EL BESO DEL ADIOS

EL BESO DEL ADIÓS

Eligio Palacio Roldán 

IMG_20190818_195243_797

Desde siempre espero ese beso. Incluso creería que desde antes de nacer. Lo imagino cientos, miles de veces. Lo lloró también en sus días de melancolía.

Con el paso del tiempo lo creyó imposible. Máxime después de su partida.

Aquella noche, después de un intenso día, cuando transitaba  los senderos insondables del sueño, ella llegó hasta su cama, le apartó la sábana que le cubría el rostro y lo besó.

El se sintió feliz por unos instantes, hasta que comprendió que aquél no era ese primer beso soñado, si no el ultimo. El beso del adiós

Anuncio publicitario

DESPUÉS DE LA MUERTE

DESPUÉS DE LA MUERTE

Eligio Palacio Roldán

Prácticamente todos los que creen en un Dios piensan en que la muerte es solo un paso hacia otra vida, más feliz quizás, en otra dimensión; los que no, asumen la muerte como el final. Unos y otros, solo hablan de teorías y creencias. No hay ninguna certeza. De lo que sí hay evidencias es de lo que sucede con los vivos después de la muerte de los seres queridos. Incluso, hay cientos de libros y profesionales de la salud dedicados a la elaboración del duelo. También líderes espirituales y se habla hasta del “Médium”, persona con supuestos poderes para comunicarse con el espíritu de los que ya se fueron.

Obvio que después de la muerte de un ser querido cada historia sigue siendo individual, aunque tenga rasgos comunes con muchas otras, como la tristeza, la sensación de soledad y la impotencia ante lo irremediable. La mía, en relación con la muerte de mi madre se condensa en lo siguiente:

En los albores de la muerte, acompañando un dolor intenso, el miedo y la ansiedad por la llegada del momento crucial. Luego una inmensa soledad: El vacío.

Después, el deseo de que nadie te hable, nadie te diga, nadie te consuele. Sentir y apropiarte de esa soledad con multitud de recuerdos que, por alegres que fuesen, provocan lágrimas.

Pasados los días los recuerdos se transforman en nostalgia. La imagen de cada una de las pertenencias de quien se fue, en un dulce dolor.

Después los reproches por lo que se hizo mal, en un repaso de la vida en común. Y cuando no los encuentras en tu pasado reciente, la búsqueda martirizante se va hasta los recuerdos de la infancia. Y, obvio, aparece alguna culpa por insensata que parezca.

De la mano de los buenos recuerdos, la seguridad de que se hizo el máximo esfuerzo y de que quien se fue ya no te necesita, llega una gran tranquilidad en sintonía con el universo.

Pero quizás lo más trascendental de la vida después de la muerte, de un ser querido, es la sensación de ruptura. La vida se te parte en dos: te sientes diferente, eres diferente. Lo primero es el comprender la finitud de tu existencia y en consecuencia emprender las acciones que te permitan cumplir tus sueños. También la certeza de que tú eres protagonista de tu propia historia y de que los otros son los otros, que ya vas a vivir por ti y para ti. Es la ruptura, cierta, del cordón umbilical después de muchos años.

Obviamente esa ruptura implica una relación diferente con tus seres cercanos, con tu medio social y seguramente con el resto del universo.

Y el gran logro: poder escribir sobre tu propia experiencia, después de la muerte.

EL VIAJE

EL VIAJE

Eligio Palacio Roldán

Las gentes corrían por las calles tratando de abordar algún vehículo que los llevara al encuentro con el hombre. Él se negaba hacerlo, primero, porque no había caído a los pies del personaje como casi todos los habitantes de la región y, segundo, porque allí quedaría ella, en el balcón, siguiéndolo con su triste mirada hasta perderlo en la distancia.

Pero no fue así. El extraño vehículo lo deslumbró: Era una especie de tráiler con compartimientos individuales y sillas en forma de hamaca. Estaba en la próxima esquina y había un puesto para él.

Como pudo llegó a su casa sin saber que vestuario llevar, no sabía a donde iba. Quizás iría a un sitio de clima cálido y sin embargo tomó un abrigo. Era otro frío el que trataba de menguar. Salió corriendo. Allí quedó ella: triste, preocupada, ansiosa esperando su regreso.

Las gentes se arremolinaban al pie del vehículo. Como pudo, con mucha dificultad, prácticamente arrastrado por sus compañeros de viaje, ascendió hasta su sitio. Desde lo alto, con el temblor propio de una hamaca meciéndose por el movimiento de un vehículo y de su mismo temor, divisó su pueblo.

