CONFLICTOS DE INTERÉS
Eligio Palacio Roldán
Esta semana la prensa estuvo pendiente de la pugna entre el Grupo Empresarial Antioqueño – GEA y el Grupo Gilinsky y de un posible conflicto de interés de un miembro de la junta, que representa el segundo grupo, por haber sido parte de la junta directiva de un proveedor, competidor y cliente de Nutresa. Este comportamiento poco ético es el día a día de las organizaciones públicas y privadas en Colombia y en el mundo entero a pesar de los códigos de buen gobierno, que resultan convertidos en letra muerta.
Los conflictos de interés describen uno de los comportamientos más frecuentes y criticables en la historia político-económica nacional y consiste en que los directivos y/o funcionarios deambulan de una empresa o entidad a otra del sector público o privado, sin declararse impedidos para participar en decisiones definitivas en la relación entre las partes. En algunas oportunidades, en un ataque de dignidad y fingiendo una falsa ética, se declaran impedidos para tomar una decisión, al momento de votar, a sabiendas de que sus opiniones han sido definitivas en la misma. Un amigo, afirma que estas situaciones se presentan cuando aparece “el lado oscuro del humano” y que en la intervención prima la ambición por el poder y/o el dinero.
Los conflictos de interés hace mucho daño al interior de las organizaciones y quienes participan en ellos juegan una partida doble, de manera perversa, tratando de hacer daño, buscando réditos económicos o ejecutar pequeñas grandes venganzas. ¿Cómo hacer para que las corporaciones salgan avante ante estos personajes maquiavélicos? Difícil. Sólo con unos estatutos fuertes, bien pensados, con restricciones serias y firmes para la ocupación de los cargos sería posible. Obviamente, también, pruebas de comportamiento ético estrictas que impidan la llegada de personajes oscuros a cargos importantes en estas organizaciones.
La semana anterior se desató un debate en mi Facebook por un cuestionamiento que hice a una señora que era integrante de la Junta Directiva de una Cooperativa y del equipo directivo de otra, por un negocio entre ambas. En esa red social para defender al mencionado personaje decían que a la citada señora era “una persona que ha dedicado su vida por el cooperativismo…” y me atacaban diciendo que “el que carece de ética es usted”. Esa misma semana me preguntaban que como contribuía yo a la ética y decía que tratando de ser coherente.
La falta de coherencia está estrechamente ligada a los conflictos de interés y obviamente a la carencia de ética, ¿cómo hago para defender una idea o una posición en una organización a sabiendas que beneficia a otra de la que también hago parte?
En el humano del siglo XXI hay una verdadera desconexión con la ética y con la moral cristiana que dicen defender muchos con la oración y el recogimiento. El que no tiene coherencia, no tiene ética y obviamente tampoco moral. Bueno, moral si tiene, pero doble.
La ética no se da por el ejercicio diario, tal vez eficiente, de una función; surge con un ejercicio diario de pensar y repensar nuestro transcurrir por la vida.
ANTES DEL FIN
¿Donde quedaría la solidaridad y el cooperativismo de ayer?
Es importante estar abierto siempre a la crítica, eso permite enderezar el rumbo. Claro si no me lleno de soberbia.
Después de un arranque lánguido se fortalece la serie de televisión “Entre Sombras”.
El precio del dólar no permitió que los adornos de navidad deslumbraran en el comercio. Eso me recuerda los relatos de las navidades en Cuba, sin luces y decoraciones que a pesar de lo superfluas alimentan el espíritu de la época.
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