“NADA TE LLEVARAS CUANDO TE VAYAS…”
Eligio Palacio Roldán
Nada te llevarás cuando te marches
Cuando se acerque el día de tu final
José María Napoléon
Gastarme los últimos dólares, en el aeropuerto, cuando concluyo un viaje, es una sensación entre placentera, nostálgica y liberadora. Ahí, en ese momento, todo está concluido: recuerdos placenteros, imágenes en flash back, cansancio y alguna sonrisa. Algo similar debiera ocurrir ante la proximidad de la muerte…
Hace algunas semanas pretendía escribir sobre el final del ser humano pero el intento se quedó en la fecha de vencimiento de Santos, un presidente mediocre como casi todos los que ha tenido nuestra patria. (Ver https://eligiopalacio.com/2017/10/06/la-fecha-de-vencimiento-santos/).
Pero bueno, el tema es como pensar sobre el dilema del ser humano de vivir como si transcurriera el último día de su existencia, recomendación de pensadores y líderes espirituales, o ahorrar para la vejez que quizás no llegue. Todo esto se solucionaría si, en contraposición con las manidas repeticiones de las oraciones religiosas, supiéramos “el día y la hora”.
Todos sabemos que no nos llevaremos nada cuando nos marchemos, al igual que me ocurre con los pocos dólares en el bolsillo. Entonces, si supiéramos esa fecha de regreso a lo desconocido se podría hacer una adecuada planeación, gastándose los recursos sicológicos, afectivos y/o económicos y no generando conflictos entre los seres cercanos a la hora de la distribución de una herencia. No hay nada más decepcionante, nada más aberrante, que sentir “que tus seres queridos” giran en torno a ti, esperando fallezcas pronto y los incluyas en un testamento.
Y es que el dinero deja ver lo más miserable del ser humano. Por razones laborales he visto tramas muy cercanas a las tragedias de Shakespeare, en la lucha por la mejor porción de los bienes que otro trabajó, que otro luchó. De ahí que resulta entendible la decisión de las gentes de dejar sus bienes a entidades sin ánimo de lucro, a pesar de las necesidades económicas de sus familias.
Poco probable conocer “el día y la hora” ”la fecha de vencimiento” de cada uno. Solo optando por la eutanasia o el suicidio sería posible y la mayoría de los seres humanos no estamos preparados o no tenemos el valor para programar la propia muerte. Posible, si, cerrar pequeños o grandes ciclos en forma adecuada y madura. Cerrar esos ciclos a pesar de la nostalgia y la inseguridad frente al futuro, resulta ser liberador. Ese cerrar ciclos va dirigido a decir adiós a los espacios y los tiempos que se vivieron: El colegio, la universidad, algún trabajo o una relación de amistad o de amor. Cerrar ciclos es saber decir adiós y llevarse solo las cosas buenas que quedaron. Al igual que en los viajes, algún fetiche y los recuerdos, recuerdos que normalmente se depuran y de los cuales, ojalá, solo queden las buenas cosas.
ANTES DEL FIN
Los límites de la ética, que resultan siendo particulares, que resultan siendo criticables para los demás y no aplican para mis pequeñas grandes bajezas. Esos que te llevan hasta el infierno para impedir las faltas del otro. Esos, precisamente esos, son los que originaron la guerra en Colombia, que aún no termina y no terminará. Desafortunado ejemplo dan nuestros dirigentes en las diferentes ramas del poder público, del poder económico y político. Desafortunado ejemplo damos todos.