SUS JUSTAS PROPORCIONES» https://eligiopalacio.com/2017/02/09/corrupcion-en-sus-justas-proporciones/

Es sabido también, que desde 1988, con la elección popular de alcaldes,  la corrupción, en vez de reducirse,  pasó de ser un mal proceder de las élites a un elemento del uso común de miles de ciudadanos.

Ver LA DEMOCRATIZACIÓN DE LA CORRUPCIÓN https://eligiopalacio.com/2013/09/24/la-democratizacion-de-la-corrupcion/

Y es sabido, es evidente, que todas las campañas de elección popular, desde las de los pueblos más miserables hasta las del Congreso y las de la Presidencia de la República, han sido financiadas por personas naturales y/o jurídicas que giran dineros a uno y otro candidato a cambio de los contratos de obras públicas y/o suministros y, obvio, de la burocracia.  ¿Y ahora resulta necesario que las autoridades de Estados Unidos y Brasil nos cuenten una realidad que vivimos a diario?

¿Por qué no han indagado nuestras autoridades sobre lo que se ve?, ¿porque han guardado silencio? ¿Por qué los colombianos, también,  hemos guardado silencio?

Ver CORRUPCIÓN: RESIGNACIÓN O SILENCIO CÓMPLICE https://eligiopalacio.com/2017/02/22/resignacion-o-silencio-complice/

Si terminamos aceptando como sabias las palabras de Turbay, deseando una corrupción que guarde las proporciones, también vamos a terminar aceptando, con mucho dolor, las palabras del empresario Miguel Nule, implicado en el escándalo del carrusel de la contratación en Bogotá, según las cuales “La corrupción (…) es inherente a la naturaleza humana”.

Nuestra clase política podría reconocer su corrupción y hacer un acto de contrición, una especie de entrega de armas, aunque fuera simbólico como la que parecen haber hecho las Farc.  Quizás también sea necesario un Fast Track para que continúe en la impunidad y no reciba ningún castigo, al estilo de la guerrilla.

En fin, no resultaron tan sabias las palabras del artista Juan Gabriel: no siempre es cierto ni enriquecedor que lo se ve no se pregunte.

ANTES DEL FIN

¿Para donde va Colombia después de la toma de conciencia sobre el mal de la corrupción que nos aqueja?, ¿Cómo influirá esta toma de conciencia en las elecciones 2018? y ¿Cómo terminará este gobierno en medio del descrédito que lo invade?

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EL LADO OSCURO DE LOS COLOMBIANOS DE BIEN

EL LADO OSCURO DE LOS COLOMBIANOS DE BIEN
Eligio Palacio Roldán

Escribe hoy en El Espectador, María Elvira Bonilla, una inquietante columna donde relata que el comisionado de paz Sergio Jaramillo alertó a un grupo de empresarios sobre los 13.000 folios con que dispone la Fiscalía General de la Nación en donde aparecen  involucrados cientos de empresarios por apoyar a los paramilitares, en sus acciones violentas. (http://www.elespectador.com/opinion/todos-cama-todos-el-suelo).

Dice la columnista que La información del alto comisionado a los empresarios puede entenderse como un llamado para empezar a entender el tema de la justicia de otra manera…”; casi que una amenaza, diría yo. El problema es que el comisionado tiene la razón y sus advertencias están bien fundadas.

Todos sabemos que los paramilitares y las bandas criminales involucran a comunidades enteras, de manera voluntaria o a la fuerza, cubriendo los espacios vacíos que dejó un estado incapaz de brindar seguridad a los colombianos. Todos sabemos que muchas organizaciones paramilitares nacieron de decisiones de los empresarios, apoyados por autoridades civiles y militares.

Ha sido tal la indefensión de los colombianos ante la guerrilla que, sin poder evitarlo, caímos en la rueda sin fin de la guerra y desarrollamos, quizás sin una conciencia clara, una maldad de la que aún no somos conscientes (Ver   LA MAQUINA DE LA VERDAD http://wp.me/p2LJK4-1gg)

Sobre la maldad presente en el ser humano escribió una estupenda novela Italo Calvino, EL VIZCONDE DEMEDIADO. En otra guerra de nuestra historia, esta vez entre cristianos y turcos, en el siglo XVII, el Vizconde es dividido en dos y cada una de sus partes toma su propio rumbo: una es la parte mala y la otra la buena. Tanto el bueno como el malo no recobran la paz hasta que vuelven a unirse en un solo ser, hasta estar completo, luego de un gran duelo entre ambos.

La lección de la novela de Calvino es la que quizás debiéramos aprehender todos los colombianos. Aceptar nuestro lado malo, nuestro lado mezquino en esta historia de una guerra que no termina. Aceptar que la maldad no está solo en Santos, o en Uribe, o en las guerrillas de izquierda, o en las de derecha, Aceptar que en todos los seres humanos y en sus acciones hay partes buenas y malas, que nada es blanco o negro, que existen matices.

No solo la guerrilla ha hecho derramar lágrimas sobre Colombia, ¿cómo olvidar los “falsos positivos”?, ¿cómo olvidar las desapariciones de estudiantes en los años 70 y 80?, ¿el desplazamiento?, ¿las masacres?.

Es el tiempo de preguntarse quién de nosotros no ha tenido algo que ver en esta guerra, ya sea por acción o por omisión. Cuál colombiano no tiene una historia de miedo, de silencio cómplice, de colaboración voluntaria u obligada con algún frente de la guerra.

Quien mide objetivamente cuál de los sectores ha contribuido más a esta violencia, cuáles son los buenos y cuales los malos. Yo creo que nadie y para qué…

Quizás debamos dejar todo atrás y tratar de olvidar o al menos superar lo que nos ha dividido, y volver a ser, o más bien ser, por primera vez, una sola Colombia, feliz, en una imitación de EL VIZCONDE DEMEDIADO.

ANTES DEL FIN

Italo Calvino, escritor nacido en Cuba, pero de origen italiano y residenciado en ese país casi toda su vida, es para mí el mejor escritor del siglo XX no solo por la calidad de las historias de sus novelas sino por los mensajes que pretende transmitir. Los cuentos de El Viajero, de www.eligiopalacio.com, están inspirados en su obra LAS CIUDADES INVISIBLES.

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