Eligio Palacio Roldán
El tres de noviembre de 2011 escribí una columna en la que relataba como la izquierda hacía su tarea para tomarse el poder en Colombia y como la derecha le colaboraba en ese propósito. Pues bien, las elecciones parlamentarias del pasado 13 de marzo fueron la terminación de algo así como un diplomado o una carrera; fue la graduación de ambas tendencias políticas: la izquierda con honores obteniendo el título de manipuladora profesional y la derecha en estupidez pues no fue capaz de gobernar para detener el proceso de venezolanización del país; parece increíble que se lo hayan entregado a un sistema político que está demostrado no funciona y que va en detrimento de la calidad de vida de toda la población, incluso de las clases menos favorecidas que dicen defender.
Puede leer: LAS TAREAS DE LA IZQUIERDA Y LA DERECHA https://eligiopalacio.com/2019/11/03/las-tareas-de-la-izquierda-y-la-derecha/
El panorama para escoger el nuevo presidente de Colombia es desolador. Todo parece indicar que el triunfador será el representante de la “Colombia Humana”, Gustavo Petro, un populista que con sus narrativas recoge las fantasías de un electorado al que tiene hipnotizado al mejor estilo Scherezada, en Las Mil y Una Noches; ella, gracias a su febril imaginación detuvo su muerte a manos del Sultán Schariar al que conquistara para sí por el resto de su vida. En la novela de amor entre Petro y Colombia no habrá un final feliz sino, estoy seguro, la pesadilla de que en unos años vivamos una triste realidad al estilo de Argentina, Cuba o Venezuela. A mi edad, 59 años, creo me espera la desolación de una vejez viendo cómo se derrumba lo construido en toda mi vida y en la de miles de colombianos y, quizás, al estilo cubano, en un andén disimulando el hambre a punta de ron y tabaco.
¿Y, por qué ganará Petro? Simple, porque está preparado para hacerlo y la oposición, también al estilo de Venezuela, no supo escoger un líder que la aglutinara y que tuviera el país en la cabeza.
De Sergio Fajardo, un hombre inteligente, que un día fue buen gobernador de Antioquia, hay que decir que se enredó en un lenguaje mediador que no define, no decide, no comunica; parece perdido en medio de la nada.
Ingrid Betancourt, símbolo de la maldad de la izquierda, ha vivido perdida desde antes de su secuestro, en su imaginario. Excelente escritora.
Rodolfo Hernández, al igual que Petro, se pierde en el populismo.
Enrique Gómez Hurtado, un gran hombre de un tiempo que ya pasó.
Quedan otros pocos como Luis Pérez cuyo ego no le permite estar por fuera de la baraja presidencial donde ya hay dos exalcaldes de Medellín y cuya aspiración máxima podría ser un ministerio en la era Petro.
Y pues queda Fico, Federico Gutiérrez, la esperanza para muchos. Un muchacho bien, sin líos de corrupción pero que tiene mucho por madurar, por estudiar, por aprender. Y no solo de Colombia si no como ser humano. De ser presidente le tocaría hacer un curso acelerado sobre la realidad del país y del mundo y dejar las poses de superhéroe que solía adoptar, haciendo el ridículo, siendo alcalde de Medellín.
De ganar Fico, las elecciones, habría que decir que se encontró la presidencia de la república, así como sucedió con Cesar Gaviria en 1990.
ANTES DEL FIN
Escuchando al candidato Gustavo Petro, me vienen a la memoria los días en que creía en las adivinas de la suerte. Ellas soterradamente iban indagando sobre aspectos de mi vida y en la medida que obtenían información me retroalimentaban con lo que yo decía. Salía feliz de las citas para luego comprobar que me estafaban. Es muy fácil ser popular o tener credibilidad cuando se dice lo que el otro quiere escuchar.
El lunes 14 de marzo en 6AM de Caracol Radio y en La W felicitaron a Roberto Pombo y Vanesa de La Torre por “el excelente cubrimiento de las elecciones”. No hay tal, una transmisión muy por debajo de las que en su tiempo hizo Darío Arismendi y ni que decir de las que hacía el maestro Yamid Amat. En esta oportunidad ganó la televisión que cada vez le roba más público a la radio. Impecable la transmisión de Caracol Televisión, excelente María Lucía Fernández desde la Registraduría.
Y hablando de las transmisiones llegan a mi memoria las cien horas ininterrumpidas en Caracol, en las elecciones de 1982, única vez en que Yamid Amat no acompañó una de sus aventuras todo el tiempo. Dicen que no soportó la derrota de su jefe político Alfonso López Michelsen.