Unas grandes y sucias piscinas de un parque acuático y unas altas edificaciones, que no conocía, lo deslumbraron. Ese no era su pueblo, se encontraba sobre una ciudad extraña.  El suyo, aquel pequeño y bucólico lugar, que la contenía a ella, solo existía en sus recuerdos o quizás en su imaginación.

“CONSTRUYENDO PAIS”

“CONSTRUYENDO PAIS”

Eligio Palacio Roldán

Cuántos países habitan a Colombia. El de esos dos días, de CONSTRUYENDO PAÍS, era mucho mejor que el que describen las encuestas de popularidad del presidente y relatan los medios de comunicación.

Cuando me propusieron estar como delegado en el taller CONSTRUYENDO PAIS, evento organizado por la Presidencia de la República, no lo dudé dos veces. Quería conocer la mecánica de la organización de una reunión de tal magnitud y, además, satisfacer un interés morboso: saber cuánto de montaje tenía el programa.

Acostumbrado a las informaciones que hablan de la mala imagen del gobierno nacional y de las dificultades para ofrecer soluciones, a las problemáticas de la ciudadanía, me preparé para dos días de una avalancha de críticas a las que seguramente yo también tendría que tratar de responder.

La cita fue el pasado viernes, 30 de agosto, a las 7:30 de la mañana, en la institución educativa – CEFA, de Medellín,  en la Mesa de Ciudadanos. Una extensa fila, de más de una cuadra, me recibió. Luego un ingreso ordenado donde se realizaba la inscripción en una de las 19 mesas dispuestas, cada una para tratar una problemática específica como seguridad, educación, adulto mayor, etnias, infraestructura, tecnología e innovación, entre otras.

Participé como delegado de la DIAN Medellín, mi papel era estar al servicio de la ciudadanía en su relación con la entidad que representaba y no como generador de propuestas. Y esa fue la primera sorpresa: La generación de propuestas estaba en manos de la comunidad.

Cada mesa fue un ejemplo de lo que debe ser una democracia perfecta: La intervención ordenada de cada uno de los integrantes y la prohibición a los funcionarios públicos y a los candidatos, en las próximas elecciones, a actuar como voceros. Necesidades, reclamos y conclusiones claras y mesuradas, fueron planteadas durante el ejercicio.

El balance de esa mañana fue muy satisfactorio: la metodología empleada, la libertad para opinar y cuestionar y la posibilidad de presentar posibles soluciones me descrestaron. Pero lo hizo aún más la capacidad de los participantes de debatir y proponer con un espíritu constructivo, con fe en el gobierno y en el país. Igual sucedió en la tarde con la Rueda Sectorial, con una metodología similar, y el sábado en el evento central, extenso, pero organizado y muy productivo como construcción de país.

Ese día se respiraba optimismo por todo lado: En el presidente Duque,  los representantes del gobierno, el personal de logística, los elegidos para exponer, en estrictos dos minutos, las inquietudes de cada mesa de trabajo, recogidas el día anterior, y en los espectadores del común.

¿Qué allí solo había una reunión de gentes con intereses personales? Es lo más posible. No obstante, los resultados reúnen el sentir de ese grupo de intereses que pudiesen ser más y mejores si las gentes en vez de criticar y criticar se decidieran a participar. Para hacerlo, solo basta con inscribirse previamente en la línea nacional 018000913666. El número de esta línea lo conseguí indagando en las diferentes filas para el ingreso, lo que confirma aún más lo democrático de la participación de los ciudadanos.

Obviamente que Construyendo País es, también, una estrategia publicitaria del gobierno; pero el resultado en generación de soluciones y de optimismo bien valen la pena.

El sábado, después de las siete de la noche, camino a casa me preguntaba cuántos países habitan a Colombia. El de esos dos días, de CONSTRUYENDO PAÍS, era mucho mejor que el que describen las encuestas de popularidad del presidente y relatan los medios de comunicación.

Obvio, otra vez, me puse a cuestionar el papel de los periodistas, mis colegas, en nuestra sociedad: Me sentí defraudado.

Puede leer: LOS PERIODISTAS, OTROS ÍDOLOS VUELTOS TRIZAS https://eligiopalacio.com/2019/08/15/los-periodistas-otros-idolos-vueltos-trizas/

ANTES DEL FIN

“Desde septiembre se siente que llegó diciembre”, anuncian las emisoras de música tropical. El tiempo corre, los días y los años pasan y Colombia sigue en el mismo discurso conflictivo típico de las “viejas chismosas que pelean en los barrios”. ¿No será hora de hacer un alto en el camino y construir el país que queremos?

¿No será hora de que todos hagamos parte de un gran taller llamado “CONSTRUYENDO PAÍS”?.

Bueno, por lo menos, lo periodistas y generadores de opinión debieran participar en uno de ellos.

A %d blogueros les gusta esto: