LOS SUEÑOS DESPUÉS DEL TIEMPO
Eligio Palacio Roldán
Cuando supo que su muerte era inminente, que ya no había mucho por hacer, comprendió que el poco tiempo que le quedaba lo iba a disfrutar al máximo, que a pesar de sus problemas de salud era el momento de cumplir algunos de sus sueños. Fue entonces que se dedicó a recorrer el mundo apoyada en su bastón. La poca familia que le quedaba se mostró alarmada, pero calló. Ella no admitía que la contradijeran y mucho menos en esos tiempos de adversidad. Sin embargo, consideraron que esos sueños se debían quedar frustrados, pues no era el momento para cumplirlos.
En una bella historia incluida en el libro “Las Ciudades Invisibles”, del escritor Ítalo Calvino, se lee: “Isadora es, pues, la ciudad de sus sueños; con una diferencia. La ciudad soñada lo contenía joven; a Isadora llega a avanzada edad. En la plaza está la pequeña pared de los viejos que miran pasar la juventud; el hombre está sentado en fila con ellos. Los deseos son ya recuerdos.”
La pregunta es, entonces, si tiene sentido luchar por los sueños después del tiempo “apropiado” para realizarlos, si vale la pena vivirlos o si es más adecuado sepultarlos, anticipadamente a la muerte de quien los habita. O si nos asiste el derecho a lograr los sueños al precio que sea, ya, sin importar el resto de la humanidad, como parece ser el fin primero de la sociedad de hoy. Es como si los humanos no quisieran vivir alguna de las dos historias descritas en los párrafos anteriores.
Aunque nuestra sociedad actual es menos mojigata y hay más personas dispuestas a luchar por sus sueños, hasta el último minuto de su existencia, son comunes las palabras descalificadoras, las críticas y, obvio, la falta de oportunidades para quien se atreve a desafiar su edad, en la búsqueda de los sueños.
En el campo de la educación es cada vez más frecuente ver gente de la tercera edad cumpliendo su sueño de estudiar, sueño que se vio frustrado en la juventud por dificultades económicas o de acceso a un colegio o universidad. En este escenario aparecen los “matasueños” de siempre: ¡Para que estudia a su edad!, ¡uno con la lápida pegada…!
Alcanzar el sueño de un buen empleo parece ser un imposible, dadas las tendencias de privilegiar la juventud sobre la experiencia. No obstante queda la “lotería” de un cargo, en el Estado, por concurso o una “rosca” política y la alternativa enriquecedora de generar empresa.
El amor entre jóvenes y viejos corre el mismo camino de la educación para adultos, dada la censura social, o quizás como el del empleo, por la misma tendencia de privilegiar la juventud sobre cualquier otra estética.
La realización de los sueños, después del tiempo propicio, es compleja para los casos descritos. No lo es para los sueños que no dependen del Otro como escribir, pintar o desarrollar un arte u oficio. La carpintería está de moda entre los mayores. Y claro, el sueño de mayor realización, en la edad adulta: el de viajar. Obvio, con limitantes como el dinero y la salud.
En fin, luchar por lograr alcanzar los sueños, así sea por fuera de los tiempos “propicios” según la sociedad, el Gran Otro, es una excelente posibilidad para cambiar nuestra cultura retrógrada y tener una muy buena calidad de vida, en los últimos años de la existencia.
ANTES DEL FIN
Los pensionados soñaron con que el presidente Santos cumpliría con su promesa de bajar las cotizaciones al sistema de salud. De tener sueños se trata esta reflexión, no de ser ingenuos. Las palabras de político en campaña son solo eso palabras, palabras, palabras… Así las firmen “sobre piedra o sobre mármol.”
Hablando de sueños después del tiempo, la telenovela La Nocturna, de Caracol Televisión, es una cátedra de persistencia, de lucha y de formas de alcanzarlos desde la ética.
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