LAS PRISIONES DEL LIBRE ALBEDRÍO
Eligio Palacio Roldán
“Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes.”
Deuteronomio 30:19.
Poco voy a misa y a ceremonias religiosas, aunque profeso la religión católica. No voy por desidia, me parecen aburridas, desabridas e insustanciales. Sin embargo, algunas cosas quedan grabadas en la mente y el alma. Una de ellas, es “el libre albedrío” que invocan los sacerdotes en sus peroratas para indicar que Dios nos dio a los humanos libertad para actuar frente al bien y/o frente al mal. Supuestamente “las personas tienen naturalmente libertad para tomar sus propias decisiones, sin estar sujetos a presiones, necesidades o limitaciones, o a una predeterminación divina”.
Sea lo primero indicar que no es muy claro que es bueno y que es malo; estos conceptos dependen de la cultura y de la evolución de la misma humanidad. A modo de ejemplo, hasta hace unos años, era malo que las mujeres trabajaran por fuera de su casa, que utilizaran pantalones, etc. Ser madre soltera era no solo malo sino una vergüenza para la familia y para la sociedad; hoy, para bien, es una alegría en el círculo social donde se desempeñe. Algo similar ocurre con el consumo de marihuana y la diversidad sexual, para bien de la raza humana que no carga hoy con la amargura de generaciones pasadas. Ocurre, también, en sentido contrario: fumar era un símbolo de fortaleza y hombría (Cabe recordar la publicidad del hombre Marlboro), hoy, ese hecho es reprobado. Entonces, ¿hay libre albedrío si somos prisioneros de la cultura?
Pero no solo es la prisión de la cultura, también lo es el dinero. En este momento de mi vida deseo ir al polo sur, pero creo que no lo haré ni en esta vida ni en la otra dado el alto costo del viaje; “no tengo la libertad para decidir viajar donde deseo”. También es una cárcel el respeto por el otro, por la sociedad, la autoridad y las leyes que regulan las relaciones entre las comunidades o quién sale con tranquilidad a la calle desnudo, si lo desea, por citar solo un caso.
Sin lugar a dudas los presidios más fuertes del libre albedrío, del siglo XXI, son la publicidad, los medios de comunicación y la misma sociedad de consumo que manipula al humano limitando su libertad de ser y de estar en el mundo, convirtiéndolo en un esclavo de intereses más mezquinos que los de la sociedad medieval.
Ahora bien, la prisión con cadenas más fuertes para el libre albedrío es la propia personalidad constituida a partir de la configuración del lenguaje y su relación con el mundo. Cada quien conforma la trilogía imaginario, simbólico y real de una manera tan particular que es imposible tener la misma libertad de cualquier otro humano; esa construcción hace que la diversidad de comportamientos, “buenos o malos” se dé entre personas con similares situaciones sociales, económicas y familiares.
No es entonces el libre albedrío el que nos determina como humanos, es la prisión de ese libre albedrío, la dureza de sus rejas, la crueldad de la celda, la imposibilidad de salir de ella; la utopía de la libertad.
ANTES DEL FIN
Me irrita que los periodistas y los generadores de opinión de la prensa y las redes sociales no sepan leer una declaración de renta o quieran tergiversar su lectura. ¿Cómo así que alguien a quien le retienen cincuenta millones de pesos al año y queda con un saldo a favor de un millón no paga impuestos? Paga cuarenta y nueve. No seamos tan bobos.
Puede leer: LA VERDAD Y LA DECLARACIÓN DE RENTA DE URIBE https://eligiopalacio.com/2020/02/21/la-verdad-y-la-declaracion-de-renta-de-uribe/
Regular “La Nieta Elegida”, la novela de RCN está llena de lugares comunes, de suspenso prefabricado, de violencia. Se extrañan los buenos libretos del Julio Jiménez de ayer.